lunes, 6 de junio de 2011

Felicidad de Fantasía

Sentadas en la mesa redonda del living de Julieta, Juana y Eugenia se miraron cómplices. La que hablaba era Julieta. Parecía que caminaba sobre nubes y con la mirada como perdida en un sueño futuro, que para ella ya era realidad.

-          Me dijo que ya se va a separar… expresó Julieta con seguridad.
-          Pero cómo… qué… así de la nada? Preguntó Eugenia.
-          No, de la nada no. Yo le pregunté.
-          Pero cómo surgió la charla…? Eso es lo que te está preguntando Euge, me parece, no Euge?

Eugenia asintió con la cabeza.

-     Bueno, estábamos charlando de su matrimonio. En realidad, él me estaba contando… que no la pasa bien, pero hace rato. Que se siente descuidado. Que cada vez que quería hacer el amor con ella, tenía que hacer todo un preámbulo terrible…
-     Eso te contó?! Le preguntó Juana espantada.
-     Sí, por? Respondió Julieta.

Una Julieta que parecía no ser su amiga. Esa que era antes al menos. Un poco con los pies más pegados en la tierra. Un poco menos… Pasional? Estúpida? Inocente? Crédula? Embobada? Ciega? Distraída?

Juana no podía evitar pensar en cómo iba a terminar sufriendo Julieta con toda esta historia. El corazón se le estaba estrujando un poco…

-    Pero entonces… por qué no se separó hasta ahora? Le preguntó Juana.
-    Por los hijos.
-    Clásica respuesta. Sentenció Eugenia.
-    Eugenia! Si me vas a contestar así…
-    Ok… ok… me modero… pero es una clásica respuesta, o no? La miró directamente a Juana en busca de apoyo.
-    Bueno Euge, no te enojes, pero sí… es lo que dicen siempre los hombres casados. Casi podemos escribir un manual… “ya me voy a separar”; “no me separo por mis hijos”; “son lo que más amo en este mundo”; “con mi mujer ya no me pasa nada”; “solo vivimos bajo el mismo techo”… y etcétera, etcétera, etcétera…
-     Bueno chicas, yo les puedo asegurar que esta historia es distinta. Esto es amor. Pero no las voy a tratar de convencer, lo van a ver con sus propios ojos.

Juana tragó clavos oxidados. Como unos trescientos al mismo tiempo.

Eugenia sintió cierta incomodidad en la postura corporal de Juana, incluso en su tono de voz. Cuando Julieta se retiró un rato para ir al baño, Eugenia empezó a hablarle en voz baja…

-          Juana, esto es un quilombo padre… me parece, no?

Precedida de un suspiro largo, bieeeennnn laaaargoooo, en el cual imaginariamente Juana largó todos los clavos oxidados por la boca, vino su respuesta: no, no te parece. Lo es. Te juro que todavía no lo puedo creer…
-     Es que es tan loco… hasta donde yo sabía él estaba casado, pero con otra mina… nada que ver…  
-     Sí, eso sabíamos todas, que se había casado, no me acuerdo ni cómo se llamaba la mina. Todavía éramos bastante pendejos todos… creo que se casó a los veinte el limado… Pero se ve que después se separó, porque se casó con Cecilia. Bueno, la verdad, no sé si se casaron-casaron, conviven hace varios años y tienen dos pibes… 
-     Cuando Juli me contó con quien estaba, me quedé helada mal… pensé… “esto es un chiste”…
-     Vos! Y yo? Casi me agarra un cíncope boluda, grité tan fuerte que las recepcionistas vinieron a ver qué me pasaba…
-     Es que si vos no te encontrabas con Cecilia, ni por puta casualidad sabíamos todo esto…
-     Y… no… El destino. Alguien quería que me la encontrara, que me contara su historia…
-     Sí, que hasta ese momento, era re interesante, pero moría ahí.
-     Sí, tal cual… de última, una historia más… qué sé yo… pero después, al toque, me llama Juli y me dice que está curtiéndose a Cristian Perevignon… cómo?! Y ni atisbos de que supiera que estaba casado con Cecilia… sino, me lo hubiera dicho ahí nomás… y la verdad, yo no me animé a decirle nada… no pude.
-     A mí me pasó igual… te voy a ser sincera… en un momento pensé “para qué carajo me habrá llamado Juani y me contó la historia de Cecilia???… ahora cargo con este muerto!!!” Por eso te llamé al toque… igual, ya no podíamos hacer nada…
-     Y no…
-     Vos me debés la charla del encuentro con Cecilia… no me contaste nada…
-     Bueno, te la cuento en otro momento. Muy heavy Euge. Muy heavy.

Eugenia tenía cara de preocupada. Juana también. No era para menos. Se trataba de la felicidad de su amiga… esa que tanto venía buscando y ahora creía que había encontrado. Lástima que era una felicidad de fantasía. Como las cadenitas de oro que venden en Once…

-     Pero el tipo le está mintiendo entonces…
-     Chocolate por la noticia…
-     Un hijo de puta…
-     Y bueno, el tipo en realidad se lo debe haber ocultado para evitar quilombo… lo que menos se debe imaginar es que ahora con Julieta somos tan amigas… si en el secundario no nos llevábamos…
-     Claro, si vos eras del grupo de las cinco… le dijo Eugenia con tono burlón.
-     Y con mucho orgullo…
-     Ayyy ellas, las cin-las cin…
-     Pará Juli, ponete seria…
-     Bueno… es verdad, no debe saber que somos amigas ahora…
-     Sí, y menos se debe imaginar que me la encontré a la mujer por casualidad… porque ahí es donde se unen las dos historias... me entendés?

En eso, se escuchó la cadena del baño.

Las chicas se callaron automáticamente y simularon estar viendo la televisión.

-    Qué están mirando chicas? Preguntó Julieta, asombrada por tanto silencio.
-    El noticiero, contestó Juana.
-    Quieren unos mates?
-    Dale, hacete.
-    Yo tomo un par y me voy, porque tengo que hacer mil cosas. Dijo Eugenia.
-    Yo igual, pero un par de verdes me tomo. Agregó Juana.

Cuando por fin estuvieron fuera, lejos del oído y la mirada de Julieta, Eugenia le hizo una pregunta fatal a Juana:

-    Qué vamos a hacer? Le contamos?

Los clavos volvieron a incrustarse en la garganta de Juana. Esta vez, más que antes.



No hay comentarios:

Publicar un comentario