miércoles, 1 de mayo de 2013

Chicle!


Cuando llegó a su casa, lo primero que hizo fue sacarse los zapatos, la pollera y la camisa. Inmediatamente puso toda la ropa a lavar, ya que los nervios le habían jugado una mala pasada y el desodorante no había logrado protegerla del todo.

Se hizo un rodete con lo rulos y se tiró en el sillón para ver la tele con un vaso grande de H2O.

Suspiró, y el suspiro dijo sin hablar “Extraño a Sebastián”.

Todavía no había recibido una respuesta a su mensaje, pero decidió dejarlo actuar.
 
Los párpados empezaron a pesarle y antes de que pudiera advertirlo, se quedó dormida, toda despatarrada en el sillón.  

Allá a lo lejos escuchó un ringggg, ringggg… ringgg, ringggg… cuando se dio cuenta de que no estaba soñando y que el teléfono sonaba realmente, se levantó como un resorte de un salto y lo fue a buscar. Llegó justito, antes de que cortaran.
 
      -          Hola!

-          Hola señorita.

Un ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh de frío y placer recorrió su cuerpo de una vez.

      -          Te llamé a tu celular pero está apagado.

-          ¿Apagado? A ver…

Juana empezó a buscar su teléfono en la cartera, mientras sostenía con el hombro el inalámbrico y revolviendo y revolviendo dio con el aparato…

-          Tenés razón, está apagado.

-          Te extraño… - se dijeron mutuamente como poniéndose de acuerdo para decirlo a la par, con el mismo tono y la mismas ganas.

-          Chicle!- dijo Juana.

-          Chicle? Jaja qué es eso?- preguntó Sebasitán desconcertado.

-          Chicle… eso dice la hija de una compañera de trabajo cuando alguien repite al mismo tiempo que ella alguna palabra, como nosotros recién.

-          Estamos coordinados.

-          Sí… Cualquier cosa que Sebastián dijera en ese momento, a ella le iba a parecer absolutamente perfecto.

-          Cómo estás?

-          Muy bien! Te conté que hoy tenía una entrevista de trabajo…?

-          No, no me habías contado nada. En dónde? Te querés ir de Anselmi?

-          Mmm… no sé si me quería ir, esto surgió de la nada, pero bienvenido sea.

-          Obvio. Y de qué se trata?

Juana y Sebasitán se quedaron charlando esa tarde como si nunca se hubiesen separado. Como si no hubiesen habido engaños, discusiones y diferencias entre ellos durante todos esos años. Como si sólo se hubiese tratado de una mala noche… y al despertar, todos amigos de nuevo. Charlaron durante tres horas y media sin parar... Y si por Juana hubiese sido, lo hubieran seguido haciendo por tres horas más.

Cortaron, Juana se armó un sandwichito de jamón y queso fresco, se sirvió otro vaso de H2O, y después del breve refrigerio, no dudó ni por un instante su destino inmediato.
 
Se durmió casi sonriendo y repitiendo en voz baja… chicle… chicle.