viernes, 25 de febrero de 2011

Mensajes del más allá...

Cuando fue a revisar el teléfono, tenía cinco mensajes de texto y uno de voz. Prácticamente, desde antes de ir a la parrilla, Juana no había prestado más atención al teléfono y, perdido en la cartera como estaba, nunca se dio cuenta de que habían intentado contactarse con ella.

Primer mensaje de texto:
Hola princesa! Por acá todo mal, con Fer estamos a las trompadas… la reciente convivencia no está resultando. Vos? Cómo te trata San Pedro?

El mensaje era de Federico, con quien Juana tenía un trato preferencial. Incluso corría sus problemas y problemones de lado, para atenderlo, escucharlo, socorrerlo y más. Ahora estaba lejos, pero, más allá de contestar el mensaje, apenas volviera se haría un espacio para poder verlo fuera de la instancia laboral.

Segundo:
Hola mi amor, cómo estás? Espero que bien. Tu papá sigue estable. Elena te manda muchos besos. Yo también!

Contestación:
Gracias ma por avisarme! Mandale saludos a Ele y muchos besos para vos. Lo fuiste a ver?

Tercer mensaje:
Hola hermosa! Te extraño.

Te extraño? Quéeee? Qué había tomado ese chico? Leo era un caso aparte. De verdad. Un pibe divino que, sinceramente, cualquier chica hubiese adorado. No era, ni por lejos, el caso de Juana. Y el encuentro con Sebastián, había terminado de dejar en claro para ella lo poco que le importaba. Ninguna contestación habilitaba ese mensaje. Mejor, retirarse a silencio.

Cuarto mensaje:
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Borrar.

Quinto mensaje:
Para que te quede registrado mi número. Sebastián.

Juana no recordaba muy bien en qué estúpido momento, le había pasado su número de celular. Ahora, claramente arrepentida, igual procedió a registrarlo como “Seba ex”.

Listo los mensajes de texto, ahora faltaba chequear el de voz. De haberlo sabido, hubiera evitado hacerlo. Hubiera preferido hundir el teléfono que tenía pocos meses de uso en el fondo del río. Hubiera preferido seguir en el mundo de ignorancia que había estado hasta hacía escasos diez minutos, sin saber que su teléfono chillaba para que le prestara atención.

Mensaje de voz:
Hola Juana, soy Vale (como si hiciera falta que lo aclarara) la verdad, estoy muy molesta con vos, porque me contó mamá que estabas enojada conmigo, porque yo no iba a Buenos Aires, cómo si yo no tuviese que hacer nada en mi vida. Como si yo no tuviese una vida en realidad! La verdad, me hubiese encantado hablar con vos, pero veo que estás muy ocupada para atenderme o… no sé… quizás no quieras hacerlo. Cuando puedas, llamame.

Algo le había quedado en claro a Juana después de escuchar ese mensaje.
1- Ese mensaje, tenía más veces que nunca antes, la palabra Yo. Muy típico de su hermana. El egocentrismo como estandarte.  
2- Claramente no tenía ganas de atenderla y, si bien había sido sin querer, lo mejor que le podría haber pasado fue exactamente lo que le pasó: no haber escuchado el llamado.
3- La paranoia de Valeria iba in crescendo.
4- No solo no tenía ganas de devolverle el llamado, sino que tampoco tenía ganas de dedicarle a su hermana más de cinco minutos de angustia. Con lo cual, apenas terminó de escuchar el mensaje, puteó en arameo y cinco idiomas más, lo borró y se fue con las chicas a tomar sol al río.

Telefonía celular. Quién la necesitaba?


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