domingo, 11 de diciembre de 2011

Para bien o para mal...

El tiempo se detuvo. El escenario pareció congelarse por completo. El único movimiento que parecía sentir era su propio corazón galopando furiosamente. Un mar de palabras no dichas, apresadas en la garganta. Un sinfín de recuerdos, abrazos, caricias y emociones rebotando en su cabeza.

En medio de ese día de intenso trabajo, discusiones y agotamiento, Sebastián llamó a Juana. Tal como le había dicho que lo haría.

La voz de Sebastián estaba entrecortada, cansada, con una dosis importante de angustia. Juana quiso poder decirle algo reconfortante, suavizador, pero en su propia catarata de emociones, no fue capaz de generar algo así. Solo pudo responder a sus preguntas de manera casi monosilábica y dejando muchos silencios de pausa que hablaron por sí solos.

Se despidieron con la promesa de volver a hablar.

Juana cortó y por unos instantes más el mundo permaneció inmutable, estático.
Ese chico… ese hombre… que hoy le hablaba, que acudía a ella para pedirle un gesto de cariño, una palabra de aliento, había sido su gran amor. Ese amor loco que te renueva las creencias, reagrupándolas de manera distinta; ese amor que te mueve las estructuras y te saca de eje; ese amor que te hace cambiar de humor, que te revitaliza desde el interior, que te aporta dosis iguales de sal y de azúcar… ese… que también la había desilusionado en lo más profundo de su ser, aunque ella no quisiera admitirlo del todo. Ese que la había dejado ahí, a un costado del camino, esperando… Había vuelto. Con o sin permiso. Producto del azar o del destino. Estaba ahí, convocándola, necesitándola, invitándola nuevamente a ser parte de su vida. En un momento por demás difícil. Y ella, conmovida, con una herida reabierta aún no del todo cicatrizada, entre alerta y atontada, estaba respondiendo. Estaba, de a poco, aflojando esa aparentemente invencible valla que siempre levantaba. Ese estado se conoce como vulnerabilidad, pero ella no solía pensarse en ese lugar. Prefería otros más aguerridos, más luchadores para identificarse. Pero Juana era esa mezcla preciosa entre lucha y ternura. Entre empuje y temor. Entre desfachatez y timidez.

Luego, la escena cobró vida, el mundo a su alrededor volvió a ser bullicio. Volvieron de pronto a prenderse las luces, a escucharse los teléfonos, las carcajadas de fondo.

Juana siguió moviéndose por acto reflejo. Una sensación de extrañamiento y placer la inundó por el resto del día, la mantuvo como ajena a pesar de que siguió trabajando, contestando mails, haciendo llamadas e interactuando con sus compañeros de oficina. Fede fue el único que notó algo extraño en ella. Era su mejor amigo después de todo. Pero intuyó que tendría que ver con Sebastián y con la muerte de Pochi, entonces prefirió hablarle de cualquier otra cosa para distraerla.

Cuando salió del trabajo, Juana parecía arrastrar una bolsa de diez kilos de concreto en los hombros. Estaba realmente cansada y aunque hubiese tenido ganas de pasar por la casa de su mamá, para ver cómo andaba, para hacerle compañía, prefirió seguir derechito para la casa para agarrar el sofá a las ocho de la noche… y sin darse cuenta, despertarse recién a las nueve y cuarto de la mañana del siguiente día.

Lo primero que pensó cuando abrió los ojos fue: Para bien o para mal… -un suspiro intenso medió antes de que vinieran las siguientes palabras mentales- Para bien o para mal, Sebastián… me estás haciendo sentir viva.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

NO.

-          Juli, yo te entiendo negri, pero tiene que ser mañana?
-          Sí Juana, ya le dije para mañana.

Juana odiaba cuando sus amigas la llamaban Juana.

-          Bueno, cancelá! Decile para otro día!
-          Pero habíamos dicho que vos me acompañabas, o no?
-          Bueno, pero mañana al mediodía voy a almorzar a la casa de mi viejo… vos sabés lo importante que es para mí…
-          Esto también es importante para mí.
-          Ah, sí? No me digas?!… me estás cargando?? Ya sé que es importante!! No te estoy pidiendo que no te encuentres nunca más en tu vida, te estoy pidiendo si puede ser otro día, no quiero salir corriendo de la casa de mi viejo, quiero quedarme a tomar un café si da, no sé...  conversar… dale… sí? dale?
-          Ok Juana, veo que no venís entonces.
-          Juli, por favor, te estás portando como una nena!

- Juana te llaman de Nestlé. Interrumpió la recepcionista de la agencia, asomando la cabeza por detrás de la pared que separaba la recepción de los boxes.

- Gracias Mari. Deciles que ahora no me encontrás, que me vas a dejar el mensaje para  devolver el llamado.

-          Juli, por favor, pensá un segundo… estás nublada. Yo voy a acompañarte cuando te encuentres con el susodicho, voy a estar ahí, pero puede ser que lo postergues para el domingo a la tarde por ejemplo? Tan grave es?
-          El domingo él-no-puede. Julieta habló casi sin respirar.

Juana pensó: obvio que no puede! Va a estar con su familia!

