jueves, 29 de noviembre de 2012

1-2-3... ¡Acción!


A medio camino, su cabeza comenzó a rodar sin permiso un film autofinanciado por los temores más conocidos y menos confesados.

Se imaginaba un comienzo alegre, algo disimulado, quizás sobreactuado; un desarrollo tragicómico y un final de drama… de esos que son para llorar tres días seguidos, parar dos segundos, y volver a llorar. Todos peleados y cada uno por su lado.

A medida que se acercaba al punto de encuentro, el estómago se le fue achicando, comprimiéndose en un gemido interno.

Al componente familiar tradicional (al menos el que ella conservaba en sus recuerdos de niña), esta vez se le sumaban la sospecha de infidelidad de Fernando, la reconciliación con su hermana -que ella sola entendía, pero que nadie le iba a cuestionar-… el reencuentro de sus padres, tras tantos años sin verse… En fin… eran todos adultos, pero antes de abrir la puerta del restaurant, Juana se preguntó quién había tenido la pésima idea de juntarse para almorzar. Ella, en realidad, no sabía a quién se le había ocurrido; sólo había dado un sí presuroso unas mañanas atrás.

Cuando finalmente entró, visualizó a su papá junto a Irene, quienes aguardaban pacientemente en una mesa redonda en la esquina del restaurant. Era un mediodía espléndido, de sol y calorcito, con mucha gente por la calle… gente yendo, viniendo, comprando y tomando algo en los bares de cara al sol.

Juana se acercó e Irene la estrechó en un abrazo caluroso, y luego se dio un gran abrazo también con su papá. Faltaban todavía Fernando, Valeria y Susi…

-¿Pidieron algo?- quiso saber Juana.

-No, todavía no, querés que pidamos algo para picar?

-Y dale… Dijo Juana, encongiéndose de hombros y arqueando las cejas.  

Cuando el mozo estuvo cerca, le chistaron para hacerle el pedido.

-Una lengua a la vinagreta y una porción de papas fritas.

Juana comenzó a relajarse entre charla y papas fritas, incluso llegando a olvidar que faltaban personas para completar el almuerzo, hasta que vio entrar a los tres faltantes por la puerta, y en un instante recordó la película que había comenzado a rodar unos momentos atrás.

Susi tenía una sonrisa exagerada y Juana  -que la conocía- sabía que se había peinado de más, maquillado de más y tenía una remera con brillos… de más. Una remera que seguramente había salido a comprar el día anterior.

Juana enseguida se paró para saludar a su mamá. Valeria y Fernando venían unos pasos atrás.

Jorge no sabía nada de la supuesta infidelidad, del mensaje de la minita… y etc. etc. En resumen, no sabía nada de nada. En esa escena era el actor de reparto.

Luego de las obligadas presentaciones, se volvieron a sentar. Fernando y Valeria se pusieron a mirar la carta y Susi, al olvidar sus lentes, tuvo que conformarse con una lectura salteada del menú por parte de Juana.

Tras un debate poco entretenido de elección de los platos, se terminaron las papas y se tomaron las primeras gaseosas.

La peli se estaba viniendo abajo, tal como lo había imaginado Juana: poco diálogo, escenas mal actuadas, palabras forzadas… sin embargo, como en todo estreno, poco a  poco, los actores se fueron soltando.

Fernando resultó estar de buen humor y se charló todo con Jorge, a quien parecía haberle caído muy bien su nuevo yerno. Irene estuvo más callada de lo que Juana estaba acostumbrada a ver de ella, pero sus intervenciones fueron siempre acertadas. Susi siguió sobreactuando a lo largo de toda la filmación, pero al menos no había terminado asesinando a los protagonistas, ni robándose la película. Juana, por momentos, se ubicó también en el lugar de espectadora. A lo largo del almuerzo se dedicó a observar… observó los rostros y los gestos; los movimientos de la manos; las copas levantándose y apoyándose sobre la mesa; la aparición y desaparición del mozo; los platos yéndose; la llegada de los postres…

Tras los cafés y una sobremesa de aproximadamente media hora, Jorge quiso pagar la cuenta. Salieron todos juntos, cual familia Campanelli, se saludaron y Jorge e Irene se fueron caminando para el otro lado… tras un largo largo abrazo a Valeria y a la panza, un apretón grande de manos con Fernando, un saludo respetuoso a Susi y uno más prolongado a Juana.

