sábado, 9 de julio de 2011

Entre lo onírico y lo real...

Era de noche. Hacía frío y había niebla. Juana tiritaba como una hoja. El saco que tenía puesto, apenas podía cubrir su panza. Una panza enorme por cierto… Ella estaba esperando a alguien, pero era una espera feliz, cero intranquila…

En un ritmo acelerado, se acercó Sebastián con un paquete de papas fritas en una mano y una coca light en la otra. Una sonrisa atravesaba su rostro. Estaba feliz, Juana le  conocía la expresión. Cuando llegó a su encuentro, la abrazó, dejando mitad en el aire y mitad sobre la espalda de Juana el paquete y la botella… Juana no entendía tanto entusiasmo, tanta emoción en ese abrazo.

Él, sin aviso previo, se desprendió de su cuello y fue directo a besarle la panza…

Sebastián!! Qué hacés? Estás loco?

Estoy feliz, mi amor, más que nunca en mi vida… y este hijo que estamos esperando es lo mejor que me pudo pasar…

Cómo?


-          Juana, Juanita… vamos mi amor. Te quedaste dormida…

Uyy no… qué feo es cuando estás soñando algo lindo, algo misterioso, algo tan lleno de entusiasmo y te despiertan justito… ahora no iba a saber cómo terminaba la historia. Juana se despertó con la boca pastosa. Tenía mucha sed. Mientras trataba de vencer la modorra que sentía y despegaba el cuerpo de la cama, pensó: estoy más loca que nunca! Mezclé el embarazo de Valeria con Sebastián y un paquete de papas fritas!! y… por qué Sebastián? mejor me voy a bañar…

Se fue a bañar en el turno 3, después de su hermana y su cuñado; aprovechó que todavía faltaba para que comenzara el festejo y se fue al cuarto a plancharse el pelo. Mientras comenzó la ardua tarea de domar sus bucles, y mirándose en el espejo que estaba pegado en la puerta del placard, empezó a pensar en cómo sería ella como madre: mala, muy mala madre seguramente. Sería pésima…

La última semana Juana no había ido al psicólogo, aludiendo que tenía como mil cosas que hacer y no llegaba ni loca a la hora de la sesión. El psicólogo, le dijo que no había problemas, que se encontraban la semana siguiente. El tema de la maternidad sería sin dudas, el siguiente tema a tratar. Y el sueño iba a resultar un material enriquecedor a la hora del análisis…

…creo que sería muy linda la panza, ese momento tan especial… un momento de conexión plena y absoluta con tu hijo… pero… sería pésima a la hora de poner límites… si siento culpa cuando tengo que faltar al trabajo solo por ganas de faltar… ni me quiero imaginar cuando tenga que decirle a mi hijo “no, hoy chupetín no”… ayyyy….

A medida que los bucles se iban alisando, a fuerza de calor y spray, los pensamientos iban cayendo uno a uno y ella no oponía resistencia alguna…

…te cambia la vida… yo la veo más hinchada a Valeria… pero no hablo de eso solo (cuando Juana habla sola, le habla a alguien que, por supuesto, no existe… es su interlocutor imaginario)… hablo de que te cambia la vida… vivís para tu hijo, ya no para vos… tenés otra responsabilidad en tu vida, mucho mayor que cualquier otra que hayas asumido previamente… ayyy… igual, no sé por qué estoy pensando en esto… si no tengo si quiera al padre… cómo voy a tener al hijo!!

FSSSSSSSSSSSSSSSSS el spray seguía disparándose desde una distancia considerable…

…y además… no entiendo por qué se me coló Sebastián en el sueño… por quéeeeeeeeeeee???!! Este pibe me está complicando la vida… yo estaba bien, tranquila, un poco aburrida sí eso sí, pero tranquila che… y ahora? Ahora ves? (nuevamente a su interlocutor fantasma) tengo este rollo… no acá no (se agarró el de la pancita) acá, en la cabeza… este pibe algo tiene, me puede… pero sufrí mucho por él, así que ni en pedo me meto devuelta… ni en pedo.

El último bucle perdió la batalla ante la planchita y se dejó estirar sin remedio alguno…

Hora de bajar… aunque tenga más ganas de estar en misa, que acá!!

Cuando bajó, vio la casa toda decorada, la mesa puesta con cuanto alimento y bebida se pudiera encontrar en Córdoba Capital y la vio a  su hermana recibiendo y saludando a sus amigas. Valeria estaba radiante, de verdad, tenía una luz especial.

Y allí estaban Marita, Evangelina y Virginia. Eran las amigas de su hermana, con las cuales no tenía ni un punto de contacto o tema de conversación. Sentía que eran estiradas de más y que, en el fondo, Valeria tampoco tendría que tener alguna similitud con ellas… después de todo, Juana y Valeria habían nacido en el mismo barrio, se habían criado en la misma casa, habían ido al mismo colegio y habían tenido en la infancia casi las mismas amigas… cuándo había sido el momento en el que empezaron a ser tan distintas… en que empezaron a tener gustos tan disímiles, a perseguir objetivos tan alejados unos de otros…

Tomó coraje y se acercó a saludar también.