-          Bueno gorda, no podés arreglar para un día de la semana que viene a la tarde?
-          Y mientras tanto yo qué hago?? Me estoy muriendo de angustiaaa! Necesito resolver esto ya!
-          Lo sé amiga! Pero bancame en esta. Hace años que no almuerzo con mi papá. Te juro que si  no fuera por algo tan importante, no te suspendo ni loca. No le querés decir a Euge sino?
-          Euge!? Está re colgada Euge, ni bola me da… Bueno, dejame ver si puedo suspender… Julieta resopló con fuerza en el teléfono, molesta.
-          Ok Juli, cualquier cosa llamame… le dijo Juana resignada del otro lado.


Juana cortó y se sintió un poco estúpida. Como ínfima. Como una mosca arriba de una torta pastelera a punto de ser aplastada por un manotazo. Súper expuesta y súper agotada de repente. Teniendo que explicar lo obvio y sabido y tratando de contener lo incontenible.

Julieta estaba fijándose solamente en ella, mirándose el ombligo y olvidando lo importante que era para Juana el encuentro con su padre, quien poco tiempo atrás había atravesado una grave situación de salud. Y Juana sentía que no se lo merecía.

A lo largo de los últimos meses ella había estado al pie del cañón para Julieta. Cuando se separó de Manuel; cuando se enteró de que se iba a casar; cuando conoció a su nuevo “amor”; cuando tuvo que contarle lo que sabía. Pero no parecía suficiente para su amiga. Ella estaba dando, dando y dando y cuando necesitaba recibir algo… se estaba quedando con las manos vacías. Se sintió tironeada por Julieta, a quien amaba con su alma, pero no podía dejar que la avasallara como una topadora en plena deforestación.

Juana se plantó en su NO y lo tenía bien decidido. No iba a ceder en esta vuelta. No había culpa ni sentimiento negativo alguno que la hiciera cambiar de opinión. No iba a cambiar el encuentro con su padre, ese que estuvo esperando por más de diez años, por el encuentro de Julieta con un hombre que había conocido -como hombre, valga la redundancia- hacía un mes y medio, a lo sumo dos… No iba a ceder para complacer.

A veces, el límite es necesario. El decir al otro que no, no te hace ser cruel, si no al contrario, desde cierto ángulo es hasta sanador. Sé positivamente que Juli no me va a llamar, porque está enojada. Sé que ahora piensa que soy la peor, que ella es una miserable y que nada en el mundo es más triste que lo que está viviendo. Pero sé también que esta vez necesito ponerme a mí primero y eso no significa que no la quiera con el alma.

Juana escribió esto en su agenda, en una página cualquiera, de un día cualquiera. No necesitaba generar un recuerdo de lo sucedido, simplemente poder desahogar lo que sentía en un pedazo de papel… Suspiró. Respiró hondo y llamó a Nestlé.





martes, 22 de noviembre de 2011

Cuestión de Perspectiva

Un batallón de pensamientos fue al ataque en el preciso instante en que posó su cabeza sobre la almohada. No era la primera vez que le pasaba.

Juana no pudo pegar un ojo esa noche. La muerte de Pochi había sido una noticia muy fuerte. En silencio y sola, derramó una lágrima de desahogo. Había evitado llorar enfrente de Sebastián. Y ahora no podía dormirse.

Intentó pensar en blanco (acaso se puede pensar en blanco?), pero en cada intento su mente le decía algo… “Pobre Sebas… la va a extrañar mucho… bueno, shhhh callate por favor” Juana le hablaba a su propia cabeza… “Quisiera estar con él ahora… ¿pero qué estoy diciendo? Estoy loca de remate… hace cinco horas no lo quería atender por teléfono…

Juana estuvo literalmente toda la noche dando vueltas. Le ganó a cualquier calesita de Capital Federal. Cuando amaneció, decidió que era hora de levantarse porque asumió que ya no conciliaría el sueño. Estaba cansada pero despierta, bastante despierta. Como sobrepasada, con una rosca de más. Cuando fue a la cocina, se encontró la cena a medio hacer del día anterior y le provocó una fiaca absoluta el tener que ponerse a limpiar, pero no le quedó otra alternativa.

Refunfuñando y resoplando, hablando sola en voz baja, fue de a poco acomodando el desorden. Lavó la tabla, la cacerola, guardó las cosas, repasó la mesada con una toallita húmeda de Ayudín. Todo impecable. Rico olor a limpio. Todavía tenía una buena cantidad de tiempo antes de salir para el trabajo, por lo que decidió prepararse el desayuno. Se hizo una buena taza de café negro. Se tostó un poco de pan integral que acompañó con queso crema y mermelada light. Desayunó tranquila y se pegó una ducha. No podía sacarse a Sebastián de la cabeza. En todo lo que hacía, a cada momento, él se le cruzaba sin pedirle permiso. Prefirió sumergirse cuanto antes en la rutina del día, para evitar que la invadiera tanto. Pero fue en vano.

Seguramente por esas horas estaba llevándose a cabo el entierro de Pochi, pero no podía faltar al trabajo por ese motivo. Desde la partida de Gangster, sobre todo, las cosas estaban bastante revolucionadas en el laburo. Caras largas, comentarios de más, chismes de despidos. Mejor hacer buena letra. Después lo llamaría y trataría de acompañarlo desde ese lugar.

Cortó con un cliente y vio que su celular estaba titilando. Lo abrió rápidamente y tenía dos mensajes de texto. El primero de Sebastián.

Gracias por venir ayer, de verdad. Estamos volviendo de Chacarita. Después te llamo.