Si alguien le hubiese apostado a Juana cómo era que iba a terminar ese almuerzo… digamos, una apuesta de un millón de dólares, Juana hubiese adquirido seguramente una gran deuda…

Ella jamás hubiese imaginado que el final de drama que había diseñado en su cabeza, iba a estar tan alejado de lo que terminó sucediendo. Función completa, pop corn y hasta aplausos.

Sin que el resto lo advirtiera, Juana suspiró, miró al cielo y agradeció internamente... ser tan mala directora de cine.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Aunque no quiera, pienso en ti

Juana durmió como hacía tiempo que no lo hacía. Se había recostado a eso de las ocho de la noche, en un intento de descanso pre-cena, pero siguió de largo hasta el otro día… ¡hasta las diez menos cuarto de la mañana! Una cura de sueño que le llaman.

Había esperado meses para despertarse y poder abrir las ventanas de par en par, dejando entrar el aire y la luz… y por fin había llegado esa época. Juana funcionaba mejor de primavera que de invierno, aunque el otoño tenía un lugar privilegiado en su calendario anímico también.

La idea de unas tostadas con unos mates se le presentó como ideal para arrancar el día. La semana que había dejado atrás, le había aportado la secuencia justa de condimentos que la hicieron merecedora de esa siesta extralarge; y lo que tenía por delante también la tenía nerviosa, alerta, atenta.

Valeria había decidido volver con Fernando para Córdoba, tras su aparición repentina en la casa de su mamá, que luego lo obligó a quedarse unos días de vacaciones en Buenos Aires. Valeria, sensibilizada por el embarazo y habiendo aclarado la situación, pudo dejar lugar para la reconciliación y para tomar la decisión de volver a su hogar. Susi, menos convencida, tuvo que aceptar la decisión de su hija y Juana no pudo más que celebrarla, ya que implicaría tener a su madre más tranquila, menos llamadas telefónicas por día y… ¡todos contentos! Sin embargo, para llegar al casillero de la paz, faltaba una tirada de dados más, porque habían arreglado ir a almorzar todos juntos ese sábado, antes de la partida hacia la provincia hermana: Valeria, Fernando, Susi, Juana, Jorge e Irene. Faltaban el perro, el gato y el loro, y estaban todos.

Era el primer reencuentro de sus padres después de varios años, y el primer reencuentro de todos, después de muchos lustros. Iba a ver tensión seguro-seguro.

Por eso es que, antes de vivir ese encuentro, Juana decidió que su mañana de sábado tenía que aportarle la tranquilidad y alegría necesarias para afrontarlo. Así, Alejandro Sanz empezó a cantarle “Ya no duele, porque al fin ya te encontré, hoy te miro y siento mil cosas a la vez… mira si busqué, mira si busqué, tengo tanto que aprender…” Y con paquete de fideos en mano, se autobrindó un minirecital de Sanz, empachándose de melancolía, suspiros e ilusiones… y ¡zas! Sin querer, se reencontró con lo que estaba evitando hacía varios días… Sebastián volvió a su cabeza.

Sebas… qué tarada soy… lo traté re mal todo este tiempo… qué estúpida… y por Pedro!!! Vah… por Pedro no… ¿A quién querés engañar Juana? …Sebas… Sebas es distinto… y qué miedo me da encararlo ahora… ¿Por qué siempre hago lo mismo?... Quiero y me alejo… No quiero y me acerco… Ayyy…

El pensamiento de Sebastián la dejó sensible, sabiendo que había errado, que tenía que reparar, que si quería volver a verlo, iba a tener que accionar ella. Dar el primer paso.

No podés hacerte tanto la tonta Juana… su vocecita le disparó con firmeza.

