miércoles, 3 de agosto de 2011

Nadie duerme

Sentados todos alrededor de la mesa, incluida Teté que había regresado para compartir el almuerzo, Valeria interrumpió la conversación sobre los ravioles, para dar una noticia.

Juana estaba expectante, sabiendo lo que sabía de antemano. El resto –salvo Fernando- estaban más desconcertados. Ella atesoraba hasta ese momento una verdad que nadie más conocía.

Valeria empezó dubitativa…

-          Bueno, tenemos una noticia que darles.

Juana sonreía y movía la cabeza como apoyando a que largara la novedad.

-          Es que, seguro no se lo esperaban… y…
-          Valeria, qué pasa? Le preguntó Susi empezando a expresar cierta preocupación.
-          No, má, nada grave…
-          Me asustás…
-          Por favor querida, decinos cuál es la noticia. Dijo Teté.
-          Bueno… con Fer…
-          Felicitaciones!!! Gritó Juana entusiasmada, no pudiendo contener las ganas inmensas que tenía por celebrar la noticia del embarazo.
-          Pará Juana, pará! Si no sabés que voy a contar…
-          Sí, yo sé todo nena…!
-          Qué? cómo te enteraste de la mudanza?
-          Mudanza? Qué mudanza? Además, se van a mudar?
-          Además de qué?
-          Del embarazo!

Teté y Susi se miraron, se abrazaron, empezaron a gritar como gallinas turulecas y Juana fue a abrazar a su hermana, que enseguida la frenó en seco…

-          Estás loca Juana!! Pará… No estoy embarazada…!

La escena de alegría se congeló, como cuando ponen pausa en una película justo en el mejor momento…

-          Qué?! cómo que no estás embarazada? Juana no podía creerlo…
-          No, no estoy embarazada. Para nada!
-          Y los nombres que encontré en el listadito del baño?
-          Qué listadito..?
-          El listado… dale, yo lo vi.
-          Ah sí… estaba imaginándome los nombres… pero eso no significa que esté embarazada!! Además… por qué revisaste mis cosas nena… eso no se hace!!
-          Val, tu hermana sigue en pedo… dijo Fernando. Ayer se agarró una linda mamúa, por eso se fue a dormir más temprano…

Juana lo miró con cara de “qué boludo” y suspiró para ahogar esas mismas palabras. Las consuegras, que habían experimentado por breves instantes la sensación de ser abuelas, mostraron cierta desilusión; sin embargo, querían saber cuál era finalmente la noticia.

-          Bueno, basta, no peleen más –intermedió Susi- contanos Valeria, cuál era la noticia entonces?
-          Bueno… si Juana no me interrumpe con pavadas, puede que llegue a contarles.
-          Listo… no voy a interrumpir más… perdón-perdón. Me hubiese gustado que estuvieras embarazada, nada más…
-          Vas a seguirla con el asunto del embarazo?
-          Noooo, dale, contá la noticia.
-          Bueno, con Fer… nos mudamos a Estados Unidos.
-          Qué?! gritaron a compás las consuegras.
-          Déjenme contarles, no se alteren… A Fer lo ascendieron, como les conté ayer, y como parte del ascenso tenemos que mudarnos a Estados Unidos, que es donde están los headquarters…
-          Hedqué? Preguntó Teté.

Juana no entendía porqué Fernando la dejaba a su hermana sola para explicar, para campear la tormenta de preguntas que se avecinaba entre Teté y Susi… si el del ascenso era él.

-          Oficinas centrales Teté.
-          Por cuánto tiempo? Quiso saber Susi.
-          Son por lo menos 6 meses…
-          Por lo menos… enfatizó Fernando, como si no le importara irse hacia el norte tantos miles de kilómetros y dejar a su madre, a su cuñada y a su suegra atrás… Es más, Juana creía que la situación lo hacía feliz…
-          Pero eso es mucho tiempo!! Exclamó Susi.
-          Nooo… parece… pero cuando te querés acordar, nos estamos volviendo má.

Susi sintió la inmensidad en su pecho, al recordar que su hija le había pronunciado palabras similares, aquel enero en que le contó que se venía de vacaciones a córdoba y quizás se quedaba algún mes más… En su interior, supo que Valeria estaba cada vez  más lejos. Primero, Córdoba. Ahora, Estados Unidos.

-          A qué ciudad van? Preguntó Juana, mordiéndose el pellejito del dedo índice.
-          A New York.
-          Bueno, dicen que es re lindo, no? Hay mucha actividad cultural y artística… por algo le dicen la ciudad que nunca duerme…  Juana quiso mejorar el ánimo reinante, sin mayor éxito.
-          Quiero que lo tomen bien, porque es una gran oportunidad de crecimiento para nosotros. Pidió Valeria con suavidad, aunque manteniendo su rígida postura. Cero contacto físico. Cero emoción. Juana, en su lugar, ya se hubiese prendido a su madre a llorar de la angustia, porque si bien era una buena noticia, implicaba estar alejadas.
-          Es mucho tiempo… repitió Susi y suspiró… pero sabés que los apoyamos.
-          Sí, mis queridos, siempre vamos a estar- confirmó Teté.
-          Gracias, se los agradecemos mucho.

Fernando, más pintado al oleo que de costumbre, siguió manducando ravioles como si nada importante estuviera aconteciendo.

Al rato, el resto retomó la raviolada, pero el sabor era un tanto más amargo… entre raviol y raviol, Juana pispeaba la cara de su madre que dejaba entrever cierta tristeza. Y ella también se sintió triste, no tanto por su hermana, ya que hacía rato que no compartían casi nada, sino por su madre, a quien sabía sentirse sola y abandonada. “Abandonada” primero por su esposo, y ahora por su hija. Una larga historia de abandonos con o sin justificación.

Ahora Juana sentía esa responsabilidad cuasi innata de “hacerse cargo de la situación”. Nadie la llamaba a ese juego. Pero era un juego que no podía evitar jugar… aunque supiera de antemano, que perdía siempre…

No sólo New York era la ciudad que nunca duerme, Susi sería la mamá que nunca duerme y Juana sería la hija que-se-hace-cargo-de-todo-y-nunca-duerme

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