¿Qué contestar? La atención que Sebastián le estaba dispensando en un momento tan difícil la abrumaba, la estremecía en un punto. No podía evitar sentir ese cosquilleo interno que le decía que algo más iba a pasar. Que la cosa no se podía detener allí.

Tranquilo, descansá. Cuando puedas, hablamos. Un beso.

Juana suspiró hondo, todavía tenía una pila enorrrrmeeee de papeleo que guardar. Ese papeleo que se va acumulando en la bandeja y que llega un día en que alguien se tiene que encargar de archivar. Mejor hacer una actividad así, antes que tratar de encarar otra que demandara más atención, más compromiso. No iba a estar a la altura. Iba a tener la cabeza en otro planeta.

Se acordó de que aún le quedaba un mensaje por leer. Era de su papá. Le confirmaba el almuerzo del sábado, le pasaba la dirección de su casa y le preguntaba qué tenía ganas de comer.

Hola! Ok, ahí voy a estar tipo 13.30. Milanesas con puré puede ser?

El almuerzo que hasta el día anterior la había tenido algo nerviosa, pasó a ser un momento ansiado, esperado. Pensó que mejor disfrutar a las personas mientras estuvieran vivas, vivas y bien. No desperdiciar el tiempo con pavadas, con peleas tontas, con asuntos que en verdad tienen solución. ¿Y si aparecían los hijos de Irene? Los saludaba y punto. ¿Y si no sabía de qué iba a hablar? Hablaba del clima, tema universal si los hay. ¿Y si las milanesas le parecían un espanto? Las comía igual.

La muerte relativiza todo. Los enojos. Los perdones. La memoria. Pone todo en perspectiva. Y está bien que así sea. Luego, inevitablemente una vuelve a la rutina, vuelve a correr, vuelve a enojarse, vuelve a putear sin sentido, vuelve a ser un simple ser terrenal.

Pero mientras dura, hay que aprovechar.



sábado, 12 de noviembre de 2011

Con aroma a durazno y sabor a scon...

Se bajó justo a la altura de la puerta, pero de la mano de enfrente. Tenía toda una avenida ancha aún por recorrer, para juntar coraje y enfrentar la situación que se aproximaba. En la entrada, un tumulto de gente. Algunos claramente entristecidos, otros con expresión más neutral. Los que fumaban, los que comentaban alguna anécdota, algún recuerdo.

Es que Pochi era especial. Una mujer verdaderamente especial. De una dulzura y tranquilidad inigualables. Juana la quería mucho y Pochi a ella. Durante el noviazgo con Sebastián, Pochi había sido su cómplice. Le contaba cosas de su propio ñieto, que por supuesto él no quería que Juana se enterara. Cada vez que Juana la visitaba, con o sin Sebastián, ella la esperaba con un tecito de durazno (gusto que Juana conservó más allá de la relación con su ex) y unos scons caseros riquísimos. Siempre la esperaba en el patio de la casa, con una amplia sonrisa. Y en invierno, adentro, con el hogar. Era como una abuela de cuento. Y Sebastián la amaba con todo su corazón. Era como su segunda mamá. De hecho, había cuidado mucho de él cuando su propia madre trabajaba.

Ingresó y buscó a Sebastián con la mirada. No conocía a la gente y la situación se ponía más y más incómoda minuto tras minuto. En un rincón vio a algunos amigos de Sebastián, pero no se acercó a saludarlos, porque ellos no habían advertido su presencia. ¿Cómo encarar la situación? ¿Ir o no a saludar?, ¿Intentar un acercamiento casi en silencio?, ¿Preguntar por Sebastián?… de pronto, entre medio de la gente, apareció él.

Su rostro expresaba el máximo dolor que ella había visto en una persona. Resumido en sus ojos. Resumido en su boca. Toda su expresión corporal exudaba tristeza. Él la vio y fue directo a abrazarla.

Ella le devolvió el gesto con una intensidad profunda, sincera.

-          Viniste…
-          Cómo no iba a venir…

Se dijeron mientras permanecían abrazados.

-          Gracias.
-          No me tenés que agradecer.

Juana sintió el impulso de decirle que lo sentía, pero lo reprimió, porque aunque verdaderamente lo sentía, también sentía que esa frase iba a quedar ridícula, mientras seguían abrazados en medio de ese salón.

Cuando se separaron, él le hizo un gesto a sus amigos, quienes se acercaron rápidamente ante su llamado y salieron todos juntos a fumar un cigarrillo a la puerta del velatorio.

Juana fue la primera en prenderse uno.

-          Y bueno… por lo menos se fue tranquila, dijo Sebastián.
-          Totalmente, reafirmó una amiga de él.
-          Durmiendo… qué más querés… morirte durmiendo… dice mi mamá que cuando la fue a ver estaba como con una sonrisa…

Juana pitaba y lo miraba a él y miraba la situación y asentía con la cabeza y cada tanto se preguntaba qué estaba haciendo allí. No sabía bien qué hacía, pero sí sabía que no podía permitirse no estar. ¿Qué hubiera hecho de lo contrario? ¿Comerse unos fideos? ¿Irse a dormir? No podía hacer oídos sordos a su llamado, era antes que su ex novia, una persona con humanidad. Nunca se negaría a estar ahí para él.

Sebastián la abrazó a Juana pasando un brazo por su espalda y agarrándola del hombro, luego la empujó hacia él, miró a sus amigos y les habló a ellos directamente…

-          Esta mujer, no es un sol?

