miércoles, 27 de abril de 2011

Tachame la Doble!


Mmmmm noooo… no puedo creer que ya haya sonado el despertador. Ayyy… qué pesada me siento por dios… cinco minutos más…

Para cuando Juana volvió a abrir los ojos, había pasado media hora, razón por la cual, se cambió a las apuradas, tomó un té corriendo y corriendo también llegó al colectivo que estuvo a punto de perder. Media hora más de sueño, implicaba llegar casi una hora tarde al trabajo. Y esa relación matemática Juana no la podía resolver. Si se levantaba media hora más tarde… por qué llegaba una hora más tarde al trabajo? “En fin…”

Ese día, que se presentaba nublado y plomizo, Juana se encontró por casualidad con Cecilia, una de sus mejores amigas del secundario, a quien había dejado de ver “por esas cosas de la vida”. Si no hubiera salido tarde, no se la hubiera encontrado sentada justo en la fila de enfrente del subte. La miró y la reconoció al instante. Estaba como más grande… pero era la misma de siempre. Esos ojos picarones, ese cabello laaaacioooo y rubioooo y esa piel blanca… inconfundible. Cómo olvidar el rostro de alguien con quien compartiste no solo tus días, sino también tus tardes, y varias noches. Con quien compartiste secretos, escapadas, llamadas telefónicas eternas y cartas escritas de puño y letra como le encantaban a Juana. Con quien compartiste quién era el chico que te gustaba y te robaba el sueño. Ella también la reconoció al instante. Y ambas sintieron el impulso de saludarse afectuosamente y, apenas pudieron, se sentaron juntas para ponerse al tanto de sus vidas, en ese trayecto breve que separa a Congreso de Tucumán de 9 de Julio.

-          Cómo estás? Tanto tiempo!

Así arrancó la charla. Su ex mejor amiga del secundario, le contó en escasos treinta y cinco minutos, que se había casado, tenía dos hijos –uno de cuatro y otro de apenas un año y tres meses-, que estaba un poco aburrida del matrimonio, pero que la seguía luchando.  

-          ¿Todo eso!?
-          Sí Euge, yo tampoco lo puedo creer… se ve que tenía necesidad de contarlo, no?

Apenas Juana pudo poner un pie debajo del subte, llamó de inmediato a Eugenia para contarle todo. Eugenia no lo podía creer. Juana menos.

-          Quedamos en que nos tomábamos un café uno de estos días. Le pasé mi celu.
-          Terrible historia… quiero saber más! Encontrate cuanto antes.
-          Pará chusmeta!! Sos terrible!
-          Bueno… qué querés?, esta historia está buenísima.

Juana no había llegado a sentarse en su silla laboral, cuando volvió a sonar el celular.

-          Juani… hola!
-          Hola Juli! Cómo estás? Esperame que voy para el pasillo, bancá…

Juana bajó el celular para que no se viera y se fue rapidito para el pasillo en donde iba a poder hablar más tranquila.

-          Juli…?
-          Sí. Ayy Juaniii, tenías razón amiga…!
-          De qué?
-          Que tenías razón, que por encerrarme en mí misma, por obsesionarme con Manuel, por ir…
-          Qué Juli… qué…?
-          Que me enamoré!
-          Qué… cómo…? Cuándo?
-          Me enamoré Juana, te juro. Este hombre es lo más.
-          Ah bueno… pero me perdí un par de capítulos. Está bien que estuve colgada… pero bueno… el sábado nos vimos y no contaste nada!
-          Es que… quería esperar…
-          A qué?!
-          A estar segura.
-          Ah… ok… entonces me decís que tres días después, ya estás segura?
-          Absolutamente.
-          Ok… puedo saber de quién se trata el príncipe azul?...
-          Bueno, ahí tenemos un temita…
-          Un temita…? Por qué?
-          Porque lo conocés.

En una milésima de segundo, a Juana se le pasaron ciento cuarenta y cinco nombres por la cabeza, pero nunca imaginó el que Julieta terminó por decirle.

-          Quéeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee????????????????????

Las recepcionistas se asomaron al pasillo, para ver si a Juana le había pasado algo, después de semejante alarido. Mientras seguía con el celular pegado a la oreja, les hizo un gesto con la mano como que estaba todo bien, aunque, a juzgar por el tono pálido de su cara, era de dudar que realmente lo estuviera.

-          Esperá. Cristian Perevignon? El Perevignon del colegio???
-          Ese mismo. Ya sé lo que me vas a decir, ya lo sé.
-          Qué? qué te voy a decir? Preguntó Juana casi con miedo.
-          Que es un hombre casado.
-          Bueno, para qué te lo voy a decir, si vos ya lo sabés, o no?
-          Sí, lo sé… pero, de verdad Juana, siento que esto es especial.
-          Juli, bancá un segundo… cuánto hace de esto?
-          Desde la semana pasada.
-          Gorda!! Me estás cargando???
-          Bueno Juana, pará, no me pinches el globo… vos sabés que estuve re contra enroscada en la historia con Manuel, llorando como una tarada porque se iba a casar, angustiada…
-          ...Y para solucionarlo te metés con un hombre casado??
-          Se va a divorciar.
-          Sí… en tus sueños…
-          Juana, no me digas así. Vos, hace mucho que no lo ves. No sabés cómo está ahora.

Y Juana pensó: a él hace mucho, pero por la puta casualidad de esta vida, a su mujer… la vi hace una hora y media! Carajo! Y encima ahora quiere que nos juntemos a tomar un café…

-          Juana, estás ahí?
-          Sí sí, Juli… disculpá… es que me dejaste helada con lo que me contaste…
-          Bueno amiga, pero lo importante es que ahora soy feliz.

Juana pensó por un instante una vez más: no se lo puedo decir por teléfono… ni siquiera sé si se lo voy a decir en persona… así que…

-          Amiga! Estás colgada!!
-          Disculpame Juli… cuándo nos vemos?
-          Y bueno, no sé, esta semana estoy a mil… pero nos podemos hacer un ratito… hablamos….?
-          Euge ya lo sabe?
-          No, ahora le voy a contar.
-          Ok… bueno amiga… si vos estás bien… qué te puedo decir?
-          Gracias, Juani, gracias…

Juana cortó y se sintió terriblemente mal. Mal por haberse cruzado con la cornuda. Mal por saber que su amiga, era la que la estaba haciendo cornuda. Mal por esos chicos cuyos padres estaban en crisis. Mal porque no sabía cómo podía terminar la historia… pero casi seguro, que no terminaría bien. 





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