Se terminó la tostada que había empezado, se chupó los dedos para no perder el dulce que se había derramado y se paró de un salto. Esa era la decimoquinta tostada fácil… se había olvidado de pensar en el almuerzo, o en las obligaciones de la semana entrante, la entrevista, la ropa que se iba a poner para ir… de golpe, Sebastián había invadido la escena y la había teñido toda.

“Ven, te daré todos mis sueños, que vivo de ilusiones, y así no sé vivir… y aunque no quiera, pienso en ti, el fuego en que me quemo…”

Alejandro la acompañó a la ducha. Alejandro la acompañó al bañarse. Alejandro la acompañó hasta dos minutos antes de poner la llave en la cerradura y emprender viaje para encontrarse con su familia (familia política, familia ensamblada, familia venidera, familia ampliada…), recordándole que “aunque no quiera, pienso en ti”

Cerró la puerta y Juana dejó atrás por un rato a Sebastián, Alejandro, el olor a tostadas, el paquete de fideos seudomicrófono, los mates y la alegría de una mañana fresca de canto y autoconfesiones...

sábado, 17 de noviembre de 2012

Modorra


El encuentro con sus amigas solía tener ese efecto en Juana: sedativo. Tal era así, que al día siguiente de su reunión de amigas, estaba como en “modo lento”.  A Juana le pesaba el cuerpo, tenía unas ganas terribles de seguir durmiendo, pero cuando abrió un ojo y pispeó el reloj, se convenció de que tenía que levantarse.

Como pudo, llegó hasta el baño, prendió la ducha y se metió de una sin pensar… casi de forma automática. El agua caliente, en lugar de despertarla, la aflojó aún más. La sensación de volver a la cama después de la ducha caliente, se apoderó de ella en forma de hormigueo corporal.

Cuando salió, intentó recuperar las energías con un té con leche y un poco de budín que tenía en la alacena.
Algo de azúcar me va a levantar…-pensó.

Se vistió de manera sencilla, para evitar tener que pensar demasiado en qué accesorios ponerse o cómo combinarlos y salió para el trabajo. Todavía quedaba un día hábil más para continuar trabajando, y luego sí, el ansiado fin de semana.

Cuando llegó a la oficina, el resto de sus compañeros ya estaban ahí. Federico había entrado más temprano que nunca  y había llegado a sospechar que su compañera de mates lo iba a abandonar, pero no. Firme como rulo de…
-De manteca Fede… tengo una modorra que no puedo más.
-¿Trasnochó la señorita?
-Sí… pero no por lo que pensás… me encontré con las chicas ayer, que hacía mil que no nos veíamos… así que volví algo tarde, pero tampoco para tener este sueño…
-Bueno, despabilate, porque te recuerdo que hoy a la mañana tenemos dos reuniones y tenés que estar up up up…
-Lo único up que necesito yo es una Seven up…
-Bueno, sacate una de la máquina y arranquemos.
-Dale…

A pesar de hacer el intento de estar más despierta y más pilas, Juana cargaba una mochila invisible de adoquines en la espalda. Cada vez que se estiraba sentía los músculos doloridos… el cuello se contraía en  un nudo que no podía llegar a destrabar ni con los movimientos más osados que tenía en su haber… La pantalla de la computadora se presentó más de una vez como una luz brillante sin forma ni letras visibles. ¡Y ella necesitaba preparar los informes para Anselmi!

-Diosss… despertame please! Necesito estar activa para hacer esto.

Justo cuando Juana sentía que sus fuerzas se escapaban mágicamente por la punta de sus dedos al teclear… un llamado al celular la despertó de repente.

-Hola. Sí, ella habla. Ajá…-se escuchó.

Y Juana desapareció entre las islas y se perdió por el pasillo para hablar más tranquila.

Federico intrigado fue detrás de ella, como la mejor chusma de barrio. Juana, al verlo, le hizo un gesto con la mano de “vení, vení”. Fede se acercó y puso el oído cerca del celular que Juana apartó de su oreja para que su amigo tuviera mejor audición.

Y Federico escuchó lo mismo que Juana.

-Queremos tener una entrevista con vos, porque nos pareció muy interesante tu perfil de Linkedin y estamos buscando alguien como vos para trabajar con nosotros.
-Bueno…
-Si es posible, quisiéramos verte la semana entrante en nuestras oficinas.
-Sí, cómo no…
-Tenés para anotar la dirección?