Juana sintió que una llamarada de vergüenza le pintó el rostro de un rojo bermellón intenso.

-          Siempre te lo dijimos, dijo la misma amiga que había hablado antes.

Juana tenía la sensación de haberse perdido un capítulo de la historia, o varios… pero prefirió no preguntar, no decir nada, solo sonreír tímidamente.

Cuando terminaron de fumar, Sebastián quiso volver a entrar.

-          Si querés, quedate afuera, no hace falta que entres, dijo Sebastián dirigiéndose a Juana.
-          Voy con vos, afirmó ella.

Al ingresar, Juana saludó a la mamá de Sebastián y también a su padre, quienes se mostraron contentos al verla. Ella permaneció un rato conversando, mientras Sebastián fue apartándose para observar la escena de lejos. La vio a ella, conversando, abrazando a su mamá, frotándole la espalda y él supo más que nunca que no se había confundido esta vez. Ella era su mujer. Pero sabía también que iba a tener que seguir trabajando mucho para reconquistarla. Aunque el hecho de que ella estuviese ahí ese día, en ese momento tan importante, le daba una buena señal.

Juana, mientras conversaba con sus ex suegros -por quienes siempre había tenido un cariño especial- observó también en un momento a Sebastián. Si bien todavía se sentía confundida, aturdida con la noticia, con ese pedido tan especial, por primera vez después de esa noche en San Pedro, se permitió sentir algo distinto en su pecho y no hizo nada por evitarlo o dejarlo pasar. 

Cuando él le hizo un gesto invitándola a pasar, Juana negó con la mirada y continuó conversando un rato más. Prefirió no ingresar a ver a Pochi, prefirió quedarse con la imagen que tenía en su corazón y en su memoria. Una imagen con aroma a durazno y sabor a scon.


 

sábado, 29 de octubre de 2011

Reencuentro forzado


-          pufff siento que hace como un mes que no vengo…
-          Es que prácticamente hace un mes que no venís…
-          Tanto?
-          Sí. Cómo estás?
-          Bien… bien… me voy a quedar dormida en este sofá… estoy muerta de cansancio, pero bien… el tráfico un desastre hoy, me re costó llegar…

Juana advirtió por sí sola que estaba llenando los huecos con información que no aportaba nada al análisis…

-          Bueno, esta semana se viene heavy…
-          Por?
-          Bueno, primero hablé con Julieta, te acordás que te conté, no?
-          Sí.
-          Le dije todo lo que sabía, me re liberé… tenía un peso terrible con ese tema.
-          Estabas angustiada cuando lo hablamos.
-          Absolutamente… eso me re sirvió.
-          Y ella cómo reaccionó?
-          Re bien por suerte… ni yo lo podía creer. Creo que eran más mis fantasías de lo que iba a pasar que otra cosa…
-          Muy bien, y el resto?
-          El resto qué? el laburo? Mi vida? Mi papá?
-          En orden inverso estaría bien: tu papá, tu vida, tu laburo.
-          Ah, ok ok… mi papá bien. Esta semana me llamó y me dijo que él y su mujer me invitaban a almorzar el sábado…
-          Aceptaste?
-          Sí… le contesté sin pensar en realidad.
-          Pero querías?
-          Creo que sí… bueno, le dije que sí, no?
-          Así parece.
-          Sí, voy a ir.

El ratificarle una decisión que prácticamente ya estaba tomada al psicólogo, la hacía sentir más segura. Mucho sentido no tenía esa operación, pero la repetía a menudo. Decidía algo, o casi lo decidía y luego lo ratificaba frente a él.

-          La relación va avanzando.
-          Sí… no te digo que me moría por ir a la casa de Irene, pero bueno, salió así, no?
-          Parece que Irene también tiene ganas de verte entonces.
-          Así parece jaja

Juana se rió, porque en realidad, lo estaba imitando a él… su psicólogo solía decir “Así parece” bastante a menudo.

Sin darse cuenta, Juana había pasado por alto el fin de semana que había vivido en Córdoba y la enorme carga emocional que había representado para ella. Su papá y su amiga habían ganado la escena psicoanalítica.

Cuando salió y lo advirtió, se sintió bien. En general, luego de cada regreso de Córdoba, la relación con su hermana absorbía todo el tiempo, como si fuera un tissue absorbiendo el agua derramada. Sentía que no le sacaba nada de provecho a esas sesiones porque en general se la pasaba despotricando a lo pavota, sin reflexionar, sin detenerse un instante a pensar, casi sin respirar. Era una verdadera repetición año tras año desde que su hermana se había mudado a la provincia vecina: putear porque tenía que ir – ir – putear por algo que había pasado en el viaje. Esta vez, al menos una ficha se había corrido de lugar… ya no estaba puteando a la vuelta. Eso seguramente permitiría algún movimiento distinto también en el futuro.

Llegó a Belgrano y pasó por el mercado chino de la otra cuadra antes de subir. Tenía ganas de comer unos fideos, pero con una salsa casera, hecha por ella misma. Entonces, decidió pasar por la verdulería del chino que era bastante buena y nutrirse de cebollas, un pimiento rojo, una zanahoria y algunos condimentos que él tenía siempre frescos para vender. Sabía que en la casa tenía un paquete de fideos secos tirabuzón y eso le alcanzaba para satisfacer sus ganas de comer algo de “pasta”.

