Arrancar el día con una entrevista
por delante, no era la forma más serena de hacerlo. Encima la noche había transcurrido
entre vueltas y levantadas al baño.
Juana ya había avisado en el trabajo que
entraba más tarde, porque se tenía que hacer unos estudios de rutina. Federico
sabía que tenía la entrevista de trabajo que ella tanto había estado esperando.
Menos mal que las cosas con Sebasitán estaban un poco mejor, porque de lo
contrario, se le iba a notar la tristeza por todas partes.
Cuando llegó, el lugar le pareció hermoso. Esa primera mirada la dejó encantada. Las paredes blancas, el espejado de las oficinas, el olor a limpio. No es que Anselmi y Asoc. fuera una pocilga, pero estaba lejos de parecerse a ese lugar. Hasta la recepcionista parecía ser más linda que las recepiconistas de Anselmi. Juana no estaba siendo objetiva; estaba omnubilada por los detalles y la pulcritud.
Se anunció en recepción y la
hicieron esperar allí unos minutos. Eternos e inquietantes minutos. Sentada con
la espalda lo más derecha posible, jugaba con el anillo de su mano izquierda
poniéndolo y sacándolo repetidas veces. Las manos le transpiraban un poco por
lo que, cada dos o tres minutos, se las secaba disimuladamente en la falda
color negro que llevaba puesta.
Cada persona que se acercaba, sentía
que podía ser la persona que la iba a entrevistar, por lo cual se preparaba
como para pararse rápidamente y saludar… pero no, las personas seguían de largo
o saludaban a la recepcionista y se quedaban charlando, por lo cual ella se
daba cuenta que tenía que seguir esperando.
Así fue que, cuando menos lo
esperaba, finalmente la persona apareció. Era una mujer, de unos treinta y pico
o cuarenta años aproximadamente. Juana sintió empatía casi instantáneamente.
Subieron juntas a su oficina.
Casi cuarenta minutos más tarde,
Juana llamó a Federico.
-
Hola, cómo va?
Disimulá, decí cualquier cosa vinculada a los estudios Fede…
Entonces Federico, que para la
actuación era mandado a hacer, dijo en voz alta: Tomate un café con leche, te
sentís un poco mareada porque te sacaron sangre y estás con más de doce horas
de ayuno, andá y comé algo con mucha azúcar dale… te esperamos acá en la ofi,
cuando te sientas mejor.
-
Gracias Fede, sos un
genio. Después te cuento bien de la entrevista, pero siento que me fue muy
bien!
-
Dale, dale, nos vemos.
Aunque no se había sacado sangre
ni había estado en ayunas, antes de ir para la oficina, Juana se fue a un bar y
se pidió un café con leche con 3 medialunas, ya que no había podido desayunar
del todo bien a causa de los nervios. Estaba contenta, porque la entrevista
había sido descontracturada y amena.
Taza en mano, decidió
escribirle un mensaje a Sebastián.
Hola Sebas, cómo va? Tengo ganas
de verte!
Dudó antes de enviarlo, pero se
dijo a sí misma que si no empezaba relajada, todo le iba a costar mucho más…
así que optó por relajarse nomás.
No terminó de dejar el celular en
la mesa, cuando éste sonó. Ella pensó que era la respuesta de Sebastián, pero
no, era Eugenia.
Es varón amigas!!!!
Joaquín va a tener a las tías más lindas del mundo!!
Juana sintió una emoción que le
llegó hasta los ojos, cubriéndolos de lágrimas que no se permitieron salir,
pero que le enturbieron la mirada, impidiéndole teclear con la facilidad con la
que lo hacía habitualmente. Tomó un poco de soda y con la emoción en un nivel
más bajo, decidió llamar a su amiga, mientras le hizo al mozo la típica señal
de la cuenta por favor.
Juana habló con Eugenia desde ese
momento hasta que llegó a la oficina, es decir, unas 30 cuadras, es decir, unos
30 minutos o más… Eugenia le contó desde el momento en que se despertó el día
anterior, pasando por la ecografía, hasta que se fue a dormir rendida de
cansancio y placer…
-
Pero cómo no nos
avisaste antes??
-
Sí sí perdón… es que
no sabés lo que fue esto! Mis viejos, Fer, los viejos de Fer… un manicomio…
pero hoy apenas me desperté dije… les aviso a las chicas. - Qué lindo un varón!!! Un varón entre las chicas. Va a ser “bendito tú eres”…
- Sí, mi amor, se va a tener que bancar todas nuestras conversaciones.
- Jaja
Juana se vio obligada a cortar la
conversación antes de subir al ascensor, porque allí no había muy buena señal y
además porque se estaba por quedar sin crédito.
-
Chau gorda, te adoro!
Y un beso a Joaquín!
-
Chau Juanita, a ver
cuándo nos vemos. - Tenemos que arreglar!
- Chau, un beso, chau.
Juana cortó feliz. Se subió al
ascensor y antes de cerrar el celular se fijó si tenía algún mensajito, pero
nada. Y bueno… un simple mensaje hubiese significado los cincuenta sentécimos
necesarios para llegar al 10, pero no se dio… iba a tener que esperar.