Y Fede salió disparado hasta la recepción del piso para agarrar sin permiso una lapicera y un bloquecito de notas. Volvió con el material necesario y se puso nuevamente a escuchar la conversación.

-Esperá por favor que busco para anotar…

Cuando Juana vio venir a Fede con el papel y la lapicera necesarios, esperó a que se volviera a acomodar al lado suyo y ahí sí…

-Decime que anoto.

Cuando Juana cortó, Federico tenía una cara de intriga absoluta, porque había escuchado la mitad de la conversación y le faltaba saber de dónde la habían llamado.

No era de un gran medio de comunicación como hubiese querido Juana, pero la propuesta era más que interesante. La estaban llamando de una empresa de telecomunicaciones para ser la persona encargada de Prensa.
-Pero cuál, cómo se llama?
-No me dijo...
-Y no le preguntaste? 
-Ayy Fede, no me ves que nerviosa estoy... no sé, no le pregunté... 
-Manejarías la prensa?
-Bueno, eso me dijo la chica, veremos…
-No-te-pue-do-creer….
-Yo no la puedo creer Fede…! nunca me pasó esto… que me llamen porque les interesa mi perfil… ni en mil años lo hubiese pensado!
-Ayy nena… Fede dejó escapar como un soplido… En el fondo, se alegraba por su amiga y esta oportunidad que se le abría así… sin esperarlo… pero por otro lado, ya se había visto a él en un futuro inmediato sin su compinche en la oficina y eso le causó cierto amargor en la garganta, que descendió rápidamente hasta el pecho y cayó en el estómago.
-Tranqui Fede, tranqui… es sólo una entrevista. Le dijo Juana, percibiendo su angustia incipiente.
-Mi reina, lo que tenga que ser, va a ser…
-Exacto.
-Lo que sí veo es que este llamado te ayudó a despertarte…
-Sí jaja –se rió Juana espontánea- me sacó la modorra.









sábado, 3 de noviembre de 2012

Las tres mosqueteras (reloaded)


 
-          ¡Qué alegría chicas! No puedo creer que hayamos podido coincidir las tres… siento que hace siglos que no nos vemos. Eugeeee qué panza dios mío!!!

 
Las chicas habían quedado en encontrarse en un barcito que quedaba en un punto medio. Lo justo era justo. Si no siempre alguna tenía que estirarse de más. Además a Eugenia, con la panza, se le empezaba a dificultar moverse como lo hacía antes… pero todavía estaba ágil. Hacía más de tres semanas que no se veían y parecía que hacía un año. Cuántas novedades y noticias tenían para contarse y para tratar de comprimirlas en un cafecito de bar. La panza de Euge parecía haberse triplicado y Julieta tenía una remerita y unos accesorios que jamás habían visto.

 
-          Ayyy chicas… cómo pasa el tiempo, dios… nos tenemos que ver más seguido. Cuenten… cuentennnn… no perdamos el tiempo… ¿Quién empieza?

 
Juana arrancó acelerada, como queriendo aprovechar cada instante, cada segundo. Últimamente costaba más coordinar agendas para encontrarse. Y eso que todavía el bebé de Euge estaba en la panza… ella sabía que cuando esa personita saliera al mundo exterior, los tiempos iban a empezar a achicarse más.

 El primer turno fue de Julieta.

-          Chicas, bueno, para empezar… ayyy… ¿por dónde empiezo?... a ver… por lo más fácil. Me ascendieron chicas…!

-          Guauuuuuuuu- Gritaron a coro Juana y Eugenia.

-          Sí, sí, no lo puedo creer yo tampoco… el otro día mi Jefe me llama, yo dije… ¿y ahora qué?... pensaba que se venía algún reto no sé por qué… y empezamos a charlar de la estructura, del personal, de las posibilidades y en eso me plantea que estaban necesitando una jefa… y que la persona indicada era yo…

-          Bien amiga!

-          Muuuuy bien, estás  contenta?

-          Sí, a full… al menos, en el trabajo estoy bien… afortunada… ¿cómo era el  versito?