Se abrió un vinito antes de empezar a cocinar y abrió un poco la ventana, para dejar pasar el aire fresco.

Prendió la hornalla y puso la cacerola con abundante agua para hervir. Le tiró un poco de aceite. Prendió la radio para sentirse en compañía y empezó a picar la cebolla. El ritual de cocinar, cuando tenía ganas y tiempo, era perfecto para ella. Lo disfrutaba de principio a fin, incluso cuando la cebolla la hacía llorar sin remedio.

Estaba relajada, cocinando, cuando sonó su celular…

Quién es ahora?

En la pantalla “Seba ex” titilaba sin parar.

Qué quiere? Me cansó. Lo atiendo y le digo que no me llame más, que todo bien, pero ya está.

- Hola.
- Hola Juani.
- Sebastián, mirá, todo bien…
- Pará, pará Juana, te llamo por algo importante…
- A ver… qué?
- Falleció mi abuela.

Juana, todavía con la cuchilla en la mano y el teléfono entre la oreja y el hombro se quedó dura en esa posición sin saber qué decirle…

- Te necesito, le dijo él.

Juana no sabía muy bien por qué la estaba llamando justamente a ella. Descontando el encuentro casual en San Pedro y algún que otro llamado posterior a raíz de ese encuentro, hacía tiempo que no se vinculaban… ¿por qué ahora ante una situación de dolor tan grande él recurría a ella?

Pero, como solía suceder, ella contestó sin pensar…

- Ok… voy para allá.

La pasta quedó como un sueño trunco, la cebolla a medio cortar arriba de la tabla de plástico, la copa de vino por la mitad, el agua que dejó pronto de burbujear, los tirabuzones expectantes en el paquete… y ella solo podía pensar en encontrarse con él.

Un nudo se le ató ajustado en el medio del pecho, mientras se cambiaba el jean y se ponía una camperita oscura. Estaba confundida, triste y apresurada. Tenía ganas de llegar y abrazarlo sin saber bien qué papel iba a cumplir en ese lugar… pero solo quería llegar.  


lunes, 24 de octubre de 2011

Con "m"

El almuerzo con Fede era como una sesión de spa. Esa hora -hora y media a veces- no se trataba sólo de charlar, si no, de lavar culpas, de hacerse cargo, de desmentir, de aceptar, de no fingir más. Era una especie de terapia mínima que realizaban toda vez que podían. Pero, a veces, también servía para reírse. Reírse mucho. De los otros y de ellos mismos.

-          Me encanta que te compres estas revistas Fede… pero decime, alguna vez sacaste una idea buena?
-          Obvio! La otra vez me enseñaron un ejercicio de respiración espectacular. A vos te va a ayudar…
-          Ah, si? Preguntó Juana descreída…
-          Por supuesto… no me mires con esa cara de conchudita… la respiración te ayuda a empezar serena el día y vos lo estás necesitando bastante mamita…

Mientras daba vueltas la hojas, Juana dijo casi indignada: Estas flacas son irreales...
Fede pispeó para saber bien a qué se refería: Sí, pero es lo que consumimos todos.

-          Sí, en eso tenés razón… todos terminamos enganchándonos. Tenés que tener muy en claro lo que sos y lo que querés ser para no engancharte.
-          Sí, hasta que viene tu compañera de laburo y te cuenta que se hizo el último tratamiento de Velashape que te achica no sé cuántos centímetros y vos morís por dentro por preguntarle dónde? cuánto? cómo? todo junto antes de que termine de hablar…
-          Es difícil no estar atada a esas cosas lo sé. Yo tengo una teoría…
-          Jaja a ver? Preguntó Fede intrigado…
-          Estas revistas venden culpa.
-          Cómo?!?
-          Sí, venden culpa Fede… escuchame, cada dos páginas te hablan de la vida sana, el cuerpo perfecto -que entre paréntesis, me pregunto, lo hay?-... llegar divina al verano, conservarte en el invierno, piernas espléndidas, tetas arriba, panza chata, ejercicio físico, alimentos Light… dejate de hinchar!!! No hay persona que cumpla con todo eso…
-          Bueno, los famosos parece que sí.
-          Porque viven de eso. Si ellos no pueden, quiénes lo van a hacer? Pero entendés mi punto?
-          Absolutamente…
-          Vos venís chocha del gimnasio después de que te costó un huevo y medio ir, solamente ir…  porque estabas fundida, hecha pelota después de la oficina, pero vos igual le pusiste pilas, te cambiaste y fuiste al gimnasio. Hiciste una hora de spinning… una hora enterita… está bien, no al ritmo de los otros, pero una hora enterita eh!!!...  y sentiste que los pulmones estuvieron a punto de salir expulsados en la última exhalación. Venís orgullosa, triunfal, espléndida aunque hecha torta del cansancio, pero feliz. Mínimamente feliz, y te cruzás por el puesto de diarios y decidís comprar una revista de estas… y te ponés a leer  y te querés pegar un tiro! Me entendés?
-          Por qué?
-          Porque para ser la mujer perfecta, te faltaron hacer 18 cosas!!! Cómo?! Solo fuiste al gimnasio????? Y la comida macrobiótica no estuvo en el plan del día? Y el alisado de cabello no te lo hiceste hoy? Ahhhh… no puede ser!! No sabés de qué se trata la radiofrecuencia???? Es incumplible…
-          Entiendo el punto…
-          Si hacés 5, te faltan otras 10, si hacés 10, te das cuenta de que te faltan otras 15. Nunca te cierra. Siempre estás en falta. Si tenés que cumplir con todo, pero tooodo lo que te quieren vender para ser una mujer más feliz, yo creo que me muero en el intento.
-          Sí… y me parece que te estás dejando algo afuera importante. Todas son bombas sexuales..!!!
-          Jajajajajaj tenés razón Fede!! Esa es otra. A todas les gusta coger todos los días, en posiciones distintas, parabólicas… pero por favor!! Trotan, cocinan entangadas, se van a la peluquería, se hacen las manos, los pies, se depilan, van a buscar a los chicos al colegio, juegan con ellos didácticamente y sin gritar y después cogen, cogen y cogen. Son súper mujeres!!! Perdón… pero no me la creo…
-          Es prácticamente imposible…
-          Es imposible Fede. No existe. No es realizable a largo plazo, no hay cuerpo que aguante… lo que es peor, no hay cabeza que aguante. Hoy te venden que tenés que ser exitosa, tenés que ganar guita, tenés que tener un cuerpo 10, ser madre, profesional y estar espléndida. Ahora, no importa si sos feliz. En el fondo, sinceramente, me parece que no importa. Si cumplís esas consignas ya está… te podés sentir realizada. Yo no sé si quiero eso para mí… hay algo que me hace ruido.  Pero bueno, redondeando… me entendiste mi teoría? Estas revistas no venden ni el tratamiento reductor, ni el tratamiento anticelulítico, ni el aumento de mamas, ni las cremas anti-ange, ni la leche macrobiótica… estas revistas venden CUL-PA.
-          Totalmente de acuerdo. Me convenciste con tu teoría escuderiana…
-          Escuderiana???
-          Claro, en lugar de darwiniana, teoría según la cual sobreviven los más fuertes de la especie… ahora se trata de una teoría escuderiana, proveniente de las famosas hermanas Escudero, teoría según la cual sobreviven las más…
-          Qué-qué-qué??
-          Las más divinas, corporalmente perfectas.
-          Ajá… tal cual… ahora que me doy cuenta… en cualquier momento me extingo Fede…!
-          jajajaja

