domingo, 27 de mayo de 2012

Ámame en cámara lenta

Juana se despertó a razón de dos veces por hora, a veces sintiendo calor, otras sintiendo frío. Es ese despertar atontado, en el que no sabés bien dónde estás, quién está a tu lado, si es de día o de noche… La primera vez, sin embargo, escuchó el televisor en el comedor, señal de que Sebastián seguía allí. Las siguientes, ya todo estaba en silencio… ¿seguiría allí? Juana estaba todavía demasiado volada como para levantarse a chequearlo.

Cuando estaba por fin descansando profundamente, Sebastián la despertó para darle el antibiótico. Lo tomó con otro vaso de Seven-Up, lo miró con cara de agradecimiento, y se volvió a dormir de inmediato.

La mañana la encontró mejor. La fiebre había bajado y la garganta le había dado algo de tregua. Sebastián seguía allí, preparando el desayuno.
-          Hola…-Dijo Juana con voz ronca.
-          Hola, buen día, cómo estás? si querés pegate un baño, yo estoy preparando el desayuno.
-          Estoy mejor, gracias… ¿no fuiste al trabajo?
-          No, ya avisé que llegaba más tarde, tengo tantas horas extras adentro, que si me dicen algo, son unos caraduras… ¿vos tenés que avisar, no?
-          Sí… ahora le aviso a uno de los chicos por mensajito. Dónde dormiste?
-        En el sofá... por?
-       No, por nada, quería saber... bueno, me voy a bañar.
-          Dale, te espero…

Juana se metió al baño con su celular. Se miró al espejo y se vio bastante desmejorada. La cara amarillenta, las ojeras remarcadas, los bucles entre secos y pegoteados. El efecto fiebre es lo menos sexy en la faz de la tierra.

Mientras hacía pis, le escribió un mensajito a Fede: Hola amigo, estoy con angina pultácea, hoy no voy a trabajar, mañana tampoco.. le avisás a Anselmi? Ayer caducó la salida con Sebas…
Fede: No!! Me quiero morir muerto! Qué cagada que al final no se vieron!! Yo le aviso a Anselmi, quedate tranqui.
Juana: mmmm sí nos vimos… vino a cuidarme… lo podés creer?? De hecho, todavía está acá.
Fede: noooooooo… soy yo y me lo como crudo!
Juana: si me vieras,  no dirías lo mismo… estoy para atrás…
Fede: bueno, entonces… espero a recuperarme  y me lo como crudo!!
Juana: no te lo voy a negar, estoy tentada!! Jaja
Fede: dejate ser… beso amiga! Mejorate!

Juana se metió debajo de la ducha caliente y sintió un gran alivio. Ese alivio que provee el baño después de horas de fiebre, sudor y más fiebre. Cuando salió, se enfundó en una bata de toalla, que estaba usando por primera vez; se la había regalado Susi y había dormido en el mueble del baño desde ese día... por fin había tenido oportunidad de estrenarla.

Con la bata puesta, pasó rápido para su habitación. Se calzó un pantalón de jogging flojo y una camiseta de algodón. Se dirigió al comedor a paso lento.

Allí lo vio a Sebastián tomando mate y mirando un partido de tenis en la tele.
-          ¿Quién está jugando?- preguntó para romper el hielo.
-          Delpo… ¿te hago un té?
-          Dale, gracias.

Juana se acomodó en la silla y vio como Sebastián se metía en su cocina como si fuera propia…

Qué buen culo tiene- pensó. Regresó de su pensamiento lujurioso y se puso a mirar a “Delpo” como si entendiera algo de tenis, para disimular nomás…

Sebastián volvió con una taza humeante de té, que le alcanzó hasta donde ella estaba sentada. Juana tomó la taza entre sus manos, para darse calor y le dio un pequeño sorbo.  
-          Pusiste el aire, no?
-          Sí, tenés mucho calor?
-          No, está perfecto –Juana le dio otro sorbo a su té- Sebas, ya está…
-          ¿Qué?
-          Digo… ya me cuidaste, podés hacer tus cosas…
-          ¿Me estás echando?
-          Nooo… pero estoy mejor, me bajó la fiebre…
-          ¿Te tomaste?
-          Sí, recién. Tengo 37,3.
-          Ah… pero no se te fue del todo.
-          No, pero es febrícula, tranquilo… ahora tomo el té y me meto en la cama de nuevo.
-          ¿No querés que me quede?
-          La verdad… estuviste divino conmigo, pero no me quiero abusar.
-          No te estás abusando, me quedo porque quiero.

