jueves, 25 de octubre de 2012

Mirame, mirame, mirame... y dejame de mirar


- Estoy a full… Eso, a full. En el trabajo muy bien, porque Anselmi ahora me está dando más crédito, ya no me hincha tanto las pelotas con boludeces –perdón la expresión, pero es así- y estoy metiendo cuentas nuevas… así que re bien.

- Muy bien, trabajaste mucho para eso.

- Sí, la verdad que sí…

- ¿Y el resto?

- Bien, empecé el gimnasio, te conté?

- No, no me habías dicho nada.

- Ah, bueno sí. Empecé el gimnasio. Un flash… hacía mil que no iba a uno. Todavía estoy como investigando las clases, metiéndome aquí y allá, de a poco… pero tenía que arrancar, porque viste que estoy más gordita, no?

- No lo había notado.

- Bueno, sí. Estoy más gordita… por eso, ya arranqué.

- Muy bien.

- Y bueno… también…

- Sí…

- Me reencontré con Pedro.

- ¿Quién es Pedro?

- ¿Nunca te hablé de Pedro?

- No.

- Pedro es un pibe con el que salí hace unos años… bueno, salir -Y Juana hizo con sus dedos la forma de unas comillas-… salir es una forma de decir… en realidad, curtíamos.

- Ajá, ¿y te reencontraste…?

- Hace unos días. Un bombón. Un bombón con dulce de leche repostero.

- ¿Y qué pasó?

- Nada, nada –Juana contestó rápido como si su psicólogo le hubiese preguntado por sexo-. Sólo fuimos a almorzar… pero te digo… ¿cómo lo digo?

- Decilo.

- Me re calenté…

- … y sólo almorzaron.

- Sí… sólo almorzamos, pero está taaan bueno. Siempre me gustó en realidad. Es más… cuando estuvimos juntos, nunca llegué a entender bien por qué.

- ¿Cómo?

- Claro, siempre me pareció que él estaba más que bueno, no entendí por qué me había dado bola a mí.

- ¿Y por qué no iba a dártela?

- No sé… tan fachero… podía estar con la mina que quisiera.

- … Y te eligió a vos.

- Sí, me eligió a mí… re loco, no?

- ¿Y después qué pasó?

- Ah… no, después nada… nos vimos un par de veces y chau, lo corté…

- ¿Se dejaron de ver?

- Claro! Le eché fli… qué tonta, no? Pero bueno, ahora nos volvimos a encontrar. Por algo es, no? ¿Vos creés en las señales?

- No, vos sí?

- Por-su-puesto… por algo las cosas pasan, no?? Digo… volvérmelo a encontrar, en una ciudad tan grande, justo en la puerta de mi laburo… te dije que me lo había encontrado en la puerta de Anselmi…?

- No, no me habías dicho.

- Ah sí, en la puerta del laburo. Y con traje.

- ¿Por qué señalás lo del traje?

- Porque él siempre se vestía más informal, qué sé yo… estaba como distinto...

- ¿Con el traje te gusta más?

- Sí… mucho.

- Justo ahora que estabas enganchándote con Sebastián…

- ¿Qué?, ¿Yo?... yo no me estaba enganchando con Sebastián –Juana había enfatizado la palabra enganchando de forma particular-… estábamos empezando a vernos más seguido quizás… ¿Por qué me decís eso? ¿Qué tiene que ver Sebastián ahora?

- Justo ahora que estabas empezando a mirar a Sebastián de otra forma, y que él te estaba empezando a mirar de otra forma también, mirás a otro. A otro que, cuando te había empezado a mirar, dejaste de mirar…

- Primero, me mareaste un poco con el tema de la mirada… Sebastián me gusta sí… pero eso no significa nada. Después, Pedro me gusta más… es como que tiene ese que sé yo que me pone la piel de gallina… no sé! Me puede… así que no tienen nada que ver uno y otro. Van por calles separadas.

- Okey. ¿Y vos, dónde estás?

- ¿Yo, dónde estoy, cómo?

- Claro, si ellos van por calles separadas, vos… ¿Dónde te ubicás en ese mapa urbano?

Juana  recordó su propio pensamiento de hacía unos días nomás… supo la respuesta, pero eligió decir otra.

- ¿Yo? Haciendo mi propio camino.

- Muy bien, por hoy dejamos acá.