Juana mordió el sándwich de jamón y queso que se había comprado en el kiosco de la esquina… la mayonesa salió por los bordes en un acto irremediable de libertad… Destapó la Fanta y el pisssssttttt del gas emuló a la mayonesa en su acto libertario. Fede abrió el paquete de papas fritas y enseguida se escuchó un crunch crunch tan placentero como los ruidos anteriores.

De algo estaba segura Juana en la vida: el día que dejara este mundo, lo iba a hacer comiendo… (sí, con m)…

lunes, 10 de octubre de 2011

QUIERO UN CAMBIO

-          Hola Pá, cómo estás?
-          Mucho mejor ya Juana, mucho mejor. Comiendo sano, saliendo a caminar, cuidándome…
-          Muy bien… Sabés qué? Estoy corriendo para el laburo justo, me agarraste medio en un mal momento…
-          Medio o del todo?
-          Bueno, del todo ja…
-          Es rápido igual. Te queremos invitar con Irene a almorzar el sábado. Podés?

Paralización de corazón espontánea. Aliento ausente por completo. Mente en blanco. Respuesta incongruente con el estado anterior:

-          Sí obvio, dale. A qué hora?
-          Te esperamos a la una. Te paso la dirección por mensajito.
-          Ok!
-          La saludaste a Valeria de mi parte por el cumpleaños?
-          Obvio pá, se puso re contenta… el sábado nos vemos. Te dejo, porque llego tarde. Un beso.
-          Qué alegría me das con lo de Valeria!! Nos vemos el sábado entonces. Un beso.

Juana extrajo un par de conclusiones de la breve pero significante charla que había tenido con su papá.

1)      Sentía pánico. Las respuestas habían sido automáticas, pero cuando cayó… fue fuerte. Después de la internación, habían quedado en verse, pero hasta el momento no se había producido el tan esperado encuentro. No sabía si hacerlo en la casa de su papá era la mejor idea… pero ya había dicho que sí.
2)      El le seguía ganando a cualquier otro apodo o adjetivo.
3)      Le había mentido respecto a lo de Valeria. Ella no había expresado nada parecido a la alegría o la felicidad cuando le comunicó su saludo. Muy al contrario…
4)      A veces las mentiras piadosas ayudan un montón (sí, un montón) a hacer feliz al otro. Qué más da…
5)      Su papá mandaba mensajes de texto ¿? Seguramente iban a tener que ponerse al día uno respecto del otro. Había mucho por descubrir.

Juana siguió corriendo para el trabajo, sintiéndose pesada como un cajón de sandías…

Será la humedad? se empezó por preguntar para sus adentros… No me estoy sintiendo muy bien…

Decidió que era hora de volver a terapia, después de algunas ausencias nada inocentes y ante el inminente encuentro con su papá. Buscando el teléfono en la cartera, el subte se le dio vuelta por completo.

