miércoles, 6 de junio de 2012

Es...tres...

Juana pasó todo el lunes en su casa. Cuando Susi se enteró de que había estado enferma y no la había llamado, puso el grito en el cielo.

El martes, ya instaladas en el departamento de Juana, Susi y Valeria no paraban de ir y venir, apropiándose del lugar como nadie (incluso más que Sebastián).
-          Má… podés dejar de limpiar?- Casi le imploró Juana a Susi.
-          Es que tenés hecha una mugre Juani esta cocina… te paso un trapito nomás.
-          Dejala –intercedió Valeria- hasta que termine no va a parar…

Las dos hermanas sentadas en el sillón, empezaron su propia conversación, mientras Susi le daba y le daba con el trapo al piso de la cocina:
-          Por suerte, hoy ya me siento bien. Ayer todavía estuve con un poquito de fiebre, pero como dice mami, para volver tengo que pasar todo un día sin fiebre… si sigo así, mañana ya vuelvo a trabajar…
-          Y sí… para que no hagas una recaída, mejor todo un día sin fiebre…
-          Y Fernando?
-          Hablamos ayer, parece que está con mucho trabajo. Mucha pelota no me está dando…

Silencio.

El comentario la preocupó un poco a Juana, porque si bien su cuñado era un cavernícola del siglo XXI, ahora su hermana estaba embarazada, ya no era lo mismo… pero decidió cambiar de rumbo.

-          Vos podés estar acá?
-          Por?
-          Y… porque si tengo algo?? Vos embarazada… no?
-          No pasa nada.
-          Ok…

Silencio.

-          Te hago un caldito mi amor?- Le preguntó Susi desde la cocina.
-          Ayy má, paso. Prefiero comer arroz blanco solo.
-          Bueno, te preparo, te preparo… arroz, siempre arroz…

Juana retomó su conversación con Valeria:
-          Che Vale, con esto de que estuve enferma, se postergó el encuentro con el viejo…no?
-          Ayy… el viejo, el viejo… ahora son íntimos…
-          Vale, cortemos con la ironía… ya te dije que yo estuve tratando de acercarme… tratando de comprender la situación que, por otra parte, resignifiqué absolutamente…
-          ¿Resignificaste? ¿Qué es eso?
-          Bueno Vale, ahora no da, quizás cuando nos encontremos los tres, puedas entender.

En eso, Susi salió de la cocina… ¿qué tres?- preguntó.

-          Nada má, nada-contestó Juana.
-          Juana está hablando de papá, ella y yo… o estabas hablando de papá, Irene y vos?- Dijo Valeria metiendo el dedo en la llaga.
-          Valeria, no seas pelotuda querés… estamos hablando de tener un encuentro con papá, mami… papá, ella y yo…
-          Ah… si a ustedes les hace bien, a mí me parece perfecto- contestó Susi.

Juana comió el arroz blanco con un poquito de aceite y queso rallado. Susi hizo pastel de papas para ella y para Valeria.
-          Pero má… justo que estoy enferma hacés pastel de papas…
-          Bueno nena, tuviste anginas, no cagadera… por qué no querés comer pastel de papas?- Le preguntó Valeria.
-          Porque me siento mejor, pero no estoy diez puntos, tengo miedo de que me caiga mal…

Mientras almorzaban juntas, miraron Intrusos en el Espectáculo, más atentas a los comentarios de Rial que a la evolución del dólar.

Después de comer, Susi lavó los platos y le reprochó a Juana el estado del trapo rejilla.
-          Nena… este trapo está a la miseria… lo podrías poner en lavandina, no?
-          Bueno, después lo pongo.
-          ¿Tenés lavandina?- Quiso saber…
-          No, má, acá no tengo.
-          Entonces te voy a comprar…
-          No má, no hace falta…
-          Te voy a comprar, total tengo que hacer unas compritas para mí también…
-          Bueno má, querés ir a comprarme? Andá…

Valeria dijo entusiasmada: Yo voy con vos má!- Como si fueran juntas a ver vidrieras por Santa Fe…

Juana no podía entender tanto entusiasmo de su hermana. Al menos, le regalaron una media hora de descanso a los oídos de Juana y ella, mientras tanto, pudo chequear tranquila los mensajes de su celular, y algún que otro mail en su correo personal.