Juana se fue con cierta bronca del consultorio. Sintió como que su psicólogo la había querido enfrentar con algo que le molestaba y no entendía bien por qué… si ella estaba tan bien… volvió mordiéndose los pensamientos hasta su casa. Comió mirando la tele. Y cuando se fue a dormir, escribió un mensaje: Cuándo nos vemos???


martes, 23 de octubre de 2012

Gente con Swing


Desde afuera se veía mucha luz y gente entrando y saliendo. Gente con mucha onda, súper deportivos, con grandes bolsos y Gatorades en la mano… Ella con su jogging negro topo (a causa del uso excesivo a lo largo de los años), unas zapas bastante respetables y el buzo de Puma que se había comprado en la liquidación de invierno del año anterior, cruzó la calle rumbo a la puerta. Si no supiera a dónde se estaba dirigiendo, pensaría que se trataba de un salón de belleza famoso. Su bolso, a diferencia del resto, parecía bastante pequeño, ya que no sabía bien qué tenía que llevar. Más tarde, terminaría por averiguarlo.

La gente a su alrededor parecía conocerse de alguna forma, ya que se saludaban, o se llamaban por su nombre. Había un grado de familiaridad ajeno a ella, a quien siempre la habían hecho sentir incómoda esas situaciones… no le gustaba sentirse muy afuera de nada, pero tampoco le gustaba llamar demasiado la atención.

“Juana, adelante” - se dijo.

-          Buenas tardes, vengo a anotarme.

Antes de que terminara la frase, la chica del mostrador estaba explicándole los 500 planes que tenía como opción. Juana, algo mareada, contrató el más caro, sin saber en el fondo si era el que le convenía o no. Un poco para terminar con el trámite, y otro poco para poner un pie verdaderamente en el gimnasio.

Le tomaron una foto, le dieron una tarjeta de ingreso, y le recordaron que tenía quince días para hacerse el examen físico, o bien, llevar un comprobante de que se lo había hecho afuera.

Juana estaba nerviosa, hacía como un siglo que no pisaba un gimnasio… y menos uno tran grande. Esto es algo así como volver a un boliche después de unos cuantos años… -pensó. Primero tenía que mirar bien el lugar, tratar de ubicarse en el espacio… Era como identificar a dónde estaba la barra y el chico que le gustaba… Por eso antes de dar un paso en falso, se compró una Gatorade de color azul, sin saber de qué gusto era… e identificó de reojo la flecha que la conducía al vestuario.

Cuando bajó, descubrió un mundo nuevo. Mujeres por mil. Mujeres a montones. Chicas mirándose el culo en el espejo (quizás porque lo tenían bien trabajado, quizás porque lo habían pagado caro… pero ahí estaban mirándoselo sin más). Chicas que se peinaban como para una pasarela. Chicas haciendo cola para dejar el bolso o retirarlo. Sprays volando por el aire. Secadores de pelo funcionando. Ropa deportiva de última moda (de verdad, ultimísima moda). Chicas en malla. Duchas y vapores. Espejos y bancos. Percheros y desodorantes. Tetas operadas y tetas naturales. Cremas y cepillos.

Guauuuuu, ya estoy agotada y ni empecé una clase...

Juana se había anotado en un gimnasio importante. No uno de esos chiquitos de barrio, porque necesitaba arrancar con todas las pilas y seguramente si iba a uno lindo, eso la iba a motivar más… Eso, y que había pagado todo el año por adelantado… por lo que si lo dejaba, le iba a doler el bolsillo, antes que el corazón.

Juana dejó el bolso y con coraje -y su humilde pantalón negro topo- emergió del vestuario con aire de grandeza, dispuesta a arrancar su primer día.

Se propuso hacer algo de ejercicio aeróbico, pero sin excederse, porque sabía que su cuerpo no lo resistiría… por lo que se paró enfrente de una cinta para comenzar.

Bien, sólo tenés que arrancar, de a poco… cómo mierda se prende esto??? Voy a quedar como una estúpida si pregunto. Tranquila Juanita, vos sabés inglés… aaaaah sí, quick start…acá…

Y la máquina comenzó a andar, por lo que ella empezó su caminata, sin soltarse ni por un instante del aparatejo bendito. No era joda. Si se soltaba y pisaba mal, se iba de jeta contra la cinta y terminaba estampada en la máquina del que estaba atrás…

De a poco, fue subiendo la intensidad y ahí advirtió que su cuerpo empezó a transpirar… tanto, que las gotas le caían de la frente y por la espalda… y ese fue el momento en el que se dio cuenta que no había llevado toalla… ¡Zas! Ahí está una de las cosas que me olvidé de traer…- pensó.