Y la miró con esa mirada que él sabe.

-          Bueno, gracias, pero me da cosa… no sé.
-          Bueno, mirá… vamos a hacer así, yo ahora me voy, porque además te veo mejor es cierto. Voy para la planta, chequeo que esté todo bien, hago un par de cosas y vuelvo…

A Juana la actitud le encantaba, pero empezaba a sentir algo de temor…algo de ahogo… como que la cosa se estaba acelerando un poco. Nnnjjjj-nnnnjjjj… Luz roja. Alerta.

-          No hace falta, de verdad.
-          Pero quiero saber cómo estás.
-          Bueno, yo te llamo más tarde, te cuento.
-          ¿Me vas a llamar?
-          Sí, obvio.
-          Bueno, ok. Acepto.

Fiuuuu… Sebastián estaba comportándose de una forma tan divina y tan desconocida para Juana que le provocaba curiosidad, ansiedad y nervios todo al mismo tiempo. Un cocktail demasiado fuerte para un lunes a la mañana todavía con malestar.

Ella se quería dejar amar... pero digamos... en cámara lenta.

martes, 22 de mayo de 2012

Fiebre de domingo por la noche

Juana se preparó unas milanesas al horno con puré de papas. Menú extraño para un domingo al mediodía, por lo menos para los domingos al mediodía de Juana desde hacía varios años. Pero, desde que había decidido independizarse de los almuerzos en el club, variaba de menú libremente.

Un domingo más, había desistido de ir, aunque su hermana y su mamá estuvieran almorzando allí. La cuota de familia por el fin de semana ya estaba cubierta. Más, podía causarle algún malestar. Extrañaba un poco a Ele, pero no faltaría oportunidad de verla en otro momento.

La milanesa le pasó como una lija por la garganta. Por eso, cada bocado de milanesa estuvo acompañado por una porción de puré, como para suavizarlo.

Mmmm este dolorcito me está preocupando… no me estará por agarrar… no, hoy no puede ser, hoy no por favor.

Hacía varios meses que Juana no se agarraba su bendita angina pultácea del año. Siempre, como mínimo, eran dos.

¡Cómo me está costando tragar! Y que frío hace en este departamento.

Juana se recostó en el sofá con una manta polar encima para ver un poco de tele. Se quedó dormida casi sin advertirlo.

Cuando despertó, dos horas después, sentía más frío que antes. Quiso tragar y ya no pudo.

¡Dios, no me podés estar haciendo esto! Hoy me encuentro con Sebastián.

Pero es sabido, el hombre propone... y Dios dispone.

Juana se tomó la temperatura y el termómetro impiadoso le marcó 38.9, sí-sí… casi 39.

¡No! ¡No! ¡No! ¡No puede pasarme esto! Gritaba sola Juana en su departamento. Bueno, gritar es una forma de decir, porque apenas le salía la voz…

¡Me quiero matar! ¡Matame, Dios, matame! ¡Prefiero que me mates ahora mismo!

Con el componente de exageración que había heredado de Susi, más una agregado plus que ella misma le sumaba, Juana le imploraba al cielo raso de su departamento, y a través de él, al amo de todos los amos que la dejara salir ese día, que no se enfermera del todo, que un ibuprofeno hiciera milagros… hasta que una hora después dijo: Me rindo…

Tardó media hora más en avisarle a Sebastián a través de un mensajito de texto que tenía que suspender el encuentro, porque se sentía muy mal e iba a llamar al doctor.

A los dos minutos, él la llamó por teléfono a su casa.

- Hola Juana, cómo estás? ¿Qué te pasó? ¿Qué tenés?
- Creo –tragó dificultosamente- que es angina… angina pultácea…
- Terrible… qué dolor. Entonces listo, no se diga más, voy para tu casa.
- ¡No! -Le dolió bastante la garganta cuando dejó escapar la negación.
- No voy a aceptarte un no como respuesta. No seas caprichosa. Voy saliendo. Ahora… si me querías en tu casa, hubieses inventado algo más original, no? Otra excusa…
- No estoy inventando nada, no te quería en mi casa y no quiero que vengas.
- No seas orgullosa, voy para allá.

