Que una hormiga bebé levantara un
elefante con una patita hubiese sido más sencillo que levantar a Juana de su
cama ese día.
El despertador sonó tres veces
seguidas y luego cayó al piso ante el primer manotazo que le dio, todavía
dormida. Así como estaba fue al baño, se sacó la remera que hacía las veces de
camisón y se metió debajo de la ducha casi hirviendo… ¡ouch! Reguló un poco con agua fría y volvió a hacer el intento. mmmmm… ahora sí.
La ducha demoró más de lo
habitual, tratando de que las gotas de agua fueran despertando las partes
dormidas de su cuerpo. El cuello… los hombros… la espalda… las piernas… los
pies… los ojos…sobre todo los ojos…
Poco a poco, fue recuperando
movilidad y agilidad y pronto estuvo completamente despabilada. De todas
formas, era lunes… y no un lunes cualquiera. Un lunes después de haberse
bancado el desplante más grande de los últimos cien años. Un lunes después de
haber sido alisada por una aplanadora con nombre desconocido pero con voz de
mujer.
El lunes de por sí tiene gusto
feo, como amargo, pero con lo que a ella le había pasado, tenía definitivamente peor sabor… como rancio,
pasado… horrible…
Yo no aprendo más.
Se cambió y se tomó unos seis
mates; siete a lo sumo. Salió disparando para irse a tomar el colectivo, ya que
la diligencia de despertarse le llevó más tiempo del que disponía para ese
menester.
Ya en el colectivo, por supuesto,
su cabeza empezó a pensar el por qué…
¿Por qué me habré enganchado nuevamente con él?
¿Me habré desenganchado seriamente alguna vez?
¿Será una compañera de laburo?... ¿Pero me va a buscar a mí
si le interesaba una compañera de laburo…? Muy boludo… ¿O será nueva?...
Había más preguntas en la cabeza
de Juana que gente en el colectivo.
El viaje se le hizo cortísimo y
pronto se bajó para encarar el subte. Un calor asfixiante la abrazó al bajar
los primeros escalones… y eso que seguía nublado. Era esa mezcla de aire
caluroso y humedad no apta para gente de baja presión. Antes de pasar el
molinete, se compró un agua mineral chica.
El asiento la hizo sentir abrazada
por un oso peludo, que inmediatamente le provocó una picazón incesante, ya que
llevaba puesta una pollera floreada que no alcanzaba las rodillas.
¿Esto es pana? -Se
preguntó.
Sí, las preguntas triviales podían
colarse entre las preguntas por los por
qué y los por qué no que se hacía
Juana.
Las cuadras que caminó para
alcanzar su destino laboral, sirvieron de previa necesaria para contemplar todo
y no contemplar nada. El sol reflejado en los vidrios de los edificios, los
árboles inmóviles, la gente caminando apurada, esquivando semáforos en rojo y a
otros seres humanos en una carrera ciertamente alocada…
Y Juana… allí iba Juana… llegando
tarde una vez más… aunque fuera lo que menos le gustara en la vida.
Últimamente, no estaba cumpliendo con una de sus pequeñas obsesiones cotidianas:
la puntualidad.
Quizás… llegué tarde a más de una cosa en mi vida…
Cuando entró, hizo la rutina
habitual del saludo y le dedicó una mirada especial a Fede.
No preguntes. Es muy lunes.
Fede hizo un gesto con la cara y
otro con las manos y no preguntó. Nada. Sabía que el “muy lunes” era una fachada para esconder otra cosa. Se mordió los
codos por saber qué le había pasado a la princesa; no tenía la luz de siempre,
aunque no la notó nerviosa tampoco.
Gracias a dios… o a alguna cuenta
importante que Juana desconocía, Anselmi estaba de viaje en Estados Unidos…
atendiendo negocios o… atendiendo a su nueva chica de turno. Qué más daba. Lo
bueno es que Anselmi no estaba y eso significaba jornadas laborales más
relajadas…
Cuando llegó la hora del almuerzo,
Juana inventó un malestar estomacal inexistente. Federico se quiso quedar con
ella, pero ella insistió en que fuera con los otros chicos de la oficina, que
iban todos juntos a comer a Mc Donald´s… vayan,
vayan ustedes que si yo como una hamburguesa, me voy por el inodoro…
Fede se hizo el que creía la mala
excusa de Juana para no formar parte de la salida. Quería quedarse sola… o lo
más sola posible.
Ella estaba mirando páginas de
noticias varias, sin leer y sin prestar atención, cuando su celular vibró al
lado de su brazo. Sin que su mano abandonara el mouse, sus ojos se clavaron en
la pantalla… ¿era quien ella estaba creyendo que era? Si no atendía en la
próxima milésima de segundo, podía llegar a arrepentirse y mucho… si atendía,
su orgullo se partía como una copa de cristal que fue arrojada desde un décimo
piso contra el suelo…
-
Hola…
-
Juana…
-
Sebastián, qué hacés, todo bien?
La copa de cristal, un poroto. Ahora más bien era vidrio molido para la construcción….
-
Juana, mirá, te llamo porque me gustaría que hablemos.
-
Ah, pero qué estamos haciendo?
-
Quiero hablar bien con vos. Lo del otro día no estuvo
bueno, ni para vos ni para mí.
A ella se le entrecortó lo que
tenía para decir en la garganta… dejó pasar unos segundos y respiró hondo…
-
Mirá Sebas, todo bien. No quiero hacerte perder el tiempo y
tampoco quiero perderlo yo. La verdad es que nosotros no teníamos nada y no
tenés por qué darme explica…
-
Podés dejarme hablar un minuto a mí? Quiero verte, puede
ser?
-
Para qué??
-
Sos tan orgullosa…
-
Ah, perdón, perdón… encima el señor quiere que yo le ponga
una alfombra roja… caballero…
-
Disculpame Juana, pero estás siendo muy injusta.
-
¿Injusta? se exaltó
Juana en su silla de la oficina.
-
Sí… injusta… vos qué pretendías? Que me quedara esperándote
toda la vida?… que fuera tu felpudo para cuando vos quisieras… pasar un rato,
divertirte y después si te decidías que no me querías dar más bola me frizabas… y así más de una
vez… quién te pensás que soy yo acaso? Y no me vengas con todo ese rollo de que
te cagué cuando teníamos cinco años porque ya estoy cansado…
-
No teníamos cinco…
-
Cinco, veinticinco… qué importa. Yo ahora soy otro… soy un
hombre… y necesito a una mujer a mi lado…
-
Sí… se nota…
-
Sos tonta cuando querés eh… te necesito a vos Juana… pero
parece que vos no te enteraste en todo este tiempo… parece que no querés ver o
sentir o vivir… y yo no quiero perder el tiempo…
-
…
-
Así que bueno, si no querés, no nos juntemos a charlar…
pero quiero que te quede clara una cosa… esta vez, no fui yo el que no se la
jugó… está claro?
-
….
-
Chau Juana…
-
Pará… pará…
-
¿Qué?
-
Encontrémosnos.
-
…
-
De verdad, encontrémosnos…
-
Bueno, ok…
-
Ok…
-
¿Te paso a buscar por tu laburo?
-
Dale…