Caminó unos veinte minutos,  y luego de bajarse de la cinta, sintió que las piernas le temblaban como gelatina fuera del molde… de golpe el mundo hizo woooooowwww un giro fugaz y se tuvo que tomar de una baranda para no irse al mismísimo demonio… estaba un tanto mareada, por lo que tomó un poco de ese líquido azul que le habían vendido como si fuera oro, por el precio por supuesto.

Cuando logró recuperarse, se secó disimuladamente la transpiración fría con la remera. Estiró una pierna y luego la otra y decidió encarar la siguiente máquina. Todos parecían muy concentrados en su actividad, como en su propio mundo, salvo aquellos que mantenían calurosas conversaciones de gimnasio… (cuáles serían, no?).

Se subió a un escalador, que hasta ese momento, ella desconocía.

Escalador – Juana. Juana – Escalador -Se autopresentó. Y comenzó a escalar hacia adelante, a un ritmo tranquilo… al menos lo era, comparado con el ritmo que venía llevando una quinceañera al lado suyo. Una de dos: o la piba se hacía la imagen de que venía persiguiéndola un asesino serial, o quería tener mejor culo que Cinthia Fernández… ¡pero no podía ser el ritmo que le imprimía…! Ella, más modesta, decidió no tratar de imitarla, sino más bien, arrancar despacito.

No vaya a ser cosa que me descomponga acá…

Y así estuvo durante los próximos (y eternos) 8 minutos, escalando sin escalar, pensando en cómo había llegado a generar ese rollo de más, recordando a sus amigas, repasando su día, pensando en Pedro, pensando en Sebastián…

Luego del ejercicio, fue en busca de su bolso, se lavó la cara y se secó con papel. Se miró al espejo, y con el bolso en mano, dejó atrás su primer día de gimnasio. Su primer día, después de algunos años sin actividad. Y se sintió bien, porque se había dedicado un rato para ella misma.

Eso sí, la botellita de Gatorade se la guardó para recargarla con agua la próxima vez.


sábado, 20 de octubre de 2012

To be or not to be (in the middle of...)


No había regresado todavía a la oficina, cuando le sonó el celular.

- Hola má, últimamente me llamás más que a Ele, y ahora qué pasa?

- Ay Juanita, menos mal que me atendiste… no sabés lo que es esto!! Tengo a tu hermana encerrada en tu habitación devuelta, y como si eso fuera poco, Fernando está del otro lado golpeándole la puerta, pidiéndole que salga…

- ¡¿Cómo?! ¿Fernando?... pero si hoy le dejé un mensaje y le pedí que me llamara y ni noticias…

- Bueno, parece que se vino directamente. Entró hecha una fiera, no sabés… tu hermana estaba arriba justo, así que apenas lo escuchó se encerró en el cuarto y no quiere salir… yo no sé qué hacer… nunca lo vi así a Fernando…

- … Ayy má, no me asustes…

- … Es que está como desencajado… y tu hermana que no le quiere hablar, encerrada llorando… Dios mío…

- Bueno, pará, tranquilizate. Si vos te ponés nerviosa, te sube la presión, te lo pido por favor… lo único que nos falta es una tragedia… escuchame… ¿le querés decir a Fernando que me llame?

- Es que no sé si va querer.

- Bueno má, intentalo… otra cosa ahora no puedo hacer… tengo que volver al laburo.

- Ah… pensé que te podías venir para acá.

- Má, soy una empleada de la empresa, no la dueña, viste? No puedo salir cuando yo quiero y no volver más…

- Bueno, bueno… ahora te corto. Voy a hablarle a Fernando, para ver si te quiere llamar…

- Bueno dale, y tranquilizate… que son problemas de ellos.

- Sí… no sabés cómo me tuve que contener las ganas de ahorcarlo…

- … Má, te lo pido por favor, abstenete.

Juana volvió con una mezcla de sensanciones en el pecho. Por un lado, cierta angustia y nerviosismo por la situación que estaba viviendo su hermana. Por otro, cierto acelere y excitación por el encuentro con Pedro. Tenía todas las sensaciones a flor de piel.

