jueves, 3 de febrero de 2011

Camping "La Esperanza"

Lo primero que tuvieron que dedicarse a hacer, fue a armar la carpa. Julieta y Eugenia se daban bastante idea en la materia y, con la experiencia campamentística adquirida a través de los años, estaban duchas a la hora de la hazaña. Sin embargo Juana, que también había compartido con ellas muchos campings en el pasado, no disfrutaba de esa parte del viaje para nada. Bueno, tampoco del momento del desarme, a decir verdad.

Armaron la carpa en cualquier lado, sin visualizar si tenían árboles que las repararan del sol al día siguiente. Pero estaban tan cansadas, después del día laboral y del viaje, que ninguna se preocupó demasiado por el tema.

Después de armarla, empezaron a pensar que podían comer, dado que ya era muy tarde para ponerse a cocinar y, además, tampoco tenían ganas. Eligieron acercarse a la pequeña despensa del camping, para comprar un poco de fiambre y de pan lactal y así armarse unos sandwichitos. Volvieron a comprar gaseosa.

Instalaron una luz cerca de la carpa y se dispusieron a comer, a la vez que empezaron a observar a su alrededor. Había muchos chicos y chicas jóvenes, de entre veinticinco y treinta y pico de años. Más no. Había grupos de chicas, como ellas, y también de chicos. De tanto en tanto, se podía visualizar alguna pareja, pero no predominaban.

Juana siempre había disfrutado de esos momentos simples. Un sándwich. De salame o matambre (sus preferidos). Un vaso de gaseosa. Una noche estrellada. Estar con sus amigas y ya. Si bien por dentro su angustia seguía latente, como recordándole que las cosas no estaban del todo bien, esa noche le sirvió para distraerse y le auguraba un fin de semana de descanso. Se tenía que dar una tregua al menos, después de tanta culpa, dolor y más culpa de sobra.

-          Chicas, ¿cómo se llama este camping? Preguntó Juana.
-          Camping América, dijo Eugenia.
-          Bueno, pero... si les parece, propongo rebautizarlo. Expresó Juana divertida.
-          Ah, sí? ¿Y cómo lo llamarías? Se intrigó Eugenia.
-          Camping “La Esperanza”… les parece?
-          Nos parece perfecto, concluyó el diálogo Julieta.

Permanecieron en silencio, mientras cada una pensaba el por qué de Camping La Esperanza. Más allá de las respuestas, nadie lo hubiese cuestionado. Y en esas complicidades, también se basaba su amistad.

Mirando hacia el cielo, y siguiendo al humo del primer cigarillo que se escurría entre los árboles, las tres amigas estuvieron unos quince minutos así, en esa misma posición, con esos mismos pensamientos dando vueltas.


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