viernes, 28 de septiembre de 2012

Zapping


Cambió inmediatamente de canal. La abrumaba el maremoto de noticias negativas… los robos… las salideras… el cepo cambiario… el indec… la inflación… las cacerolas… que los unos, que los otros… la oposición… las marchas y contramarchas… Cambió y siguió cambiando, apretando arbitrariamente ese botoncito sin un destino preciso, perdiéndose en ese centenar de canales que casi nunca exploraba. Prontamente se instaló en un programa de chimentos o de resumen de chimentos que, para el caso, le daba igual… ¿Qué pensaría mi profe de cultura si me viera mirando esto ahora?... Dudó mentalmente… Me diría que mis consumos culturales son paupérrimos¿Y vos Juana?... Se preguntó en tercera persona, despersonalizándose… ¿Qué le contestarías?... Volvió a dudar… Le diría que lo miro porque está bien mirar de todo para poder opinar con criterio jaja… Se rió de sí misma… Su excusa era muy mala.

Juana estaba tan cansada que sólo había atinado a prepararse un sándwich de atún con lechuga y tomate y a prender la televisión en busca de pasatiempo… Mero, liso y chato pasa-tiempo.

Qué bueno que sería si en la vida pudiéramos cambiar de canal cada vez que no nos gusta algo… Plin! Y chau… dejé de ver la película de terror de mi hermana… Plin! Y guauuuu estoy en una peli porno con Sebastián… Plin! Y uuuuhhhh me meto en la peli de acción de cambiar de laburo… qué adrenalina… Plin! Y ufffff volvió la de terror sin querer… entonces Plin! Y ya… me vuelvo a meter en la triple xxx…

Ese pensamiento, que arrancó con algo de angustia, terminó causándole gracia.

Los últimos tiempos para Juana se le habían presentado estrepitosamente. Muchos de los episodios y momentos que habían ocurrido, no había llegado a procesarlos bien, y como el tiempo no dejaba de avanzar, se presentaban otros nuevos. Nuevos e intensos.

El recuento mental fue inevitable…

…El reencuentro con Seba… le debo un llamado… el embarazo de Vale… ufff… ¿cómo estará ahora?... ¿estará pudiendo dormir?... ahhh ni hablar del reencuentro de Vale y papá… ¿quién lo hubiera dicho?... y Juli… ayyy Juli… ¿seguirá en su recorrida nocturna con Anita? Cómo la extraño… pero no la puedo culpar… si yo tuviera alguien que me hiciera la gamba, hoy me iría en bicicleta hasta México mirá!!! … igual esa piba no me gusta… no me gusta… y Euge… me encantaría acompañarla mucho más de lo que lo hago ahora… está embarazada… cómo me gustaría estar en esos pequeños detalles del día a día… no perderme nada… cuando el bebé empiece a patear… acompañarla al obstetra… jaja… qué metiche que soy… eso le corresponde al marido ahora… vah… novio… cómo cambiaron las cosas Dios… pensar que hace unos cinco años estábamos bolicheando, pucheando como locas, en la más dulce boludez… y ahora…? Bueno, nada… estamos más grandes… es eso… siento que por fin algunas cosas se fueron acomodando… pero otras… otras las extraño… y cómo!  

Suspiró profundamente.

Si pudiera, mañana me quedaría durmiendo hasta las 11 de la mañana… cuánto hace que no lo hago!!! Cómo me encantaría hacerme la descompuesta y decir chau… hoy no voy!!! Igual… tengo mil cosas que hacer, así que mejor… a dormir… y si estos rulos no se aplacan, voy a hacerme el alisado mañana mismo!

Juana se comió la mitad del sándwich, se tomó un vaso de Coca cola light y se puso su piyama más viejo… ese que sentía que más la abrigaba. Se tomó un analgésico para ver si se le aflobaja la contractura del cuello, y como hacía cuando era más chica, se calzó los auriculares en busca de esa canción que la hiciera sentir mejor… y antes de que pudiera acomodarse, la voz de  La Oreja de Van Goh comenzó a cantar Puedes contar conmigo… y Plin!

 

martes, 25 de septiembre de 2012

Cómplices


Sin saber por qué ni cómo, Juana estaba nadando en un mar… más que un mar… un océano… turbulento y profundo… y encima, era de noche. De repente advirtió que el agua que nutría ese inmenso océano caía del cielo… miró hacia arriba y vio el rostro de su hermana que no paraba de llorar… ¿Valeria todavía sigue llorando? - pensó.

