miércoles, 6 de abril de 2011

Corazonada

Se levantó con la sensación de haber hecho lo correcto. Ese sexto sentido femenino que nadie sabe bien cuándo se desarrolla, si en la niñez, la adolescencia o la madurez, pero que una vez instalado, se queda allí para siempre (aunque con lapsos de “error detected” de vez en cuando… nada es perfecto).

Sintió alivio por haber hecho todo lo posible para alejar a Sebastián del horizonte, porque no quería verse involucrada con él y ni si quiera imaginarse nuevamente sufriendo a causa suya.

Era esa sensación similar a la que te inunda cuando sentís que hiciste algo bien. Como cuando cerraste la ducha, si te había sonado el teléfono y sabías que ibas a estar media hora hablando y el agua iba a seguir corriendo y corriendo… Como cuando ayudaste a cruzar al anciano la calle, acompañándolo del brazo para que llegara a salvo del otro lado… Como cuando le avisaste a la señora que traía la cartera abierta y que le podían robar… Salvando las distancias, esta vez Juana sentía que había hecho bien, porque había logrado ayudarse a sí misma.

La noche anterior, meta charla y charla con sus amigas, mientras parecían radiotransmisoras humanas, había desarrollado el pensamiento para sus adentros. Qué bien había estado en decirle no a Sebastián. Qué bien había hecho en hacer valer su posición actual, su deseo de seguir estando libre, sin ataduras, sin presiones, sin compromisos…

A esto se le sumaba el hecho de que, por primera vez en años, dejaba de ir al club para almorzar con su madre, como se lo había planteado. Estaba volviendo realidad, lo que había expresado días atrás. No era poca cosa.  

De pronto, su vida adquiría un poco más de gusto propio. Es que el condimento lo dispensaba ella y no los otros. Qué curioso es eso, verdad? No dejaríamos que un extraño -o no tan extraño- se metiera en nuestro plato de comida: lo salara, lo enfriara, lo calentara, lo revolviera… sin nuestro consentimiento. Sin embargo, ¡muchas veces dejamos que hagan eso con nuestras vidas!: vení; llevá; traé; volvé; no me quieras más; quereme devuelta; andate; correte; abrite; sentate; cállate; no te emociones; emocionate; escuchá…

-          ¡Andate a cagar! Gritó Juana liberándose por completo… y se echó a reír.

Prendió la radio y sonaba Madonna. Llevó el nivel al máximo, agarró la cuchara de madera que hizo las veces de micrófono y empezó a cantar con todas sus ganas, parada sobre el sofá cual rock star…

-          Laik e veryin… tach for the very ferst taimmmm… laik e veeeeryinnn…

Esa sensación, sexto sentido, corazonada o como fuera que lo llamaran… la mantuvo distendida todo el domingo, dispuesta a seguir disfrutando de ella misma como lo había hecho a lo largo de todo el sábado, y aún más, sabiendo que pocas horas la separaban del fatídico día lunes… no tuvo duda alguna.

Meta peli, muffins y sofá.

-          Pronto tengo que indisponerme… será por eso que estoy comiendo tanto…

Esa fue la autojustificación necesaria para el leve exceso de masa horneada en forma de cono (relleno con dulce de leche) que estaba cometiendo… pero ni siquiera el pensamiento inquisidor de mantener la línea y estar en peso, pudo con ella…

Mi mantra hoy va a ser… “sé feliz como te salga serlo”… se repitió una y otra vez, mientras terminaba de ver una peli y estaba eligiendo en internet, cuál sería la siguiente.





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