1534…
15…
Cortó otra vez. Dejó el teléfono
sobre la cama. A los quince minutos, empezó a buscarlo, sin recordar dónde lo
había dejado.
No puedo estar tan distraída por dios! Dónde mierda lo
dejé??- pensó para sus adentros sin dejar escapar el sonido...
Buscó y buscó... como tantas noches de soledad en las cuales buscó un chocolate
perdido en la heladera o un pucho perdido en algún cajón… con la desesperación digna de quien busca sediento un vaso de agua para tomar... ahora buscaba el
teléfono, porque sí, claro, se había decidido… iba a llamar a Sebastián.
-¡Ahí estás! Pasé mil veces por acá y no
te vi, te habías escondido debajo de la sábana…
Juana le hablaba al teléfono como
si el aparato la pudiera escuchar realmente, entablando una conversación tan
fluida que cualquiera hubiese esperado que le contestara.
Bueno… ahora sí, me voy a preparar un tecito y llamo.
Se fue hasta la cocina con el
teléfono en la mano, con la otra abrió la alacena y tomó la caja de té,
arrastrando sin querer un paquete de galletitas de agua que se cayó sobre la
mesada y que terminó desparramado como helado sobre panqueque caliente… por
todos lados. Juana dejó el teléfono arriba del microondas, para limpiar el
bricolage de migas, mientras puteaba en chino y cantonés… Cuando terminó la
limpieza, puso el agua a calentar y colocó el saquito de té en
la taza. Fue hasta el baño, intentó hacer pis, pero no tenía verdaderas ganas…
y menos paciencia, por lo cual enseguida abandonó la operación. Cuando volvió, el agua ya
estaba caliente. No la quería hacer hervir. Buscó el edulcorante, apagó el
fuego y se sirvió la taza de té. En ese instante, se descubrió nuevamente
buscando el teléfono…
-¿Y ahora dónde lo dejé?... A ver qué fue lo último que
hice… Se dijo Juana, mientras daba un
sorbo de té.
Repasó cada una de sus últimas acciones.
El baño… no… me puse a preparar el té… se
me cayó el paquete… ah sí! Volvió su mirada sobre el microondas y ahí
estaba él como esperando a ser hallado.
Okey…
Se sentó en el puff con el
teléfono en mano, apoyando la taza de té sobre el piso.
153…
Cortó.
¿Qué hora es? ¿Qué hora es? Sus ojos buscaron desesperados las agujas de algún reloj. Lo más rápido que encontró para hacer, sin abandonar la posición del puff, fue prender la tele y poner un noticiero.
No, a esta hora no… por ahí está durmiendo una siesta… si
lo despierto es un garrón… me muero. Mejor, dentro de un rato.
Juana se tomó el té. Se levantó
del puff, con el noticiero de fondo, y fue a lavar la taza. Luego, la secó y la
guardó. Tomó un vaso y se sirvió Coca light. Fue a buscar los cigarrillos. Se
prendió uno y se volvió a sentar en el puff. Una escena calcada de sus épocas de estudio, cuando tenía que sentarse a leer y daba vueltas y vueltas antes de comenzar...
153…
Habían pasado tan solo diez
minutos del llamado trunco anterior y la decisión de respetarle la supuesta
siesta a Sebastián.
Sonó. Sonó. Sonó.
Ella pensó: dejalo sonar… si cortás enseguida, es obvio que llamaste para que él
tenga una llamada perdida, y después te tenga que llamar. Bancátela. Esperá…
Sonó, hasta que la llamada se
perdió.
¡Fuck!
Apagó lo que quedaba de pucho
rabiosamente contra el cenicero, aplastando la colilla como si de su mala
suerte se tratase.
Uyyy… estaría durmiendo la siesta nomás… qué desubicada…
¿O será que no me quiere atender?, ¿No me querrá
atender?... bueno, si no me quiere atender, está en todo su derecho, bastante
pendeja estuve todo este tiempo como para que ahora no me quiera mandar a la
mierda… es lo que yo haría…
Cambió de canal.
Aunque… tampoco maté a nadie che… tampoco para no
atenderme, no? Digo… atendeme, y si me querés mandar a la mierda, mandame… pero
atendeme. Bueno, no sé… yo lo atendería.
Juana era pura contradicción.
Gracias a dios que los vecinos y las paredes no podían escuchar sus
pensamientos.
Bueee ya fue… tampoco puedo estar todo el día con este
tema. Mejor voy a ver si me baño, salgo a dar una vuelta, me despejo un poco,
la voy a llamar a Juli para ver si va a hacer algo… mejor, no? O… mejor me
quedo acá, pido comida y helado y engancho una peli… esa está buena. Siii mejor
esa… a ver la revista del cable dónde está… nunca sé dónde van a parar esas
revistas… para lo único que sirven es para juntar polvo y cuando quiero verlas,
nunca las encuentro.
Bueno, se acabó, yo lo llamo devuelta. Qué tanto… a lo sumo, ya fue, que me diga lo que me tenga que decir y ya…
Bueno, se acabó, yo lo llamo devuelta. Qué tanto… a lo sumo, ya fue, que me diga lo que me tenga que decir y ya…
En escasos cinco minutos Juana
había pasado de superada-intrigada-indignada a (casi) desesperada…
153…
Sonó. Y atendió.
-
Hola…
Y ahí sí… Después del tira y afloje interno y de dudar hasta de sus propias palabras... Juana liberó toda la tensión en una corriente eléctrica que recorrió su cuerpo. Cada pelo de su cabeza, cada poro de su piel, cada dedo y cada pestaña sintió lo mismo al mismo tiempo: alivio.
Tuvo un breve pero intenso orgasmo simbólico. No fue sexual… o sí, pero solo un poco. En el fondo no fue más
que una descarga absoluta de nervios, ansiedad, tensión y adrenalina… liberados como palomas al aire al escuchar una sola palabra: “hola”…
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