Juana pensó: estoy hecha un verdadero desastre, toda transpirada, con cara de espantapájaros y encima con este aliento de zombi… no daaa…

- Mejor nos vemos en la semana. Si esperamos tanto, podemos esperar un poco más, no?
- Juana…
- Sí…
- ¿Te puedo pedir una cosa?
- Dale, pedime…-dijo Juana, sabiendo que venía de regaño…
- ¿Te podés dejar mimar?

Juana sintió que se derretía como un helado de crema puesto a la hornalla… y no sabía muy bien si era por la fiebre que tenía o por las palabras que acababa de escuchar.

Lo cierto es que Sebastián logró su objetivo.

- Bueno, ok… eso sí, me vas a obligar a bajar a abrirte así en este estado…
- Bueno, pero te ahorrás de ir a comprar los remedios, no?
- Ah… eso sí. Bueno, me estoy metiendo en la cama.
- Ya salgo para allá. Un beso.
- Gracias. Nos vemos.

Juana se acostó, se tapó hasta la garganta y llamó a la guardia de su prepaga.
 
Quince minutos después, le tocaron el timbre. Ella no sabía quién era, si Sebastián o el Doctor.

-          Doctor de Osde.
-          Ya bajo.

Bajó como pudo a abrirle al doctor y en eso vio que Sebastián estaba estacionando enfrente. Hizo pasar al doctor y esperó a que Sebastián cruzara. Lo saludó con un beso en la mejilla.

Qué situación más incómoda –pensó- con el doctor y Sebastián en el ascensor.

Menos mal que el doctor rompió el hielo.
-          ¿Qué hizo muchachita? ¿Tomó frío?
-          Ayy Doctor, no sé… siempre me agarra.
-          Pero no se deje agarrar señorita! ¿O debo decir señora?

Juana lo miró a Sebastián con cara de sorprendida. Sebastián le sonrió.

-          Señorita doctor, señorita.

Pasaron al departamento y fueron hasta su habitación. El Doctor le tomó la fiebre, mientras le revisaba la garganta con un bajalenguas y una linternita minúscula.

-          Placas mi querida. Y 39.3. Está volando de fiebre. Tiene que tomar antibiótico, ahora le hago la receta. ¿Su credencial?
-          La tengo en la billetera, en la cartera que está colgada en la silla del comedor.

Sebastián intervino por primera vez.
-          Yo voy a buscarla.

El doctor hizo la receta, le recomendó hacerse un hisopado la próxima vez, antes de comenzar a tomar el antibiótico, ya que Juana le dijo que esta vuelta no quería esperar para comenzar a tomarlo. Necesitaba sentirse bien.  

El doctor se despidió de Juana y fue Sebastián el que lo acompañó esta vez hasta abajo. Cuando subió, la miró a Juana con cara de: “qué anduviste haciendo?”
-          Te digo que siempre me agarra…
-          Bueno, voy a comprar los remedios. ¿Necesitás algo más?
-          Sí, ¿no me comprarías Seven-Up?

Siempre que se enfermaba, a Juana le gustaba tomar Seven-Up.

-          Muy bien, voy a comprar y vuelvo.
-          Dale…

Juana escuchó que la puerta se cerró y no podía salir de su asombro…

¿Sebastián está en mi casa cuidándome y ahora está yendo a comprarme los medicamentos?

No sabía si lo que estaba viviendo era producto de un delirio febril o era parte de la realidad.

Drogada por la fiebre, con las mejillas coloradas, los ojos a Juana le empezaron a pesar una tonelada. Antes de que Sebastián volviera, se quedó nuevamente dormida.

Se despertó con Sebastián al costado de su cama, ofreciéndole un vaso de Seven-Up para que tomara la pastilla. Y un bowl con agua helada y un paño que le puso de inmediato en la frente.

Juana sintió escalofríos en todo el cuerpo.
-          Esto es bueno Juana, te va a ayudar a bajar la fiebre. Mi abuela siempre me los ponía cuando estaba enfermo.