Uooooouuuuuuuuu…. Pucha…. Tengo unas ganas de vomitar terribles…

Y ahora no había sospecha de embarazo ni por casualidad. Lo que sucede es que a Juana los nervios le “atacan el estómago” como dice su mamá. El verse en la casa de su papá el sábado, cruzándose muy seguramente con uno de los hijos de Irene; el estar sentada a la mesa queriendo hablar de mil cuestiones, pero sintiendo vergüenza de iniciar cualquier tema, la hizo descomponerse sin advertirlo si quiera… hasta que el café con leche que había tragado antes de salir le subió prácticamente hasta la garganta…

Tranquila Juani, respirá… tranquila, no pasa nada.

Cuando estuvo fuera del subte, respiró aire un poco menos comprimido y el color rosado volvió de a poco a su rostro. Odiaba sentirse así de golpe y porrazo, pero no podía evitarlo.

A mí los nervios me atacan siempre el estómago… se dijo a sí misma, sin advertir que repetía las palabras de su madre… Qué semana movidita estoy teniendo… primero lo de Juli, ahora papá… necesito mi sesión ya!

Los pensamientos de Juana estaban también desordenados, embarullados. Ella sentía que su principal enemigo no eran ni los nervios, ni la panza… si no su cabeza. Su cabecita loca que nunca ponía stop, no descansaba ni feriados ni fines de semana largo. No tenía paz.

De repente, caminando por esas callecitas ínfimas del centro, vio una publicidad que llamó su atención: QUIERO UN CAMBIO.
QUIERO UN CAMBIO fue lo que la interpeló, antes que el nombre del autor, antes que saber que se trataba de un bestseller. QUIERO UN CAMBIO.

QUIERO UN CAMBIO de Bernardo Stamateas Bestseller. Autor de Gente Tóxica y Emociones Tóxicas.

En principio, su prejuicio le dijo que ese tipo de lectura no le serviría en profundidad…

Bernardo Stamateas…mmm… pero… yo quiero un cambio, no?…

El pensamiento del libro la acompañaría el resto del día. Como esa espina clavada que no te deja olvidar que ahí está. Quizás sabía que ese libro le aportaría algo… alguna señal… alguna punta… para comenzar a gestar ese cambio que ella sabía que quería, pero no sabía bien por dónde empezar a realizar…

martes, 4 de octubre de 2011

Su ÉL...

Juana miraba cómo se iba transformando la expresión de Julieta, a medida que le intentaba contar la verdad, hilvanando frases inconexas y casi sin sentido. Todo lo ensayado había caído en saco roto.

Los ojos se le humedecieron y una lágrima, una sola, cayó por su mejilla. Juana odiaba tener que ser la mensajera de un mensaje que hubiese preferido callar. Pero era su amiga y estaba empezando a vivir una mentira. No podía dejarlo así. Ahora bien… se sabe que las justicieras nunca llegan a buen puerto… no?

-          Y por qué no me lo contaste antes??
-          Bueno… yo estuve en Córdoba…
-          Antes digo yo, antes…
-          Sí sí, antes… te entiendo… no sé Juli, fue todo un maremoto de cosas… primero me encuentro de casualidad con ella en el subte, después vos venís y me contás tu historia… mi cabeza un quilombo, no sabía cómo lo ibas a tomar…
-          Y cómo lo voy a tomar!!!! HIJO DE PUTA!!!!!
-          Bueno, calma, calma…
-          No me pidas que me calme!!! ES UN HIJO DE PUTA!!! Me usó… se burló de mí… quién carajo se cree que es?!!? Y Cecilia…. Ayyy justo con ella tenía que estar…

Julieta hablaba y lloraba al mismo tiempo, ahora con más intensidad.
-          Es un HI-JO-DE-PU-TAAAAAAAAA

Juana temió que vinieran sus vecinos a tocarle el timbre y preguntarle qué estaba pasando. Los gritos se oían desde el edificio de al lado.