Las horas de oficina restantes se presentaron como demasiado largas. No hubo café que pudiera alentarla. No hubo conversación que la motivara. Juana se la pasó navegando en sus pensamientos, sin motor ni remos.
 
Fernando nunca la llamó y ella por un instante dudó al salir del trabajo. Se vio muy tentada de salir corriendo para la casa de su mamá, pero algo la detuvo: “sensatez le llaman”, se dijo a sí misma.

Se dio cuenta que su papel, esta vez, no era estar en el medio. Siempre había estado como un poco en el medio. En el medio entre su papá y su mamá. En el medio entre su papá y su hermana… y ahora también se iba a poner a mediar entre su hermana y su cuñado. Menos mal que Fernando no la había llamado.  

De pronto, su vocecita interna volvió a hablarle… algo que últimamente estaba haciendo muy a menudo por cierto: “y ahora… Juanita… no te hagás la tonta… porque hay un medio del que no saliste… estás en el medio… entre Sebastián y Pedro… oh…”…

Cuando abrió la puerta de su departamento, tocó el cielo con las manos. No había vuelto a tener noticias de su mamá, ni de su hermana, y mucho menos de Fernando. La mejor opción que se le presentó fue una pava de agua sobre la hornalla… y unos simples mates la hicieron muy feliz.

Necesitaba volver a mirarse un poco y, cuando lo hizo, no fue muy placentera la imagen que el espejo le devolvió…

“pucha… qué es este rollo acá al costado… hace un mes no lo tenía… no puedo creer que me colgué tanto con el tema del cuerpo… dios… estoy más gordita… pero no vengo comiendo mal… aunque sí estoy comiendo a cualquier hora, y pico cosas dulces todo el tiempo… tengo que aflojar con eso… tengo que empezar gimnasia, si no voy a salir rodando…  en lugar de tomarme un bondi para el laburo, tomo impulso y llego rodando… no da… también… con tantos quilombos en puerta, ir, venir, volver, claro… siempre me dejo en último lugar. Se acabó. Mañana empiezo el gimna…”

Y antes de que pudiera terminar su pensamiento, sonó el teléfono. Dudó en atender. La pantallita decía “Mamá-mamá-mamá” titilando en un color naranja destellante… Pero atendió.

- Maaaaaaa...

- Fernando no te llamó, no?

- No má, no me llamó.

- Sabía que no te iba a llamar. Igual no te preocupes nena -Juana pensó… no me estaba preocupando, o sí, pero por este culo enorme que se me apareció en el espejo!!!!!- porque tu hermana por fin abrió la puerta y están charlando hace un rato largo.

- Bueno, me parece bien, es lo que tienen que hacer como pareja. Hablar. Vale no puede seguir negándose y él, haya hecho o no lo que suponemos, tiene que dar la cara… y la está dando… así que má, ni vos ni yo tenemos que estar en el medio, ok?

- Ok, ok… voy a intentarlo.

- No lo intentes má, hacelo y listo. Bueno, y ahora te dejo, que justo estaba en el medio de un tema importante…

sábado, 6 de octubre de 2012

Qué placer verte otra vez...


-Sí, ya le envié la propuesta yo, me olvidé de copiarte en el mail. Pero te mantengo al tanto.

Esas fueron las últimas palabras de Juana, antes de salir de la oficina de Anselmi, con quien últimamente se estaba entendiendo de maravillas. De todas formas, seguía picándole el mosquito de la curiosidad en algún lado del alma… ir en busca de un nuevo futuro profesional. Pero eso podía esperar ese mediodía. La muchacha tenía una cita.

Volvió hacia el escritorio, acomodó unas cosas en la cartera y se despidió de Federico.

-Me voy… deseame suerte.

-Cuidado Juana, no juegues con fuego.­­

-Fede, te dije que me desearas suerte nene… voy a un almuerzo nada más. Charlaremos un rato, nos pondremos al tanto, me babearé un rato más y después vuelvo. Si llama Nora del Dpto. de Legales, decile que la reunión la patearon para mañana.

-Ok. Yo salgo a almorzar solo entonces hoy.

-Y amigo… otra no te queda.