Juana volvió a sentir escalofrío, por el contraste que le provocó el frío del paño en la frente que ardía.

No tuvo fuerzas para contestar.

A pesar de estar volando de fiebre, sudada y tapada hasta la cabeza, la satisfacción interna que sentía por estar acompañada le dibujaba una sonrisa interna. Una sonrisa imaginaria. Una sonrisa que después… ahora sí a causa del delirio febril… empezó a imaginársela de colores…

viernes, 18 de mayo de 2012

delete

Juana se la pasó escuchando a Bebe esa mañana, descubriendo sus canciones, enamorándose de sus melodías y sintiéndose identificada en más de una ocasión con sus letras…
Entre ellas, hubo una en particular que le hizo recordar el dolor que alguna vez sintió al separarse de Sebastián… y la necesidad que tuvo en ese momento de escuchar una palabra de aliento, que alguien le diera un empujón… lo cual la hizo acordar a su amiga, por eso decidió llamarla.

El teléfono sonó bastante. Cortó y volvió a intentar. Julieta atendió.

-          Hola Amiga, cómo va?
-          Y… bien no, pero bueno… ya pasará supongo. Tengo los ojos como un sapo, no te miento.
-          Jaja lloraste mucho?
-          Creo que agoté el cúmulo de lágrimas que tenía… me quedé seca Juani… si me piden de llorar un poco más, no sé si me van a salir más lágrimas… estuve tan, pero tan patética que me saqué una foto para recordar este momento para siempre.
-          ¡No te puedo creer! ¿Me estás jodiendo?
-          Para nada… te juro… estaba con una remera vieja de los Rolling Stone, con unos calzoncillos viejos también, no sé ni de quién son, creo que de Manuel… pero es un dato menor… con medias hasta las rodillas y con chancletas… me levanté para ir al baño y pasé por delante del espejo que ustedes me regalaron… y ahí me vi. Patética como pocas veces estuve. En serio… Y ahí dije… naaa… tengo que retratar este momento…
-          Me matás Juli, me matás, disculpame que me ría… pero cómo lo contás… te juro… no puedo evitarlo… ¡quiero ver esa foto! Después pasámela…
-          Dale, te la paso…
-          Y… me animo a preguntarte… ¿novedades del patológico?
-          No, para nada… pero mejor. Empecé un proceso de deleteo.
-          ¿Cómo? ¿Qué es eso?
-          Sí… borré todos los fucking mails que me envió.
-          ¿Ya? ¡Qué rápido! ¿No te vas a arrepentir?
-          No, no me voy a arrepentir… el dolor me está matando… siento como una daga en el medio del pecho que se incrusta a cada rato… ni ganas de comer tengo… pero te juro que no me voy a arrepentir.
-          Bueno, mejor. Deletealo.
-          Y también borré todos los mensajitos y tiré un par de boludeces que me regaló… pensé en hacer una mini fogata en el baño, pero me dio miedo de prender fuego todo el departamento, así que me abstuve…
-          Ayy por favor, por lo menos le ponés onda…
-          Sí, ahora… que estoy charlando con vos… ayer a la noche casi me suicido.
-          Ayy amiga…
-          ¿Cómo te fue con tu hermana y tu mamá?
-          Ah… re bien por suerte. Valeria le contó la verdad a mi mamá y aunque sé que se vienen tiempos difíciles -por no decir dificilísimos-, prefiero que sea así.
-          Sí, obvio totalmente…
-          Además, como Vale se queda unos días más, vamos a ir a ver a mi papá.
-          Qué bueno Juani eso que me contás, me alegra mucho. Por lo menos te tengo a vos, que me aportás algo de alegría… y bueno, a Euge también, no?
-          ¿Qué vas a hacer gorda hoy?
-          Hoy nada… ahora en un rato voy a prepararme algo, porque no puedo estar sin comer…
-          Ah… sí, dejate de joder con no comer.
-          Además… con el frío que está haciendo hoy y la cara que porto, mejor me quedo adentro… supongo que voy a mirar alguna película romántica para masoquiarme un rato… ¿Y vos?
-          Chan chan… quedamos en encontrarnos con Sebastián…
-          ¡Bue-ní-si-mo! Voy a terminar siendo la única solterona del grupo vas a ver…
-          Dejate de hablar pelotudeces querés… hablando de frío, me parece que me voy a tomar algo, porque siento una leve molestia en la garganta… no sea cosa que me enferme.
-          Uy nena, cuidate! Bueno, voy a ver si sigo llorando un rato más…
-          ¿No era que te habías secado?
-          ¿Y desde cuando creés en lo que digo? Lloro como marrana, pero después me siento mejor. El tema es como cíclico igual. Lloro, me siento mejor, al rato vuelvo a llorar.
-          Bueno, es normal. Sacá todo para afuera, que si no lo sacás, sale por otro lado…
-          Mejor no ahondo en este tema con vos, porque me vas a psicoanalizar… bueno amiga, suerte hoy!
-          Gracias! Cualquier cosa me llamás.
-          Sí, beso enorme! En serio, gracias… Te quiero.
-          Beso! Y fuerza, que todo, todo pasa. Seguí deleteando! Ah pará gorda, antes de cortar te quería decir algo, por eso te llamé también…
-          Sí, dale, decime…
-          Si podés escuchá a Bebe…
-          ¿Quién es Bebe?
-          Una cantante, googleala… anotá, buscá esta canción, está hecha para vos hoy. Se llama “Ella”… escuchala y después me contás.

