lunes, 10 de octubre de 2011

QUIERO UN CAMBIO

-          Hola Pá, cómo estás?
-          Mucho mejor ya Juana, mucho mejor. Comiendo sano, saliendo a caminar, cuidándome…
-          Muy bien… Sabés qué? Estoy corriendo para el laburo justo, me agarraste medio en un mal momento…
-          Medio o del todo?
-          Bueno, del todo ja…
-          Es rápido igual. Te queremos invitar con Irene a almorzar el sábado. Podés?

Paralización de corazón espontánea. Aliento ausente por completo. Mente en blanco. Respuesta incongruente con el estado anterior:

-          Sí obvio, dale. A qué hora?
-          Te esperamos a la una. Te paso la dirección por mensajito.
-          Ok!
-          La saludaste a Valeria de mi parte por el cumpleaños?
-          Obvio pá, se puso re contenta… el sábado nos vemos. Te dejo, porque llego tarde. Un beso.
-          Qué alegría me das con lo de Valeria!! Nos vemos el sábado entonces. Un beso.

Juana extrajo un par de conclusiones de la breve pero significante charla que había tenido con su papá.

1)      Sentía pánico. Las respuestas habían sido automáticas, pero cuando cayó… fue fuerte. Después de la internación, habían quedado en verse, pero hasta el momento no se había producido el tan esperado encuentro. No sabía si hacerlo en la casa de su papá era la mejor idea… pero ya había dicho que sí.
2)      El le seguía ganando a cualquier otro apodo o adjetivo.
3)      Le había mentido respecto a lo de Valeria. Ella no había expresado nada parecido a la alegría o la felicidad cuando le comunicó su saludo. Muy al contrario…
4)      A veces las mentiras piadosas ayudan un montón (sí, un montón) a hacer feliz al otro. Qué más da…
5)      Su papá mandaba mensajes de texto ¿? Seguramente iban a tener que ponerse al día uno respecto del otro. Había mucho por descubrir.

Juana siguió corriendo para el trabajo, sintiéndose pesada como un cajón de sandías…

Será la humedad? se empezó por preguntar para sus adentros… No me estoy sintiendo muy bien…

Decidió que era hora de volver a terapia, después de algunas ausencias nada inocentes y ante el inminente encuentro con su papá. Buscando el teléfono en la cartera, el subte se le dio vuelta por completo.

Uooooouuuuuuuuu…. Pucha…. Tengo unas ganas de vomitar terribles…

Y ahora no había sospecha de embarazo ni por casualidad. Lo que sucede es que a Juana los nervios le “atacan el estómago” como dice su mamá. El verse en la casa de su papá el sábado, cruzándose muy seguramente con uno de los hijos de Irene; el estar sentada a la mesa queriendo hablar de mil cuestiones, pero sintiendo vergüenza de iniciar cualquier tema, la hizo descomponerse sin advertirlo si quiera… hasta que el café con leche que había tragado antes de salir le subió prácticamente hasta la garganta…

Tranquila Juani, respirá… tranquila, no pasa nada.

Cuando estuvo fuera del subte, respiró aire un poco menos comprimido y el color rosado volvió de a poco a su rostro. Odiaba sentirse así de golpe y porrazo, pero no podía evitarlo.

A mí los nervios me atacan siempre el estómago… se dijo a sí misma, sin advertir que repetía las palabras de su madre… Qué semana movidita estoy teniendo… primero lo de Juli, ahora papá… necesito mi sesión ya!

Los pensamientos de Juana estaban también desordenados, embarullados. Ella sentía que su principal enemigo no eran ni los nervios, ni la panza… si no su cabeza. Su cabecita loca que nunca ponía stop, no descansaba ni feriados ni fines de semana largo. No tenía paz.

De repente, caminando por esas callecitas ínfimas del centro, vio una publicidad que llamó su atención: QUIERO UN CAMBIO.
QUIERO UN CAMBIO fue lo que la interpeló, antes que el nombre del autor, antes que saber que se trataba de un bestseller. QUIERO UN CAMBIO.

QUIERO UN CAMBIO de Bernardo Stamateas Bestseller. Autor de Gente Tóxica y Emociones Tóxicas.

En principio, su prejuicio le dijo que ese tipo de lectura no le serviría en profundidad…

Bernardo Stamateas…mmm… pero… yo quiero un cambio, no?…

El pensamiento del libro la acompañaría el resto del día. Como esa espina clavada que no te deja olvidar que ahí está. Quizás sabía que ese libro le aportaría algo… alguna señal… alguna punta… para comenzar a gestar ese cambio que ella sabía que quería, pero no sabía bien por dónde empezar a realizar…

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