jueves, 25 de octubre de 2012

Mirame, mirame, mirame... y dejame de mirar


- Estoy a full… Eso, a full. En el trabajo muy bien, porque Anselmi ahora me está dando más crédito, ya no me hincha tanto las pelotas con boludeces –perdón la expresión, pero es así- y estoy metiendo cuentas nuevas… así que re bien.

- Muy bien, trabajaste mucho para eso.

- Sí, la verdad que sí…

- ¿Y el resto?

- Bien, empecé el gimnasio, te conté?

- No, no me habías dicho nada.

- Ah, bueno sí. Empecé el gimnasio. Un flash… hacía mil que no iba a uno. Todavía estoy como investigando las clases, metiéndome aquí y allá, de a poco… pero tenía que arrancar, porque viste que estoy más gordita, no?

- No lo había notado.

- Bueno, sí. Estoy más gordita… por eso, ya arranqué.

- Muy bien.

- Y bueno… también…

- Sí…

- Me reencontré con Pedro.

- ¿Quién es Pedro?

- ¿Nunca te hablé de Pedro?

- No.

- Pedro es un pibe con el que salí hace unos años… bueno, salir -Y Juana hizo con sus dedos la forma de unas comillas-… salir es una forma de decir… en realidad, curtíamos.

- Ajá, ¿y te reencontraste…?

- Hace unos días. Un bombón. Un bombón con dulce de leche repostero.

- ¿Y qué pasó?

- Nada, nada –Juana contestó rápido como si su psicólogo le hubiese preguntado por sexo-. Sólo fuimos a almorzar… pero te digo… ¿cómo lo digo?

- Decilo.

- Me re calenté…

- … y sólo almorzaron.

- Sí… sólo almorzamos, pero está taaan bueno. Siempre me gustó en realidad. Es más… cuando estuvimos juntos, nunca llegué a entender bien por qué.

- ¿Cómo?

- Claro, siempre me pareció que él estaba más que bueno, no entendí por qué me había dado bola a mí.

- ¿Y por qué no iba a dártela?

- No sé… tan fachero… podía estar con la mina que quisiera.

- … Y te eligió a vos.

- Sí, me eligió a mí… re loco, no?

- ¿Y después qué pasó?

- Ah… no, después nada… nos vimos un par de veces y chau, lo corté…

- ¿Se dejaron de ver?

- Claro! Le eché fli… qué tonta, no? Pero bueno, ahora nos volvimos a encontrar. Por algo es, no? ¿Vos creés en las señales?

- No, vos sí?

- Por-su-puesto… por algo las cosas pasan, no?? Digo… volvérmelo a encontrar, en una ciudad tan grande, justo en la puerta de mi laburo… te dije que me lo había encontrado en la puerta de Anselmi…?

- No, no me habías dicho.

- Ah sí, en la puerta del laburo. Y con traje.

- ¿Por qué señalás lo del traje?

- Porque él siempre se vestía más informal, qué sé yo… estaba como distinto...

- ¿Con el traje te gusta más?

- Sí… mucho.

- Justo ahora que estabas enganchándote con Sebastián…

- ¿Qué?, ¿Yo?... yo no me estaba enganchando con Sebastián –Juana había enfatizado la palabra enganchando de forma particular-… estábamos empezando a vernos más seguido quizás… ¿Por qué me decís eso? ¿Qué tiene que ver Sebastián ahora?

- Justo ahora que estabas empezando a mirar a Sebastián de otra forma, y que él te estaba empezando a mirar de otra forma también, mirás a otro. A otro que, cuando te había empezado a mirar, dejaste de mirar…

- Primero, me mareaste un poco con el tema de la mirada… Sebastián me gusta sí… pero eso no significa nada. Después, Pedro me gusta más… es como que tiene ese que sé yo que me pone la piel de gallina… no sé! Me puede… así que no tienen nada que ver uno y otro. Van por calles separadas.

- Okey. ¿Y vos, dónde estás?

- ¿Yo, dónde estoy, cómo?

- Claro, si ellos van por calles separadas, vos… ¿Dónde te ubicás en ese mapa urbano?

Juana  recordó su propio pensamiento de hacía unos días nomás… supo la respuesta, pero eligió decir otra.

- ¿Yo? Haciendo mi propio camino.

- Muy bien, por hoy dejamos acá.

Juana se fue con cierta bronca del consultorio. Sintió como que su psicólogo la había querido enfrentar con algo que le molestaba y no entendía bien por qué… si ella estaba tan bien… volvió mordiéndose los pensamientos hasta su casa. Comió mirando la tele. Y cuando se fue a dormir, escribió un mensaje: Cuándo nos vemos???


No hay comentarios:

Publicar un comentario