-          Callate… que lo otro viene solo! Tenés que ser positiva, y atraés ondas positivas… es así.

-          Bueno… y ustedes???

-          Chicas, yo también tengo que contarles algo… Dijo Eugenia.

-          Euyinnn… no me asustes…

-          No se asusten, no… pero también tiene que ver con el laburo.

-          Quéeee??? Preguntó ansiosa Juana.

-          Chicas, voy a dejar el laburo y, si dios quiere, después de que tenga al bebé… voy a empezar a estudiar para ser chef.

-          Eugeeeeeee!!!!!!!

-          Muyyy bien Eugeee!!!!


Era algo que Eugenia siempre había querido hacer, y que nunca se había animado del todo. Pero la maternidad le había dado el impulso necesario aparentemente.
 

-          ¿Y cómo te decidiste? Le preguntó Julieta.

-          Ayy no sé chicas… es como que la maternidad me hizo impune..!

-          ¿Impune? Jaj se rió Juana.

-          Sí, totalmente… no me importa nada. Tengo unas ganas de irme ya mismo del laburo, no se dan una idea… no me banco a nadie… a nadie!! Ya estuve averiguando cursos, lugares, de todo… estoy re entusiasmada!

-          Es un re paso amigaaa…

-          Sí, no les voy a negar que algo de miedo tengo. Pero, bueno… ya lo decidí. Además Fede me re apoya.

-          ¿Y cómo estás con él? Porque es todo junto!!

-          Ayy la verad chicas muy bien… Fede es un re compañero, es un amor. La convivencia bueno… ejem… nos está costando un poquito sí… vieron que yo soy un despelote, no?

-          Siii jajajaaj

-          Bueno, Fede es re ordenado, pero reeeee….

-          Naaa… no me digas!!! Te lo mandó Dios!!

-          Ayyy sí, hubo unos días en los que discutimos por pavadas, pero ya nos estamos acomodando, supongo que es normal, no?

-          Siii, obvio- Le dijo Juana, tranquilizándola.

-          Así que bueno… bien.

-          ¿Y cuándo sabemos si va a ser sobrino o sobrina?

-          La semana que viene chicas!! Me tengo que hacer una eco y a ver si tiene ganas de mostrarse… en la última vieron que tenía las piernitas re cerradas, no hubo forma…

-          ¡Yo ya quiero saber! Dijo entusiasmada Julieta.

-          Bueno nena… y vos? Le preguntó Eugenia a Juana.

-          Bueno chicas, yo por el momento sigo en el mismo trabajo…

-          Jaja daleeee tonta…

-          Bueno, es que se trajeron una bomba cada una terrible!

-          Bueno, pero tus bombas no vienen por el lado laboral…

-          ¿Por qué lo decís? Se hizo la tonta Juana.

-          Daleee… largá prenda Juanita- Le dijo Julieta, mientras le daba un sorbo a un cortado.

-          Bueno, vieron que el otro día les escribí un mensajito, me reencontré con Pedro por la calle…

-          Ahhhh noooo, a vos sola te pasa eso. Dijo Eugenia.

-          Sii, la verdad, no lo podía creer.

-          Sigue tan bueno como antes? Quiso saber Julieta.

-          Mejorrrr… mejor… porque ahora  lo vi como más maduro, no sé, con traje. Impresionante chicas.

-          Te mojaste? Le preguntó Julieta con la más absoluta tranquilidad, luego de haber dado otro sorbo.

-          Ayyy nenaaaaa… qué decís?? Lo vi en la puerta del laburo.

-          Y qué tiene que ver??

-          Qué zarpada nena!! No… hablamos re bien… obvio me movilizó, ese día fuimos a almorzar y quedamos para vernos, pero la verdad chicas, todavía no se dio…

-          Por quéee?

-          Un poco por todo lo que tengo que hacer, el laburo….

-          Y otro poco por Sebastián- Acotó Eugenia.

-          Qué? Sebastián?

-          Sí, no te hagas la estúpida Juana… Sebastián… o me vas a decir que ya no cuenta más?

