viernes, 14 de enero de 2011

Flashback

Juana se sintió mejor después de la charla con su amiga. Se volvió a preparar un tecito, porque ni loca se animaba al mate, sintiéndose como se sentía.

La llamada de Susi no tardó en llegar. Mientras sonaba el teléfono, Juana ya sabía que era su madre y pensó por un instante en no atenderla, creyendo que le iba a reclamar una vez más que no la había llamado. Pero se equivocó.

-         Juana, mi amor, te llamo… porque internaron a tu padre… está delicado, pero estable. Me llamó Irene para avisarme.

Un silencio profundo se apoderó de la escena por unos segundos.

-         No… ¿qué le pasó?
-         Del corazón hija, del corazón…
-         ¿Dónde está internado?
-         En el Instituto Argentino de…
-         Sí, sí, ya sé cual es. ¿Vos le avisás a Vale, má?
-         Sí, yo le aviso, quedate tranquila. ¿Lo vas a ir a ver?

¿Lo vas a ir a ver?
¿Lo vas a ir a ver?
¿Lo vas a ir a ver?

Esa frase quedó retumbando en su cabeza por largo rato. No sabía qué hacer. Era su papá, pero estaba tan enojada con él, que ese enojo trababa cualquier demostración de cariño.

Valeria, su hermana, vivía en Córdoba hacía tres años. Se había ido porque estaba de novia con un cordobés, con el que finalmente se terminó casando. Juana no se llevaba del todo bien ni con su hermana, ni con su cuñado. Para Juana, Valeria no se hacía cargo de nada, todo le resbalaba y le importaba un bledo y su marido era muy parecido a ella, con el agregado de ser un machista confeso.  

En el fondo, le daba bronca que se tomara todo a la ligera y, por otro lado, la envidiaba un poco. Sentía que entre las dos, su hermana siempre la había pasado mejor.

En ese instante, toda su historia se le vino a la cabeza en una seguidilla de imágenes fugaces.

Ella, su hermana y su papá tomando la leche en una terraza…
Su mamá llorando…
Ellas escondidas detrás de la puerta, escuchándola llorar…
Después, la despedida de su padre. Un abrazo, un beso en la mejilla. Un “chau Juanita” y adiós.
Una salida al circo con mamá.
El acto en que hizo de negrita.
El cumple de siete, las velitas y las animadoras en el jardín de casa.
La vez que se quebró el brazo en el patio del colegio y mamá salió corriendo para el hospital con ella.
Cuando se llevó Química a marzo.
El cumpleaños de quince que festejaron en el club. Y el vestido rosa que quiso usar, en lugar del blanco.
Cuando se peleó con Valeria y estuvieron como un mes sin hablarse. Y ella, sin dudarlo, le rompió un jean a su hermana, por lo cual se ganó un mes de castigo.
Cuando se fue de viaje de egresados y mamá estaba para despedirla desde abajo del micro.
Cuando se recibió de periodista y mamá y su hermana le fueron a tirar huevos…

Una historia sin padre. Claramente. Un padre que tanto había estado en la boca de Juana en los últimos días y ahora estaba internado, peleando por su vida.

Y la pregunta de su madre que seguía titilando… ¿Lo vas a ir a ver?

-         Hola Vale, Juana…
-         Hola Juana, ¿qué hacés? Un bajón lo de papá, no?
-         ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a venir…?
-         No, ni loca… no puedo… esta semana la tengo complicadísima. Además, Fernando tiene una reunión importantísima, que no puede suspender por nada del mundo y yo no puedo viajar sola…
-         ¿Cómo no podés viajar sola? Te tomás un micro y punto.
-         Ni loca. Tardo el doble… aparte, ¿qué te agarró?, ¿ahora lo defendés a papá?
-         No, para nada… pero esto no se trata de una guerra Vale, está internado… no sé… me gustaría que vinieras…
-         No puedo Juana, no quiero discutir. ¿Está bien?

Juana cortó y pensó: no está bien un carajo, pero bueno… ¿qué otra me queda?

Agarró la cartera y se fue para la clínica en taxi. Llovía a cántaros.


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