Julieta cortó el teléfono, agarró su computadora y googleó a Bebe. En Youtube empezó a ver el video que su amiga le había recomendado… y lo hizo a todo volumen.

martes, 15 de mayo de 2012

5 pal´ peso

Esa noche Juana volvió a su departamento en radiotaxi, y mientras viajaba, bajó un poco la ventanilla para dejar que el aire fresco le acariciara la cara. En la radio sonaba una canción de Bebe… "hay un trozo de luz en esta oscuridad"...“el tiempo todo calma, la tempestad y la calma…”...

Juana sabía que igual Valeria se iría a vivir afuera, y que igual su mamá la iba a extrañar horrores… pero las cosas en su lugar.

“siempre me quedará, la voz suave del mar”…

Además, había logrado arrancarle una promesa a Valeria… irían juntas a visitar a su papá. Después de todo, Valeria se lo debía; Juana la había ayudado mucho, había dado la puntada inicial que permitió desandar el tema… tanto así, que incluso su madre había llegado a pensar que la embarazada era ella…

“siempre me quedará…”

Aunque, en el fondo, Valeria deseaba ese encuentro. No era algo que fuera a confesar tan abiertamente, pero al haber aceptado, lo estaba asumiendo.

Cuando el taxi se encontró con la puerta de entrada del edificio de Juana, ella lo lamentó…. Quería seguir escuchando esa canción y quería seguir pensando, sintiéndose libre, con el aire en la cara, empujando el pelo hacia atrás… una escena taaan fílmica. Juana solía pensarse a sí misma como viviendo una película. Y cuando la película estaba buena, mucho mejor. Disfrutó ese viaje desde la casa de su madre, como hacía mucho tiempo no lo hacía.

Apenas cruzó la puerta de su habitación, se desplomó en la cama con la ropa puesta. Miró hacia el techo y le agradeció a su Dios un poco por todo. La complicidad con su hermana; el que ella hubiera decidido enfrentar la situación; la cena que finalmente las encontró disfrutando de un momento agradable… las tres solas y juntas.

Tan solo quince minutos más tarde -con pijama de algodón puesto- Juana se quedó profundamente dormida.

Se despertó en un casamiento. ¿De quién?

¡El de ella! ¿Con quién? ¡Con Sebastián por supuesto! Ella estaba vestida de blanco, linda, muy linda… pero extraña. Algo le faltaba… En las corridas de los arreglos, se dio cuenta de que le faltaban los aros… Pero cómo!? ¿Cómo se había olvidado de eso? Volvió para ponérselos. No eran los más lindos, pero al menos tenía los aros puestos.

Luego, se dio cuenta de que le faltaban los zapatos… ¡sin zapatos! Sin zapatos no podía casarse… ¿a quién se le ocurre? Cuando solucionó el tema de los zapatos, se dio cuenta que también le faltaba…

Y así Juana, no paró de buscar cosas para su casamiento de manera desesperada… ¡pero le faltaba de todo!