Juana se despertó sobresaltada…y además, se sintió en lugar ajeno… ¿dónde estoy? -Se preguntó por un instante… Tardó pocos segundos para darse cuenta que se encontraba en su ex cama, con su hermana durmiendo en un colchón al lado suyo, toda desparramada y destapada…
 
Apenas abrió los ojos, el mundo de terror que había vivido la noche anterior se le pintó de una pincelada… Ese hijo de puta- pensó.

La vio a su hermana y, a pesar de las muchas diferencias y trabas que había sentido para con ella casi toda su vida, ahora la quería proteger, la necesitaba ayudar. Se arrimó y la tapó hasta los hombros. Valeria, que hasta ese momento tenía el cuerpo comprimido como un caracol, se estiró completamente como aflojando los músculos y se refregó la cara contra la alhomada… todo, sin despertarse.

Juana se quedó unos minutos más mirándola, tratando de abrazarla imaginariamente...  luego se fue moviendo lentamente hasta la punta de la cama, salió del cuarto y se dirigió al baño de la planta superior… por supuesto no tenía cepillo de dientes, así que buscó en el placard si había alguno potable… pero no encontró nada que la satisfaciera, por lo que agarró un poco de pasta y con su dedo índice hizo las veces de cepillo. Se lavó la cara y bajó silenciosamente.

Ya en los últimos escalones, escuchó la radio prendida en la cocina y supo que su mamá estaba despierta. Allí estaba de hecho… con la pava sobre la mesa y con el mate entre las manos, mirando hacia fuera… como abstraída.

-          Ma…-la interrumpió Juana, sacándola de ese viaje que vaya a saber uno dónde la estaría llevando.
-          Juani…
-          Buen día.
-          Bueno día Juanita… vení, vení, sentate acá cerquita, así te tomás unos amarguitos…
-          Má, a mí me gustan con azúcar…
-          Uh! Cierto… la de los amarguitos es Vale… ¿cómo está ella?, ¿se despertó?
-          No, todavía no. La dejé durmiendo arriba.
-          Me vas a contar lo que pasó.

Juana supo en ese preciso instante que estaría en problemas por dónde se lo analizara… Si le contaba a su mamá, Valeria la iba a matar e iba a costarle un montón que volviera a confiar en ella. Si no le contaba, Susi se iba a encargar de torturarla hasta que lo hiciera. Después de todo, sabía que Juana era más blanda que Valeria y que, en algún momento, iba a ceder.

-         Má… no sé… Vale no te quiso contar ayer, no sé si yo deba…
-          Tu hermana no me lo va a contar nunca Juana, por eso te lo estoy preguntando.
-          Es que…
-          ¿Me lo vas a contar o no?

Para el momento en que Juana le había contado todo a su mamá, Valeria ya se había despertado y venía bajando las escaleras, mientras Susi estrujaba un repasador con las manos, imaginando –sin decirlo- que era el cuello de su yerno.

-          Shhh má, please, no digas nada… porque Vale me mata.

Susi se tuvo que tragar la bronca y hacer como que no sabía nada, para evitar que Valeria entrara en crisis nuevamente, afectando posiblemente a su nieto. Se tragó entonces su bronca, las puteadas y la angustia.

-          Hola…
-          Hola Vale, ¿cómo te sentís?
-          Como el orto…

Siempre tan directa –pensó Juana. Y dijo: vení Vale, sentate que te preparamos el desayuno, ¿qué tenés ganas de comer?, ¿unas tostaditas quizás?

- Yo las preparo- dijo Susi. Y como para disimular agregó: ¿Me vas a contar por qué llorabas desconsoldamente ayer mi amor?
- No ma, no insitas. No te pienso contar. Y dirigiéndose a Juana dijo: y vos Juana, mejor ni se te ocurra abrir la boca, porque te mato.
- No-no-no-no… yo no conté nada.

Cualquiera se hubiera dado cuenta que Juana ya había contado todo… pero Valeria tenía la cabeza muy volada para advertirlo.

Juana se ruborizó por que sabía que mentía, pero ni loca confesaba lo que acababa de hacer.

Valeria se dirigió hacia el baño y Juana y Susi se miraron cómplices… sabían que tendrían una larga semana por delante.