miércoles, 7 de diciembre de 2011

NO.

-          Juli, yo te entiendo negri, pero tiene que ser mañana?
-          Sí Juana, ya le dije para mañana.

Juana odiaba cuando sus amigas la llamaban Juana.

-          Bueno, cancelá! Decile para otro día!
-          Pero habíamos dicho que vos me acompañabas, o no?
-          Bueno, pero mañana al mediodía voy a almorzar a la casa de mi viejo… vos sabés lo importante que es para mí…
-          Esto también es importante para mí.
-          Ah, sí? No me digas?!… me estás cargando?? Ya sé que es importante!! No te estoy pidiendo que no te encuentres nunca más en tu vida, te estoy pidiendo si puede ser otro día, no quiero salir corriendo de la casa de mi viejo, quiero quedarme a tomar un café si da, no sé...  conversar… dale… sí? dale?
-          Ok Juana, veo que no venís entonces.
-          Juli, por favor, te estás portando como una nena!

- Juana te llaman de Nestlé. Interrumpió la recepcionista de la agencia, asomando la cabeza por detrás de la pared que separaba la recepción de los boxes.

- Gracias Mari. Deciles que ahora no me encontrás, que me vas a dejar el mensaje para  devolver el llamado.

-          Juli, por favor, pensá un segundo… estás nublada. Yo voy a acompañarte cuando te encuentres con el susodicho, voy a estar ahí, pero puede ser que lo postergues para el domingo a la tarde por ejemplo? Tan grave es?
-          El domingo él-no-puede. Julieta habló casi sin respirar.

Juana pensó: obvio que no puede! Va a estar con su familia!

-          Bueno gorda, no podés arreglar para un día de la semana que viene a la tarde?
-          Y mientras tanto yo qué hago?? Me estoy muriendo de angustiaaa! Necesito resolver esto ya!
-          Lo sé amiga! Pero bancame en esta. Hace años que no almuerzo con mi papá. Te juro que si  no fuera por algo tan importante, no te suspendo ni loca. No le querés decir a Euge sino?
-          Euge!? Está re colgada Euge, ni bola me da… Bueno, dejame ver si puedo suspender… Julieta resopló con fuerza en el teléfono, molesta.
-          Ok Juli, cualquier cosa llamame… le dijo Juana resignada del otro lado.


Juana cortó y se sintió un poco estúpida. Como ínfima. Como una mosca arriba de una torta pastelera a punto de ser aplastada por un manotazo. Súper expuesta y súper agotada de repente. Teniendo que explicar lo obvio y sabido y tratando de contener lo incontenible.

Julieta estaba fijándose solamente en ella, mirándose el ombligo y olvidando lo importante que era para Juana el encuentro con su padre, quien poco tiempo atrás había atravesado una grave situación de salud. Y Juana sentía que no se lo merecía.

A lo largo de los últimos meses ella había estado al pie del cañón para Julieta. Cuando se separó de Manuel; cuando se enteró de que se iba a casar; cuando conoció a su nuevo “amor”; cuando tuvo que contarle lo que sabía. Pero no parecía suficiente para su amiga. Ella estaba dando, dando y dando y cuando necesitaba recibir algo… se estaba quedando con las manos vacías. Se sintió tironeada por Julieta, a quien amaba con su alma, pero no podía dejar que la avasallara como una topadora en plena deforestación.

Juana se plantó en su NO y lo tenía bien decidido. No iba a ceder en esta vuelta. No había culpa ni sentimiento negativo alguno que la hiciera cambiar de opinión. No iba a cambiar el encuentro con su padre, ese que estuvo esperando por más de diez años, por el encuentro de Julieta con un hombre que había conocido -como hombre, valga la redundancia- hacía un mes y medio, a lo sumo dos… No iba a ceder para complacer.

A veces, el límite es necesario. El decir al otro que no, no te hace ser cruel, si no al contrario, desde cierto ángulo es hasta sanador. Sé positivamente que Juli no me va a llamar, porque está enojada. Sé que ahora piensa que soy la peor, que ella es una miserable y que nada en el mundo es más triste que lo que está viviendo. Pero sé también que esta vez necesito ponerme a mí primero y eso no significa que no la quiera con el alma.

Juana escribió esto en su agenda, en una página cualquiera, de un día cualquiera. No necesitaba generar un recuerdo de lo sucedido, simplemente poder desahogar lo que sentía en un pedazo de papel… Suspiró. Respiró hondo y llamó a Nestlé.





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