Cuando volvieron, Susi y Valeria venían cargadas con más bolsas que en Navidad. Empezaron a sacar de a poco todas las cosas: una esponja nueva; guantes para lavar los platos (“porque sino se te arruinan las manos”); una lavandina grande; un trapo de rejilla nuevo (¿y entonces para qué la lavandina?- se preguntó Juana); un cepillito para limpiar la bombilla del mate; una virulana; una servilleta de tela; dos botellas de agua mineral de litro y medio; una seven-up; un sachet de leche descremada; un cajita de Té La Virginia; tres limones bien amarillos; dos bayaspirinas C; unas pastillas de menta (“porque estás con un poquito de aliento mi amor”…); un desodorante de ambiente (aroma “aire de la pradera”); fideos para sopa y calditos de verdura.

Juana no salía de su asombro…
-          ¿Y para qué el cepillito?
-          Para limpiar la bombilla mi amor, no sé cómo no te da asco tomar con esa bombilla…
-          Ah bueno…- se resignó Juana.

Valeria, que no podía quedarse quieta, estaba husmeando en el mueble del comedor, cuando preguntó…
-          ¿Y esto Juani…?

Valeria hacía referencia a una billetera… una billetera que hasta a Juana le costó darse cuenta a quién pertenecía… pero claro, solo podía tener un dueño…

-¿De quién es?- Preguntó Valeria de forma estridente.
- A ver…- se hizo la distraída Juana. Pero cuando quiso agarrarla, la hermana le hizo el típico “osoooo” y la siguió conservando en su poder…
- ¿Cómo? ¿Tenés una billetera de hombre en tu casa y no sabés de quién es?
- ¿Qué billetera?- Preguntó Susi.
- Nada má… es Vale que está jodiendo…
- Mmmmm… qué nerviosa te pusiste me parece…
- ¿Nerviosa, yo?
- Sí, vos…

Justo en ese momento tocaron el timbre, Valeria miró para el costado y Juana le arrebató la billetera de un saque.

-          Nena! Devolvémela.
-          No!! Esta billetera es de Fede, mi amigo del laburo que ayer pasó a visitarme.
-          Ah, si??… y entonces por qué no me la dejás ver…
-          No te la dejo ver, porque no es de tu incumbencia… má, quién era?
-          Nada… estaban pidiendo ropa. Les dije que no tenías…
-          Y cómo sabés que no tenía?
-          Supuse, mi amor, si toda la ropa que tenés seguramente la estás usando…
-          Sí, má, sí- Dijo Juana para no entrar en discusión, mientras dejó escapar un suspiro.

Se suponía que Juana tenía que hacer reposo, estar tranquila y distendida, como cualquiera cuando está enfermo, no? Pero no era el caso. Desde que Susi y Valeria habían desembarcado en su casa, no la habían dejado un minuto en paz… “que qué sucio está este departamento”, “que cómo puede ser que solo haya arroz y huevos”, “que qué caro es este shampoo, no?“que cómo no tenés un cepillito para el inodoro”; “que de quién es esta billetera”… Juana quería volver ya a trabajar. Prefería bancarse a Anselmi y a cien clientes malhumorados, que a esas dos en combo, en yunta… dispuestas a arruinarle el día de reposo.

Cuando la tarde iba promediando, Juana no sabía cómo hacer para que se dieran cuenta de que podían irse tranquilas…
-          Má… tranqui… ya pueden ir… quién está en el club?
-          Fue Ele.
-          Pobre Ele!! Todo el día ella…
-          Sí, pobre, ni un mensajito le mandé… la voy a llamar.
-          ¿Y por qué no te pegás una pasadita antes de volver para tu casa, no?

Susi se quedó pensando y no le pareció mala idea después de todo. Gracias a esa ocurrencia de Juana, tanto su mamá como su hermana salieron definitivamente del departamento a las 7:23 de la tarde.

Había sido mucho para un día, las tres mujeres juntas por tantas horas en un espacio no demasiado grande… las tres… la hacía sentir… estrés… un estrés terrible… de solo pensar en volver a vivir un día como ese, la desesperaba… qué estrés…

Juana se quedó unos minutos pensando… y ahí se percató del pequeño detalle de sintaxis… sonrió con picardía… se metió de nuevo en la cama, pensando que por algo había elegido irse a vivir sola. Había querido dejar de lado tanto es-tres…   

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