-          No-no-si… cuenta… pero no es por él que no lo veo a Pedro.

-          A mí me parece que en otro momento ya nos hubieses contado cómo había estado cuando estuvieron juntos, y es más, nos estarías contando cómo dejaron de hablarse de un día para el otro…

-          Puede ser… Juana razonaba mirando fijamente el tostado que tenía entre sus manos, como si las palabras de su amiga tuvieran 1.000 veces más peso que las de su psicólogo, quien le había dicho algo parecido unos días atrás.

-          Es como dice Euge. Reafirmó Julieta.

-          Puede ser…

-          ¿Y Sebastián?, ¿Desapareció?

-          Un poco sí…

-          ¿Por qué?

-          Y… porque yo no le estaba dando mucha bolilla que digamos…

-          ¿Te jode?

-          Un poco sí…

-          Ahhhh piyina… las querés todas. Bueno, me parece que te vas a tener que decidir, pero ojo, no juegues con fuego.

-          Ayyy cómo si fuera tan fácil…

-          Anita el otro día me contó una historia re parecida a la tuya Juani…
 

Y el rumbo de la charla viró 180 grados.

      -          ¿¿¿Anita??? Seguís con esa tal Anita????

-          Ayyy sí, por qué me decís así?

-          Te dice así porque está muerta de celos…

-          Naaaaa, no estoy celosa, pero ni la conozco, no sé quién es, y en este último tiempo va a batir todos los récords de nombramiento en charlas amiguísticas…

-          Ayyy qué exagerada nena…

-          Sí-sí, qué exagerada… ya te vas a dar cuenta. Espero que el tiempo no me dé la razón…

-          Razón de qué? Ayyy bueno, mirá, no te hago caso, porque no quiero enojarme por pavadas. Te decía que a una amiga de ella le pasó algo parecido a lo que te está pasando a vos.

-          Qué?

-          Reapareció el ex novio, del cual ella había estado súper enamorada, y la piba estaba saliendo con otro flaco… estuvo así sin saber qué hacer como unos tres meses…

-          ¿Y, qué hizo?

-          ¿Qué hizo? Volvió con el ex… se casan el año que viene.

-          Guuauuuuuu… pará… es como mucho jaja

-          Quién dice… quién dice…

-          Che… Juana… y tu hermana? ¿Cómo sigue ese quilombo?

-          Ayy chicas… vieron que les conté lo del mensajito. Bueno, después Fernando se apareció en la casa de mi vieja, así de una, porque como mi hermana no lo atendía y él no sabía qué pasaba, se vino nomás.

-          Ah, bueno, bien…

-          Sí… qué sé yo… al menos demostró interés… pero no sé… si había hecho lo que había hecho…

-          ¿Y tu hermana?

-          Y mi hermana, nada, lo perdonó… o mejor dicho, él le perjura que no hizo nada, que esa flaca que le escribió está atrás de él hace mucho tiempo, que nunca pasó nada de nada, y que como él no le daba bolilla, la mina terminó consiguiendo su número y enviándole ese mensaje a Valeria.

-          Terrible… medio entreverado.

-          Y sí… y según mi hermana, él le mostró la invitación al evento, le mostró fotos de ese día… qué sé yo…

-          Y bueno, si le quiso creer, es cuestión de ella.

-          Y sí… ¿Qué querés que te diga? Yo no me voy a poner a juzgarla. Ya somos grandes, cada cual decide su propio camino.

-          ¿Pero mejor con ella, o no?

-          Absolutamente, todo esto, para bien o para mal, nos unió mucho más. Esto, y el encuentro con mi papá, que como les había contado, fue un flash.

-          Qué suerte amiga… las cosas se van encaminando.

-          Chicas… - interrumpió Eugenia- y si pedimos algo para comer? Ya son casi las 9, no?

-          Y daleeee…

-          Dale!!

 
Y así las tres mosqueteras, esas que alguna vez compartieron boliche, escapadas y tragos, ahora estaban allí compartiendo embarazo, ascenso y cambios. Las tres mosqueteras alumbradas por el farolito del bar, tenían otro tinte, pero en el fondo eran las mismas de siempre.