Juana se fue con una sonrisa en la cara. La divertía la idea de reencontrarse con Pedro después de tanto tiempo. Estaba más lindo que nunca.Y qué bien le sentaba ese traje por cierto…

El tema es que ella no estaba tan arreglada como hubiese querido. Otras mañanas le había puesto más entusiasmo a la producción de su imagen, pero la realidad era que el aspecto físico no estaba en su top ten de prioridades últimamente.

Quedaron en econtrarse en un restaurant vegetariano. “Así comemos algo liviano”… le había dicho Pedro por teléfono media hora antes. Mmm qué cool... siempre tan cool este chico…-pensó Juana.

Ella no sabía por qué, pero camino al restaurant, sintió una vibración casi sonora en el cuerpo. Era distinta a la que sentía por Sebastián por ejemplo. Pero era igual de placentera.

Ayyy Dios… si mi mamá me viera ahora qué pensaría…

Juana siempre iba pensando qué pensaría el resto del mundo ante sus acciones. Gastaba una gran energía en ello… “¿Qué pensará mi mamá?”, “¿Qué pensaría mi amiga…?”, “¿Qué pensará mi jefe?”… “¿Qué pensaría si…?”. El día en que dejara de pensar en eso, se liberaría de un gran pensamiento.

… y… pensaría que estoy hecha una trola.

Y sí… un poco sí jaja… se autocensuró ella misma. Y la vocecita de su consciencia lo reafirmó: “ajá”.

Cómo me gustaría contarles esto a las chicas ahora mismo... Y de pronto la vocecita volvió a hablar: ¡Y hacelo!

Mientras caminaba, empezó a escribirles un mensaje de texto a sus dos mejores amigas: Hola chicas! Pueden creer que me crucé hoy con Pedro!?!! Ahora nos vamos a encontrar a almorzar... Ayyy

Se sintió bien al enviarlo. Era como una forma de compartir ese momento, aunque ellas no estuvieran presentes allí con ella.

Llegó puntual a la puerta del restaurant y miró para adentro. No lo encontró ahí sentado. Distraída observando el lugar, alguien la tomó por sorpresa por la espalda.

Pedro…

- Hola…

- ¿Vamos?

Pedro era un hombre bello… Como solía decir Juli en su momento… “un bello esférico… bello por donde se lo mirara…”. Los años que había ganado, le sentaban muy bien. El traje le daba un aire más formal. Y pensar que una de las cosas que a Juana siempre le habían hecho ruido de él, era esa ternura casi adolescente que tenía… Ese hombre había cambiado. Había crecido. Y guauuuu…

Se sentaron en una mesa para cuatro. Él pidió una lasagna de verdura y ella un wolk, también de verdura. Tomaron agua mineral.

Pedro estaba conversador y fluido y Juana estaba atontada. Recordaron viejos tiempos y ella se sonrojó en más de una oportunidad.

-Qué placer vetre otra vez…

Ella sonrió tímidamente.

-Siempre me tuviste embrujado Juana, lo sabés.

-¿Yo? Y la vocecita interna volvió al ataque: ayy ¿yo?, ¿yo?... hacete la tarada, dale…

- Sí, vos… Lo sabés.

-No… volvió  a sonrojarse adolescentemente.

-Quiero volver a verte. Este encuentro no fue casualidad.

Juana sabía que volver a verlo era = a sexo. Dudó. La cara de Sebastián se le apareció entre Pedro y la mesa.

Y contestó que sí con la cabeza.

lunes, 1 de octubre de 2012

Pronóstico reservado


Se despertó con una sed inusitada. Casi dormida, fue hasta la cocina y se sirvió un vaso con agua fresca. Se lo tomó de una. Y repitió la acción.

El clima parecía un poco más benévolo que los días anteriores. Miró el reloj de la pared y advirtió que se había levantado antes de tiempo, a pesar de lo cual ya no era de noche como sucedía tiempo atrás a esa misma hora. Puso la pava sobre la hornalla y la prendió con un encendedor  perdido que andaba por ahí.  

Ya en el comedor, revisó su celular. Tenía tres mensajes sin leer. Uno era de su hermana, otro de Fernando y otro de Sebastián.
                         
Empezó por el de su hermana.

Juana, mañana podemos vernos? Necesito hablar con alguien.

Juana no lo dudó ni por un instante.

Obvio Vale! Cuando salgo del laburo, voy para donde me digas. Hablamos igual! Beso grande.
 
Luego, siguió por el mensaje de Sebastián.

Hola hermosa! Cuándo nos volvemos a ver?
 