-          Hola chicas, cómo están tanto tiempo? Arrancó Juana.
-          Holaaa… estás laciaaaa… la recibió Marita.
-          Sí, sí, me hice la planchita… te gusta?
-          Sí, te hace rara, pero sí sí…

Evangelina y Virginia le dieron un beso en la mejilla y le sonrieron amablemente.

…dónde estarán los fosforitos- pensó Juana.

Mientras recorría el lugar con mirada y agudeza de águila, en busca de su tan preciado manjar,  divisó a Teté con dos de sus amigas. Al lado, justamente al lado, estaban los fosforitos. Decidió ir en busca de ellos, a pesar de saber de antemano que estaba cometiendo un error fatal.

Fue, disimulada, acercándose a la mesa, mirando para un lado y para otro como quien busca al chico que le gusta haciéndose la distraída… pero todo fue en vano, porque Teté, apenas la tuvo a una distancia prudencial, se paró y, tomándola del brazo, la llevó a saludar a sus amigas: Mirtha (con h sí…) y Palmira.

-          Chicas, acá está Juanita, no está preciosa?
-          Ayyy Juanita, cuánto hace que no te vemos- dijo como pudo Palmira, mientras luchaba con un sandwichito de jamón y queso.
-          Siiii, muchoooo- enfatizó Mirtha.
-          Cómo están?
-          La verdad, muy bien, con la jubilación y la venta de berenjenas, estoy bárbara… hago lo que me gusta y encima me pagan.
-          Qué bueno Palmira…
-          Y yo, también. Me voy a jugar todos los domingos con Teté, Palmira y otras amigas a las cartas. Nos quedamos hasta las doce de la noche. Agregó Mirtha.
-          Hasta las doce de la noche!! Se sorprendió Juana, a quien le resultaba difícil alcanzar ese horario los domingos- Y dónde se juntan?
-          Vamos rotando, entendés? Un día en lo de Mirthi, otro día en lo de Teté y así…
-          Ajá…
-          Y vos, querida, estás de novia? Preguntó Palmira.
-          Nooooo- se adelantó Teté a contestar.
-          No, no estoy. Dijo Juana.
-          Lo bien que hacés. La apoyó Palmira, mientras agarraba un sandwichito más…
-          Cómo lo bien que hace Palmira? La reprendió Teté. Vos no ves que ya tiene más de 30? Qué tiene que esperar?
Juana muda.
-          Pero dejate de hinchar… -mordió un pedacito de sándwich-… antes se usaba eso de que te tenías que casar jovencita… y bien que muchas nos quejábamos de esa imposición… ahora la cosa cambió y me parece que está bien que cada muchacha elija lo mejor para su vida.
-          Ya va a llegar… agregó Mirtha, mientras mojaba sus labios con un toquecito de cognac.
-          De dónde sacaste el cognac Mirtha? Le preguntó Teté un tanto colorada. Según Teté, su amiga tenía una leve tendencia hacia el alcohol…
-          Tu hija me lo ofreció…
Juana seguía todavía muda, observando la escena.
-          Pasame un poquito –le pidió Palmira- así te acompaño, que con este frío, se me congelaron los dedos de los pies…
-          Palmira, no la festejes- le pidió Teté más colorada que antes.
-          Ayy querida Teté, cada una con lo suyo, no? Vos tejés, yo tomo clases de yoga y hago berenjenas y ella toma cognac… a quién hace mal acaso? No Juanita?
Juana asintió con la cabeza.
-          Bueno, está bien, pero un poquito nada más eh… accedió Teté.
-          Un poquito nada más… agregó Mirthi, mientras dejaba que la copa le acariciara la barbilla.
-          Teté, en dónde están las empanaditas de atún que hacés vos? Quiso saber Palmira.
-          Ahora te alcanzo. Las hice anoche, así que hoy están más ricas todavía.
-          Sos un amor.
Juana seguía ahí parada mirando la escena y el vínculo entre esas amigas. Por un instante pensó en cómo sería ella con sus propias amigas a esa edad, y no se imaginó tan diferente a ellas. Sintió cierto cariño por ese grupo de mujeres que mantenían su amistad, a pesar del paso de los años, y aún con ciertas trabas, aceptando sus diferencias…

-          Perdón señoras, voy por un fosforito.
-          Adelante, mi amor, adelante. Le dijo Palmira.

Juana finalmente llegó al tan ansiado fosforito, lo comió despacito… bien despacito… sabía que todavía quedaba mucho por delante… y, más allá de todo, quería disfrutar…






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