A la mañana, por teléfono, intentaba explicarle a Fede su sueño… que más que sueño, se había convertido en una pesadilla…

-          Ay Fede… no sabés qué angustia! Qué feo sueño… iba y me tenía que volver, porque siempre me faltaba algo.
-          Pero qué raro ese sueño! Nena… tenés que pensar que te falta a vos para casarte!!
-          Jaja ¿qué me falta? Hoy me falta todo.
-          Bueno, ahí tenés… me lo acabás de decir…
-          Sí, es cierto…!! Igual, para ser sincera, primero me falta el candidato.
-          Nooo mi vida, eso no te falta… no te hagás la zonzita…
-          Jaja bueno, ponele… ponele… pero después… me falta de todo.
-          Bueno, paso a paso… que de a poco, se llega. Mirame a mí… ¿quién te hubiese dicho que iba a estar conviviendo con mi amor?
-          Es verdad! ¿Quién lo hubiera dicho? ¿Qué van a hacer hoy?
-          Hoy tranqui, almorzamos acá en casa y después vamos al cine…
-          Ay qué lindo! Yo también quiero contarte, porque no te conté nada… por ahí hoy lo veo a Sebastián… qué nervios!! Después de San Pedro, salvo por lo de su abuela, no nos volvimos a ver…!
-          Bueno, mucha, mucha merd princesa! Después me contás cómo te fue!
-          Gracias Fede!! Nos vemos mañana. Besototee

El casamiento apareció en un sueño, al que le faltaba aparentemente de todo, pero había aparecido. Y eso, aunque Juana no pudiera verlo, era lo importante.


domingo, 13 de mayo de 2012

Lado B

Una vez que la madre de Juana se recompuso, tomó agua y respiró a un ritmo normal… Juana pudo explicarle que no era de ella el bebé.

La cara de Susi se desencajó… ¿entonces de quién?
¿Pero cómo? ¿No es lógico que sea de Valeria?- Pensó Juana para sus adentros.
Parecía que no.

Por fin Valeria intervino.
- Má, yo voy a ser mamá.
- ¿Valeria? ¿Vos?
- Sí, má, yo… ¿por qué te sorprendés tanto?
- No, no… es que no lo esperaba… ay mi amor!! No lo puedo creer. Felicitaciones hija!
Susi se puso a llorar, abrazando a Juana y Valeria al mismo tiempo, una de cada lado y como podía.
-          Estoy tan feliz!
Juana sentía que su mamá se estaba olvidando de una parte importante.
-          ¿Y Fernando?- preguntó Susi.
Justo esa parte no.
-          Ya te dije má, Fer no pudo venir porque tenía un evento de la empresa.
-          ¿Un evento de la empresa un día sábado? ¿Y justo cuando me venís a contar esta noticia?
-          Sí, má… ahora es así, los eventos se hacen también fuera del horario laboral, incluso los fines de semana.

Juana comenzó a hacerle un gesto disimulado con las cejas a su hermana (algo así como arquearlas más de lo habitual y llevarlas hasta donde más alto podía, acompañado por un leve movimiento de cabeza hacia el costado), para advertirle que Susi aún no había caído de la parte mala de la noticia. Del lado B digamos…

-          Ayy mi amor… no importa… estoy tan contenta, que soy capaz de entender eso y mucho más.

Las cejas de Juana prácticamente bailaban sobre sus ojos, porque era el momento oportuno para recordarle la partecita del viaje… pero no. Valeria no paraba de hacerse la tonta; iba a conseguir un doctorado en “me-hago-la-boluda-punto-com”.

-          ¿Y para cuándo tenés fecha mi amor?
-          Para enero...
-          …Mmm... lo único es que te vas a pasar los últimos meses con un calor terrible...
-          Sí, eso sí…

¿Eso sí? Juana no podía creerlo. ¿Qué parte de que no iba a pasar el embarazo en Argentina Susi no quería admitir?

En un acto absoluto de negación, Susi seguía hablando como locomotora a vapor, sin siquiera tener el mínimo recuerdo de que su hija, en su último viaje a Córdoba, le había dicho que se iba a vivir a Estados Unidos en poco tiempo más.

