martes, 15 de mayo de 2012

5 pal´ peso

Esa noche Juana volvió a su departamento en radiotaxi, y mientras viajaba, bajó un poco la ventanilla para dejar que el aire fresco le acariciara la cara. En la radio sonaba una canción de Bebe… "hay un trozo de luz en esta oscuridad"...“el tiempo todo calma, la tempestad y la calma…”...

Juana sabía que igual Valeria se iría a vivir afuera, y que igual su mamá la iba a extrañar horrores… pero las cosas en su lugar.

“siempre me quedará, la voz suave del mar”…

Además, había logrado arrancarle una promesa a Valeria… irían juntas a visitar a su papá. Después de todo, Valeria se lo debía; Juana la había ayudado mucho, había dado la puntada inicial que permitió desandar el tema… tanto así, que incluso su madre había llegado a pensar que la embarazada era ella…

“siempre me quedará…”

Aunque, en el fondo, Valeria deseaba ese encuentro. No era algo que fuera a confesar tan abiertamente, pero al haber aceptado, lo estaba asumiendo.

Cuando el taxi se encontró con la puerta de entrada del edificio de Juana, ella lo lamentó…. Quería seguir escuchando esa canción y quería seguir pensando, sintiéndose libre, con el aire en la cara, empujando el pelo hacia atrás… una escena taaan fílmica. Juana solía pensarse a sí misma como viviendo una película. Y cuando la película estaba buena, mucho mejor. Disfrutó ese viaje desde la casa de su madre, como hacía mucho tiempo no lo hacía.

Apenas cruzó la puerta de su habitación, se desplomó en la cama con la ropa puesta. Miró hacia el techo y le agradeció a su Dios un poco por todo. La complicidad con su hermana; el que ella hubiera decidido enfrentar la situación; la cena que finalmente las encontró disfrutando de un momento agradable… las tres solas y juntas.

Tan solo quince minutos más tarde -con pijama de algodón puesto- Juana se quedó profundamente dormida.

Se despertó en un casamiento. ¿De quién?

¡El de ella! ¿Con quién? ¡Con Sebastián por supuesto! Ella estaba vestida de blanco, linda, muy linda… pero extraña. Algo le faltaba… En las corridas de los arreglos, se dio cuenta de que le faltaban los aros… Pero cómo!? ¿Cómo se había olvidado de eso? Volvió para ponérselos. No eran los más lindos, pero al menos tenía los aros puestos.

Luego, se dio cuenta de que le faltaban los zapatos… ¡sin zapatos! Sin zapatos no podía casarse… ¿a quién se le ocurre? Cuando solucionó el tema de los zapatos, se dio cuenta que también le faltaba…

Y así Juana, no paró de buscar cosas para su casamiento de manera desesperada… ¡pero le faltaba de todo!

A la mañana, por teléfono, intentaba explicarle a Fede su sueño… que más que sueño, se había convertido en una pesadilla…

-          Ay Fede… no sabés qué angustia! Qué feo sueño… iba y me tenía que volver, porque siempre me faltaba algo.
-          Pero qué raro ese sueño! Nena… tenés que pensar que te falta a vos para casarte!!
-          Jaja ¿qué me falta? Hoy me falta todo.
-          Bueno, ahí tenés… me lo acabás de decir…
-          Sí, es cierto…!! Igual, para ser sincera, primero me falta el candidato.
-          Nooo mi vida, eso no te falta… no te hagás la zonzita…
-          Jaja bueno, ponele… ponele… pero después… me falta de todo.
-          Bueno, paso a paso… que de a poco, se llega. Mirame a mí… ¿quién te hubiese dicho que iba a estar conviviendo con mi amor?
-          Es verdad! ¿Quién lo hubiera dicho? ¿Qué van a hacer hoy?
-          Hoy tranqui, almorzamos acá en casa y después vamos al cine…
-          Ay qué lindo! Yo también quiero contarte, porque no te conté nada… por ahí hoy lo veo a Sebastián… qué nervios!! Después de San Pedro, salvo por lo de su abuela, no nos volvimos a ver…!
-          Bueno, mucha, mucha merd princesa! Después me contás cómo te fue!
-          Gracias Fede!! Nos vemos mañana. Besototee

El casamiento apareció en un sueño, al que le faltaba aparentemente de todo, pero había aparecido. Y eso, aunque Juana no pudiera verlo, era lo importante.


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