domingo, 27 de mayo de 2012

Ámame en cámara lenta

Juana se despertó a razón de dos veces por hora, a veces sintiendo calor, otras sintiendo frío. Es ese despertar atontado, en el que no sabés bien dónde estás, quién está a tu lado, si es de día o de noche… La primera vez, sin embargo, escuchó el televisor en el comedor, señal de que Sebastián seguía allí. Las siguientes, ya todo estaba en silencio… ¿seguiría allí? Juana estaba todavía demasiado volada como para levantarse a chequearlo.

Cuando estaba por fin descansando profundamente, Sebastián la despertó para darle el antibiótico. Lo tomó con otro vaso de Seven-Up, lo miró con cara de agradecimiento, y se volvió a dormir de inmediato.

La mañana la encontró mejor. La fiebre había bajado y la garganta le había dado algo de tregua. Sebastián seguía allí, preparando el desayuno.
-          Hola…-Dijo Juana con voz ronca.
-          Hola, buen día, cómo estás? si querés pegate un baño, yo estoy preparando el desayuno.
-          Estoy mejor, gracias… ¿no fuiste al trabajo?
-          No, ya avisé que llegaba más tarde, tengo tantas horas extras adentro, que si me dicen algo, son unos caraduras… ¿vos tenés que avisar, no?
-          Sí… ahora le aviso a uno de los chicos por mensajito. Dónde dormiste?
-        En el sofá... por?
-       No, por nada, quería saber... bueno, me voy a bañar.
-          Dale, te espero…

Juana se metió al baño con su celular. Se miró al espejo y se vio bastante desmejorada. La cara amarillenta, las ojeras remarcadas, los bucles entre secos y pegoteados. El efecto fiebre es lo menos sexy en la faz de la tierra.

Mientras hacía pis, le escribió un mensajito a Fede: Hola amigo, estoy con angina pultácea, hoy no voy a trabajar, mañana tampoco.. le avisás a Anselmi? Ayer caducó la salida con Sebas…
Fede: No!! Me quiero morir muerto! Qué cagada que al final no se vieron!! Yo le aviso a Anselmi, quedate tranqui.
Juana: mmmm sí nos vimos… vino a cuidarme… lo podés creer?? De hecho, todavía está acá.
Fede: noooooooo… soy yo y me lo como crudo!
Juana: si me vieras,  no dirías lo mismo… estoy para atrás…
Fede: bueno, entonces… espero a recuperarme  y me lo como crudo!!
Juana: no te lo voy a negar, estoy tentada!! Jaja
Fede: dejate ser… beso amiga! Mejorate!

Juana se metió debajo de la ducha caliente y sintió un gran alivio. Ese alivio que provee el baño después de horas de fiebre, sudor y más fiebre. Cuando salió, se enfundó en una bata de toalla, que estaba usando por primera vez; se la había regalado Susi y había dormido en el mueble del baño desde ese día... por fin había tenido oportunidad de estrenarla.

Con la bata puesta, pasó rápido para su habitación. Se calzó un pantalón de jogging flojo y una camiseta de algodón. Se dirigió al comedor a paso lento.

Allí lo vio a Sebastián tomando mate y mirando un partido de tenis en la tele.
-          ¿Quién está jugando?- preguntó para romper el hielo.
-          Delpo… ¿te hago un té?
-          Dale, gracias.

Juana se acomodó en la silla y vio como Sebastián se metía en su cocina como si fuera propia…

Qué buen culo tiene- pensó. Regresó de su pensamiento lujurioso y se puso a mirar a “Delpo” como si entendiera algo de tenis, para disimular nomás…

Sebastián volvió con una taza humeante de té, que le alcanzó hasta donde ella estaba sentada. Juana tomó la taza entre sus manos, para darse calor y le dio un pequeño sorbo.  
-          Pusiste el aire, no?
-          Sí, tenés mucho calor?
-          No, está perfecto –Juana le dio otro sorbo a su té- Sebas, ya está…
-          ¿Qué?
-          Digo… ya me cuidaste, podés hacer tus cosas…
-          ¿Me estás echando?
-          Nooo… pero estoy mejor, me bajó la fiebre…
-          ¿Te tomaste?
-          Sí, recién. Tengo 37,3.
-          Ah… pero no se te fue del todo.
-          No, pero es febrícula, tranquilo… ahora tomo el té y me meto en la cama de nuevo.
-          ¿No querés que me quede?
-          La verdad… estuviste divino conmigo, pero no me quiero abusar.
-          No te estás abusando, me quedo porque quiero.

Y la miró con esa mirada que él sabe.

-          Bueno, gracias, pero me da cosa… no sé.
-          Bueno, mirá… vamos a hacer así, yo ahora me voy, porque además te veo mejor es cierto. Voy para la planta, chequeo que esté todo bien, hago un par de cosas y vuelvo…

A Juana la actitud le encantaba, pero empezaba a sentir algo de temor…algo de ahogo… como que la cosa se estaba acelerando un poco. Nnnjjjj-nnnnjjjj… Luz roja. Alerta.

-          No hace falta, de verdad.
-          Pero quiero saber cómo estás.
-          Bueno, yo te llamo más tarde, te cuento.
-          ¿Me vas a llamar?
-          Sí, obvio.
-          Bueno, ok. Acepto.

Fiuuuu… Sebastián estaba comportándose de una forma tan divina y tan desconocida para Juana que le provocaba curiosidad, ansiedad y nervios todo al mismo tiempo. Un cocktail demasiado fuerte para un lunes a la mañana todavía con malestar.

Ella se quería dejar amar... pero digamos... en cámara lenta.

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