Hola Sebas! recién veo el celu.. estoy con algunos temas que tengo que resolver, complicada, pero hablamos, dale?
 
Por último, revisó el mensaje de Fernando.

Tu hermana no me atiende, podés decirme qué está pasando.
 
Fernando, si mi hermana no te atiende, por algo será, no? Cuando veas el mensaje, llamame por favor.
 
El último mensaje la había dejado algo enojada… y fue el silbido de la pava lo que logró distraerla de su propio engrane, porque sino iba a terminar silvando tanto como ella…

Después de unos mates, se fue a bañar y partió rápidamente para el trabajo.

Estaba a punto de ingresar al edificio, a unos metros nomás, cuando alguien de improviso le tocó el hombro. Juana se asustó e instintivamente se dio vuelta con ánimo de golpear al potencial atancante.

Pero, cuando se volteó, quien la había tocado en busca de su atención era un caballero. Nada más ni nada menos que el sexy-ardiente-fascinante de Pedro Vicario.

What a fuck?! Pensó Juana. Estoy hecha un de-sas-tre!!!
 
- Pedro?

- Juana… Qué hacés por acá?

- Trabajo acá- le indicó tirando la mano hacia atrás al mejor estilo francés.

- Acá? Noo, qué casualidad. Yo estoy trabajando acá a dos cuadras. Hace poco igual... Qué bueno que nos cruzamos.

- Sí…

Juana se estaba ahogando en su propia saliva, casi sin poder hablar, sin tener reacción humana alguna. Pedro había tenido un rol secundario en la película de su vida... ¡¡Pero qué papel extra que había hecho!! El poco tiempo que habían estado juntos, había sido una relación muy carnal… muy del cuerpo y el terreno. Nada idealista. No se habían prometido amor, no se habían jurado fidelidad, no pretendieron nunca envejecer juntos. Perooooo… la debilitaba en aquel entonces y la estaba debilantando justo ahí enfrente de Ibañez y Anselmi. Ahí, justo ahí, un día cualquiera de una semana más que horrenda…

- Hagamos así Juana, estamos cerca, vayamos a almorzar al mediodía, dale?

- Sísísí dale…

- Pasame tu número que lo agendo, te llamo y vamos a comer algo.

- Ok…

Se despidieron con un beso en la mejilla. El olor del perfume que llevaba puesto la embriagó por completo.

Cuando Federico la saludó, la notó distraída… en qué mundo estás? Cómo está tu hermana?

Juana odió caer de golpe a la cruda realidad. Hubiese preferido seguir volando por el mundo de fantasía, al que la había llevado Pedro Vicario sin cobrarle pasaje.

- Uffff… Fede… el descarado del marido me mandó un mensaje terrible ayer… se hace tan el boludo…

- ¿Pero qué te puso?

- Nada! Por eso… me dijo que mi hermana no lo atendía, y me preguntó si le estaba pasando algo.

- Bueno, puede ser que esté preocupado.

- Ayyy Fede, por Dios… si estuviera preocupado te parece que escribe un mensaje y ya…?

- No, ahí tenés razón ves…

- Además, le dije que me llamara cuando veía el mensaje y son las 9 y media de la mañana y ni noticias… es un tarado mirá…

- …

- ¿Qué?

- Ayy amiga, te conozco… vos tenés un brillo especial en esos ojos de miel… ¿qué te anda pasando?

- Ayy Fede, sos un turro!

- ¿Qué-qué-qué?

- No sabés a quién me acabo de encontrar en la puerta???

- No sé, a quién??

- Pedro…

- ¿Y quién es Pedro?

- ¿Tenés tiempo de que te cuente?

- Obvio, vamos a buscar un café y nos escondemos en la cocina.

Juana y Fede se fueron a paso apurado a la cocina. Volvieron a aparecer ante la mirada de intriga de sus otros compañeros unos veinte minutos después.

Federico tenía esa expresión de “la que me espera”.

- Shhh… no me podés decir nada más.

- Ok…
 
Federico sabía la que se venía.

Es como cuando mirás por la ventana y ves que de un lado el cielo está despejado, y del otro, totalmente encapotado. Y vos, en el medio… podés elegir para que win ir… pero ojo, que si vas para el lado nublado, seguramente te agarre el chaparrón…

Juana estaba parada allí. Mirando justo por la ventana. Y Federico temía que eligiera mojarse.