domingo, 19 de junio de 2011

Preludio

Juana abrió los ojos y descubrió que ya estaba en la terminal de micros. Ni se enteró que habían estado detenidos por más de cuarenta minutos, a causa de una protesta en un pueblo santafesino. Ni se enteró de la simulación de cena que le habían ofrecido. Susi la había notado tan angustiada y cansada que decidió dejarla dormir. Quizás, el sueño reparador, la ayudara a estar mejor.

Juana se sentía por un lado aliviada, porque había logrado suspender sus pensamientos durante un rato largo. Había hecho un off mental involuntario pero necesario. Susi, sin saberlo, había dado en la tecla. Pero por otro, estaba nerviosa porque sabía que en breve tenía que encontrarse con Valeria.

Como la salida del micro se había demorado veinte minutos, más el tiempo que habían estado parados, en lugar de llegar a las 5 de la mañana como estaba previsto, llegaron a las 7.  

Juana fue por su bolso, retiró también el de Susi y cuando quiso darse cuenta tenía a su cuñado detrás… ella jamás había conocido a un representante tan extremo del machismo en persona. No se llevaba del todo bien con él y se llevaba ahí-ahí con su hermana, por lo que iba a tener que poner mucho de sí durante ese fin de semana.

-          Hola! Dijo Susi estruendosa.
-          Hola Juana, hola Susi- saludó el Rocky Balboa made in Córdoba con menos onda que un spaghetti Don Vicente.  
-          Hola, y Valeria? Preguntaron casi al unísono.
-          Se quedó en casa, con el tema de los preparativos del cumpleaños, ya me tiene los quetejedi al plato…

A Juana se le retorció el estómago con el comentario. No podía creer que fuera tan desubicado y no entendía aún, después de tantos años, qué era exactamente lo que le atraía a su hermana de ese hombre.  

Hacía un frío de locos. Recordó lo que le había dicho su madre unos días atrás, eso de que en Córdoba hacía más frío que en Buenos Aires y sonrió internamente (aunque una mueca de sonrisa se le escapó también por el costado derecho de la boca). Juana moría por unos mates calentitos y algo que le aportara algunos hidratos de carbono. Tenía la nariz congelada y los bucles casi escarchados. Le salía "humito" de la boca al hablar.

Se subieron al auto -camino al barrio Argüello- y enseguida comenzó a sonar algo parecido a Tru-la-la, pero con nombre desconocido… y a todo volumen. Y a esa hora de la mañana.  

Antes de llegar, Valeria ya lo había llamado tres veces. Una, para que le comprara la bengala que se había olvidado de comprar. Tuvieron que recorrer varias confiterías, antes de encontrar una abierta y que tuviera la famosa bengala. La segunda, para avisar que pasara a buscar también a su mamá, es decir, a la suegra de Valeria. Créase o no, a esa hora de la mañana, la mujer ya estaba lista para que la pasaran a buscar. La tercera, para preguntar si faltaba mucho para que llegaran, porque ella necesitaba ayuda. Y una vez más… créase o no, a esa hora de la mañana.

En el camino, a Juana le cayó un mensajito de Fede: nena! Ayer vos te fuiste antes y no te enteraste… se fue la muy conchuda de Gangster!!

Juana no pudo evitar una sonrisa espontánea, que le dio fuerzas para tolerar la conversación ininterrumpida que estaban teniendo su mamá y la mamá de su cuñado desde el momento en que se habían saludado.

Cuando bajaron, Teté comenzó a acercarse lentamente a Juana, arrimando el bochín para comenzar una charla que no culminaría nunca. Astuta y con una experiencia adquirida a lo largo de los años, Juana simuló recibir un llamado al celular e improvisó una charla de lo más amena con una de sus amigas. Se sintió Graciela Borges por unos instantes -aunque más por la voz ronca mañanera que por la actuación que, en verdad, dejaba mucho que desear-. Extendió el acting hasta bien entrada en la casa.

Cuando la vio, Juana saludó a Valeria con un cariño sincero y caluroso que expresó a través de un prolongado abrazo. Sintió ser retribuida por un breve instante, pero inmediatamente Valeria se apartó para seguir con sus quehaceres que venía desarrollando desde horas tempranas –más tempranas- de la mañana.
Hablando a velocidades inigualables, Valeria departía órdenes a diestra y siniestra. Hablaba más rápido que Susi y Juana juntas, lo cual ya era mucho decir. Lo más asombroso del asunto es que todo el mundo parecía seguir sus órdenes.

Por un momento, desde la puerta de la cocina, Juana se detuvo a observar la escena: Susi había empezado a cortar unas medialunas al medio para luego colocarles jamón y queso; Teté se estaba dedicando a terminar el repulgue de  unas empanadas que luego irían al horno en tandas; Fernando desarmaba paquetes de masas, masitas y tortitas…

Y ella estaba parada en el umbral que dividía a las personas colaborativas, de las que no querían mover un dedo… solamente quería tomarse unos mates tranquila y no estar como soldadito a pilas siguiendo las órdenes de su hermana a las 8 y cuarto de la mañana…!

Juana sabía que había una fórmula que no fallaba y decidió aplicarla:
-          Ayudo en algo?
-          No,no ya está, si querés, hacete unos mates…
-          Dale!!

Y con la misma predisposición que el resto ayudaba, Juana se sentó en una silla con termo y mate a pensar en todo lo que le esperaba ese fin de semana…

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