Susi se levantó de la mesa, dispuesta a preparar la cena.
-          Má…

Juana intentó abrir la boca y Valeria, como tantas veces hizo en su adolescencia, la pateó por debajo de la mesa.

-          Ouch!
-          Qué pasa Juana?- Le preguntó la mamá.

La cara de Valeria estaba en llamas. Le hizo un gesto a Juana con la mano de “te corto el cuello”, mientras Susi no miraba. Y lo repitió más de una vez, estilo psyco. Gesto que Juana respondió con un “vení-vení” a través de un movimiento con su dedo índice. Lenguaje por señas que le llaman…

Ambas se levantaron al mismo tiempo. Susi preguntó qué iban a hacer.
-          Le voy a mostrar algo arriba, má- contestó Juana.

Apenas dejaron atrás la cocina, Juana empezó a hablarle en voz baja a su hermana.

-          Me estás jodiendo nena?? Cuándo le vas a recordar a mamá que te vas a vivir a Estados Unidos? Parece que le hubiera pasado un camión por la cabeza y, como en las novelas, sobrevivió… pero perdió la memoria!
-          Bueno… ¿qué querés que haga? Es re difícil… claro, no? Para vos es muy fácil, total… vos no estás embarazada… y no te vas a vivir afuera.
-          No, justamente. Yo no soy la que está embarazada y a punto de irse a vivir afuera… nena, sos vos! Valeria, te lo digo así: o se lo decís vos o se lo digo yo.
-          Ok… ok… al final siempre igual. No me entendés.
-          Lo mismo digo.

Volvieron las dos juntas para la cocina. Susi ya estaba en plena preparación de lo que se suponía iba a ser la cena; comenzando a hacer una rica masa de pizza.

-          Má…-Dijo Valeria tímidamente.
-          ¿Qué Vale? -Preguntó Susi mientras seguía amasando, dando vuelta la cabeza como la nena de Poltergeist.
-          Má… vos te acordabas, no?
-          ¿De qué Vale? Siempre con misterios ustedes. Andá al grano.
-          ¿Te acordabas de que me voy a Estados Unidos, no?

Como si le hubiesen tirado un balde de agua helada, estando desnuda y en plena plaza pública… Susi se quedó por unos instantes con la boca semiabierta, los ojos se tornaron rápidamente vidriosos y las manos quedaron estáticas entre medio de la masa.

Las chicas, del otro lado de la mesa, miraban sin saber bien qué hacer. ¿Correr a abrazarla?, ¿Tomarle el pulso?, ¿Salir disparando?, ¿Llamar al 911?

Se quedaron ahí paradas, sin hacer nada de eso. Parecía el juego de las estatuas que tanto habían jugado de chicas. Todos quietos, aunque te picara la nariz o tuvieras muchas ganas de ir al baño.

-          Má…-Atinó a decir Juana.

Parece que ese “má” destrabó el hechizo y automáticamente Susi… rompió en llanto. Ahí sí, tanto Valeria –sí Valeria- como Juana salieron corriendo a abrazarla. Susi, con las manos enmasadas” volvió a abrazarlas esta vez más fuerte.

-          Hija… me había olvidado que te ibas…-Decía mientras lloraba.

Fue difícil consolarla. Estuvieron más de media hora simplemente para que dejara de llorar. Cuando lo lograron, Juana prosiguió como pudo con la tarea de la pizza y Valeria y Susi siguieron charlando.

La transición de ese momento a otro más relajado, fue más prolongado de lo que Juana hubiese deseado para un sábado a la noche. Pero Valeria tuvo que ir de frente esta vuelta. Y, aunque Juana la había ayudado un montón, por fin había podido hacerse cargo. Tomar la palabra.

A eso de las doce, después de las noticias, los llantos y la recuperación de Susi (leeentaaa recuperación), pudieron sentarse a comer finalmente.

No fue ni la mejor pizza del mundo (la había hecho Juana) ni un sábado de pura algarabía. Pero no había que dejar de lado que, a pesar de todo, una nueva vida vendría  al mundo… y que tanto Juana como Susi -a la distancia o no- iban a tener a una nueva personita a quien amar. Y eso valía (toda) la pena.