- Estoy a full… Eso, a full. En el trabajo muy bien, porque Anselmi ahora
me está dando más crédito, ya no me hincha tanto las pelotas con boludeces
–perdón la expresión, pero es así- y estoy metiendo cuentas nuevas… así que re
bien.
- Muy bien, trabajaste mucho para eso.
- Sí, la verdad que sí…
- ¿Y el resto?
- Bien, empecé el gimnasio, te conté?
- No, no me habías dicho nada.
- Ah, bueno sí. Empecé el gimnasio. Un flash… hacía mil que
no iba a uno. Todavía estoy como investigando las clases, metiéndome aquí y
allá, de a poco… pero tenía que arrancar, porque viste que estoy más gordita,
no?
- No lo había notado.
- Bueno, sí. Estoy más gordita… por eso, ya arranqué.
- Muy bien.
- Y bueno… también…
- Sí…
- Me reencontré con Pedro.
- ¿Quién es Pedro?
- ¿Nunca te hablé de Pedro?
- No.
- Pedro es un pibe con el que salí hace unos años… bueno,
salir -Y Juana hizo con sus dedos la forma
de unas comillas-… salir es una forma de
decir… en realidad, curtíamos.
- Ajá, ¿y te reencontraste…?
- Hace unos días. Un bombón. Un
bombón con dulce de leche repostero.
- ¿Y qué pasó?
- Nada, nada –Juana
contestó rápido como si su psicólogo le hubiese preguntado por sexo-. Sólo fuimos a almorzar… pero te digo… ¿cómo
lo digo?
- Decilo.
- Me re calenté…
- … y sólo almorzaron.
- Sí… sólo almorzamos, pero está taaan bueno. Siempre me
gustó en realidad. Es más… cuando estuvimos juntos, nunca llegué a entender
bien por qué.
- ¿Cómo?
- Claro, siempre me pareció que él estaba más que bueno, no
entendí por qué me había dado bola a mí.
- ¿Y por qué no iba a dártela?
- No sé… tan fachero… podía estar con la mina que quisiera.
- … Y te eligió a vos.
- Sí, me eligió a mí… re loco, no?
- ¿Y después qué pasó?
- Ah… no, después nada… nos vimos un par de veces y chau, lo
corté…
- ¿Se dejaron de ver?
- Claro! Le eché fli… qué tonta, no? Pero bueno, ahora nos
volvimos a encontrar. Por algo es, no? ¿Vos creés en las señales?
- No, vos sí?
- Por-su-puesto… por algo las cosas pasan, no?? Digo…
volvérmelo a encontrar, en una ciudad tan grande, justo en la puerta de mi
laburo… te dije que me lo había encontrado en la puerta de Anselmi…?
- No, no me habías dicho.
- Ah sí, en la puerta del laburo. Y con traje.
- ¿Por qué señalás lo del traje?
- Porque él siempre se vestía más informal, qué sé yo…
estaba como distinto...
- ¿Con el traje te gusta más?
- Sí… mucho.
- Justo ahora que estabas enganchándote con Sebastián…
- ¿Qué?, ¿Yo?... yo no me estaba enganchando
con Sebastián –Juana había enfatizado la palabra enganchando de forma
particular-… estábamos empezando a vernos
más seguido quizás… ¿Por qué me decís eso? ¿Qué tiene que ver Sebastián ahora?
- Justo ahora que estabas empezando a mirar a Sebastián de otra forma, y
que él te estaba empezando a mirar de otra forma también, mirás a otro. A otro
que, cuando te había empezado a mirar, dejaste de mirar…
- Primero, me mareaste un poco con el tema de la mirada… Sebastián
me gusta sí… pero eso no significa nada. Después, Pedro me gusta más… es como
que tiene ese que sé yo que me pone la piel de gallina… no sé! Me puede… así
que no tienen nada que ver uno y otro. Van por calles separadas.
- Okey. ¿Y vos, dónde estás?
- ¿Yo, dónde estoy, cómo?
- Claro, si ellos van por calles separadas, vos… ¿Dónde te
ubicás en ese mapa urbano?
Juana recordó su propio pensamiento de hacía unos
días nomás… supo la respuesta, pero eligió decir otra.
- ¿Yo? Haciendo mi propio camino.
- Muy bien, por hoy dejamos acá.
Juana se fue con cierta bronca del
consultorio. Sintió como que su psicólogo la había querido enfrentar con algo
que le molestaba y no entendía bien por qué… si ella estaba tan bien… volvió
mordiéndose los pensamientos hasta su casa. Comió mirando la tele. Y cuando se
fue a dormir, escribió un mensaje: Cuándo
nos vemos???
No hay comentarios:
Publicar un comentario