-          Cómo me mintió!!!!!!!! ESSSSSSSSSSSSSSSSSS
-          UN HIJO DE PUTA!!!!! Reafirmó Juana.
-          Sí, pero a ese hijo de puta yo lo quiero! La puta madre!!!! Me quiero matar Juani…. Qué más sabés? Quiero saber todo! No me ocultes nada por favor.
-          No sé más! Te juro. No hablé más con Cecilia… todo lo que te conté, es lo que sé. Tienen dos hijos. Estaban medio mal. Pero no había intenciones de separarse para nada. Al menos ella no me contó que él se lo hubiera planteado nunca…Estás enojada conmigo?
-          Cómo me voy a enojar con vos!! Estoy enojada con ese…
-          …hijo de puta, sí, me quedó claro!!
-          Jajaja Julieta se rió mientras seguía llorando y desparramando moco...
-          Por un momento pensé que te ibas a enojar conmigo… no sé… tuve miedo.
-          Vos no tenés la culpa. Igual, no te lo tendrías que haber guardado taaaantos días.
-          Sufrí un montón Juli, un montón!
-          Por qué no me dijo la verdad? Por quéee?? Eso me pregunto yo! No era más fácil decirme que no se iba a separar nada, que estaba recontra re casado y que pensaba seguir estándolo así por mucho tiempo más...?
-          Bueno, igual, ellos están bastante mal hasta donde sé…
-          Ok… pero de ahí a separarse ya hay una distancia… por qué si yo fui clara con lo que quería, él me mintió? por quéee??
-          Justamente… porque vos fuiste clara con lo que querías. Y vos no querías ser la amante mi amor.
-          Tengo ganas de ir a buscarlo y cagarlo a piñas. Pasarle con el auto por arriba. No sé! Empujarlo del balcón…
-          Querés que te ayude??
-          Jaja callate boluda!! Era la segunda sonrisa con llanto que había logrado arrancarle. Me quiero morirrrrrrrrr…. No puede ser!! Qué boluda que soy dios mío… no aprendo más!! No aprendo más!! Sigo creciendo, sigo acumulando años al pedooooo…
-          Bueno, bueno… no seas tan dura con vos misma. Te enamoraste. Punto. si el tipo resultó ser un trucho, vos no tenés la culpa. Elegiste mal quizás, pero en el fondo, vos no tenés la culpa de que sea tan…
-          HIJO DE PUTAAAA!!!!!!!
-          Si seguís gritando así, me van a venir a tocar el timbre por ruidos molestos…
-          Es que me dan ganas de matarrrrllllooooo…
-          Qué vas a hacer??
-          Quiero verlo. Quiero que me lo diga en la cara. Que se atreva el muy cagón. Que tenga huevos. Que los ponga sobre la mesa.
-          Pero… te parece? No es al pedo generar un encuentro así…?
-          Es que no le voy a decir que me enteré la verdad, no-no-no, lo voy a citar nomás… como hacíamos siempre… y ahí sí! Que me diga la verdad.
-          Ayy Juli… no sé. Ya está… te enteraste. Cuántas mujeres querrían saber la verdad antes de meterse en una historia sin fin de mentiras, traiciones y trampas… vos ya sabés como es él, bastante a tiempo, no?
-          Y vos me vas a acompañar! Julieta exclamó sin escuchar para nada la última frase que dijo su amiga.
-          Qué? A dónde??
-          Vos vas a estar ahí por si las dudas.
-          Estás segura de lo que estás diciendo?
-          Más segura que nunca amiga. Vos tenés que estar conmigo, o no?
-          Obvio, contestó Juana, dudando en el fondo de que fuera una buena opción esa de encontrarse.
-          Dios mío… dijo Julieta, desplomándose en el sillón… y yo que pensé que me habías dicho de venir para contarme algo jugoso tuyo…
-          No, olvidate, yo estoy más aburrida que película de canal 9 un sábado a la tarde…
-          Porque querés…
-          EHHH?!?
-          Sí, no te hagas la boluda, porque querés… porque vos sabés que si te querés divertir lo llamás a Sebastián y punto…
-          Puede ser que no aparezca Sebastián en una conversación?... aparte… nada que ver…
-          Por favor! Tu cara te vende. Sos pésima mintiendo.
-          Bueno, no estamos acá para hablar de Sebastián… volviendo al tema, en dónde querés citarlo?
-          Le voy a decir que vaya a la plaza de Juramento. Te parece?
-          Perfecto. Y yo dónde voy a estar?
-          No sé… cerca… por ahí… mirando la situación. Te voy a necesitar ahí amiga cuando termine de matarlo a piñas…
-          No… pará…violencia no…
-          Es una forma de decir… igual, ganas no me faltan. Eugenia sabe de esto?
-          No te vas a enojar?
-          Ok, sabe también.
-          Es que…
-          No te hagas drama, me imagino. No sabías que hacer y lo hablaste con ella.
-          Se dio…
-          Ok… tenés algo fuerte para tomar?
-          Ayyyyy hablaste como en las novelas…
-          Te juro… ojalá lo fuera… me siento tan como el orto que si desapareciera ahora mismo, si la tierra me tragara, si…
-          Bueno, tengo Fernet, speed con Vodka, pero los speed los tengo desde hace mucho tiempo, no sé cómo están… tengo vino.
-          Haceme un fernet por favor.
-          Mejor hago dos.
-          Pensé que esta vez era él…
-          Me parece que los “él” no existen Juli…
-          Sí existen. Hay miles de mujeres que encuentran su “él”…
-          Puede ser…
-          Yo fui la imbécil. Este “él” estaba ocupado… aunque me dijera que no, lo estaba…
-          Exacto.
-          Estuve ciega. Mal.
-          Bueno, pero por suerte te enteraste a tiempo amiga ya te dije… igual, cómo te gusta el agua sucia!!!
-          Jajajaj tarada… ojalá hubiese sido limpia!! Y decime… Cecilia está enamorada de él?
-          A ver… cómo te lo resumo… es su “él”…
-          Soy una tarada…
-          Sos humana Juli. Hoy te pasó a vos, ayer me pasó a mí, y espero que mañana no le pase a nadie más… punto.
-          Cómo lo voy a extrañar…
-          Así y todo?
-          Sí, así y todo, y mal que me pese… lo voy a extrañar, me hacía sentir especial…
-          Todo pasa amiga, todo pasa. Vos podés.
-          Haceme otro fernet.
-          Mamita, parecés una esponja.
-          Y pañuelitos por favor…
-          Cómo no señora, algo más?
-          Y un abrazo.
-          Ayyy mi amorrrr… Juana se acercó rápido y le dio un abrazo gigante, mientras su amiga terminó de derramar un par de lágrimas más.

La historia no había terminado bien, como Juana supo desde un comienzo. Pero mejor que terminara a tiempo, antes de que su amiga se siguiera enganchando y la cosa se hiciera mucho más complicada aún.

La intervención fue hecha a tiempo.

Julieta estaba destrozada, pero Juana en el fondo estaba aliviada, no solo por haberle contado, si no sobre todo, por haber rescatado a su amiga de ahí. Al menos eso creía…